Un diseñador español: Emilio de la Morena

Hablar de diseñadores españoles no es lo mismo que hablar de diseñadores que desfilan en España, y es que como viene siendo tradicional en nuestro país y en casi todas las disciplinas artísticas, científicas, creativas e intelectuales, la fuga de cerebros está a la orden del día. En Cibeles están los que están y no los que tienen más talento, pero ese es otro tema que mejor dejar aparte porque hoy el lugar de honor en lo que a moda española se refiere, lo ocupa Emilio de la Morena.

Problemas de plataformas nacionales potentes aparte, el que vale vale aquí y donde sea, y el caso de Emilio es el paradigma del talento en estado puro. Sin enchufes, sin politiqueo y prácticamente de casualidad, porque este español de 36 años, formado en económicas por la Universidad de Alicante y con un lucrativo puesto de trabajo como consultor de dirección, decidió un buen día que quería que su vida tomara un camino más creativo y plantó su sueldo fijo por un sueño ligado a su amor por la escultura: el diseño.

Cumplidos los treinta y pasado el ecuador de la indecisa juventud se trasladó a Londres (pasando antes por Edimburgo) y allí encontró su sino: la moda siempre le había atraído y en la capital británica llamó a su puerta en forma de revelación. Encandilado por la ciudad más ecléctica y vanguardista del mundo se apuntó a la prestigiosa escuela Saint Martins (donde hizo sus pintos en el sector moda hombre, donde despuntaba) y gracias a sus evidentes cualidades de artesano enseguida fue fichado para trabajar en los talleres de Michiko Koshino o Jonathan Saunders.

En 2005 decide crear su propia firma y da el salto a la London Fashion Week: su primera colección (la de otoño-invierno 2005/2006) se hace con el premio New Generation, un galardón otorgado por el Consejo de la Moda Británica y patrocinado por Topshop. Ese nombramiento no solamente le valió una poderosa inyección de dinero, sino el reconocimiento profesional de una industria adoptiva que no entiende de nacionalidades ni de amiguismos, sino de talento y buenas intenciones.

Y es que aunque Emilio de la Morena no es ningún nostálgico empedernido, pero España sigue siendo su mercado pendiente, y aunque sus puntos de venta crezcan en lados opuestos del globo (los países donde pueden encontrarse sus prendas van de Japón a Estados Unidos y Oriente Medio, pasando por Europa), su espinita clavada es poder abrirse camino en un país que no está todavía preparado para confiar en diseñadores sin peso en el nombre.

De todos modos, este amante Balenciaga, admirador de Martin Margiela y fan confeso de Carine Roitfeld, ya ha logrado vestir a Gwyneth Paltrow, Kate Moss o Leighton Meester, dentro y fuera de Gossip Girl, y sus diseños cosmopolitas, meticulosos, y emergentes; que se inspiran en la contorneada obra de escultores como Chillida o Jean Arp; siguen dando que hablar dentro y fuera de las fronteras de su país de residencia.

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