Este invierno se lleva el negro, pero el negro desde los pies a la cabeza. Me recuerda a esas adolescentes que se visten de siniestras, hay que llevarlo todo negro: el pelo, el maquillaje, la ropa, los zapatos.
No se trata de un total look black minimalista, sino más bien barroco: grandes volúmenes, faldas con vuelo, volantes y lazos adornan el look. El mejor tejido para llevar el negro es el cuero (pantalones de Givenchy y Balmain) y el satén, tejidos brillantes que destaquen contra la palidez de la piel. Las transparencias y el encaje negro van bien con esta tendencia. También las maxijoyas de Lanvin o los maxicollares de Givenchy y los maxicinturones de Yves Saint Laurent. Todo se exagera.
Las faldas con volumen vistas en los desfiles de Alexander McQueen, Karl Lagerfeld y Celine,
el gótico futurista de Balenciaga,
incluso los vestidos de noche de Monique Lhuillier o Derek Lam reflejan esta tendencia.
Algunos diseñadores nacionales, como Juanjo Oliva, también se apuntan al gótico, con grandes capas que van desde el cuello hasta los pies.
El maquillaje también acompaña al look: labios pintados de negro en YSL y Luella, y ojos con profundas sombras negras en Victor&Rolf, Balenciaga y Monique Lhuillier.