Que duda cabe que una nueva generación de diseñadores de orígen asiático, la mayoría de segunda generación, se ha hecho con las riendas de las pasarelas y del estilo genuinamente Americano. Si Vera Wang, de ascendencia china, lleva años vistiendo a la high society del upper east side, la semana de la moda de la Gran Manzana viene regalándonos año tras año nuevos portentos que plasman lo mejor de la exquisitez venida de Asia, y que llevan en la sangre, en sus diseños.
Philip Lim es un de esos jóvenes talentos que en poquísimo tiempo se ha posicionado en el mercado. Otros de los nombres a retener son Doo Ri, Benjamin Cho, Thakoon o Derek Lam, que actualmente diseña para Tod's. Lim, que debutó en el 2005 con su colección Philip Lim 3.1, en tan solo tres años ha logrado vender en más de 26 países, lo que supone todo un record para alguien prácticamente desconocido y que está empezando.
Sus propuestas crucero 2009 establecen un particular punto de encuentro entre la filosofia zen y el glamour de las señoritas pudientes y caprichosas del Nueva York menos místico. El pragamatismo en su versión de calle y espiritual.
La colección no tiene trampa ni cartón y parece elaborada a medida para unas clientas que buscan en Lim justamente lo que encuentran: simplicidad distinguida.
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