Ahora que se ha pasado la Semana de la Alta Costura sin demasiada novedad, salvo las notables incorporaciones de Valli y Alaïa, que han traído un poco de savia nueva, es un placer volver la vista atrás a la época dorada de la Alta Costura, cuando la Alta Costura era la única manera de vestirse para las señoras adineradas, cuando existían auténticos maestros costureros como Cristóbal Balenciaga, el creador de moda más completo. Como él dijo una vez:
Un buen modisto debe ser arquitecto para el diseño, escultor para la forma, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”.
Y paseando por el recientemente inaugurado Museo Balenciaga en Guetaria, definitivamente se puede apreciar que él cumplía todos los requisitos. Hoy os invito a recorrer este precioso museo que sí o sí hay que visitar al menos una vez en la vida.
El recorrido comienza con sus primeros diseños, empezando con los realizados en su Guetaria natal y continuando con los que elaboró en San Sebastián, donde veraneaba la burguesía española y europea y donde era fácil empaparse de la moda de la época. Hijo de costurera, Balenciaga comenzó en la moda desde abajo. De sus primeros diseños destacan los vestidos de novia poco convencionales, estampados o en colores oscuros. Con la Guerra Civil española el modisto se traslada a París.
A partir de ahí, la exposición se estructura tal y como las mujeres de la época dividían su vida social: día, cocktail, noche y novias. En cada ocasión había que lucir adecuadamente vestida. De día, Cristóbal Balenciaga crea ropa funcional, cómoda, con líneas fluidas y un corte impecable que permiten a la mujer moverse. Tejidos cálidos como la lana, prendas versátiles como abrigos reversibles o capas que se pueden lucir sobre los hombros o como cubrefaldas.
El momento de dejar volar la imaginación llega con los vestidos de cocktail y de noche, donde Balenciaga se permite la audacia, las siluetas atrevidas, los adornos exquisitos y los tejidos lujosos como el crepe de seda, el shantung, el encaje, el terciopelo o el gazar (creado para él por Abraham).
El maestro juega con los volúmenes como nadie, fundamentalmente con líneas curvas. El consiguió modificar la silueta de la mujer, creando la línea barril (curvada en la espalda), las faldas globo, los vestidos túnica, los vestidos saco, y el vestido baby doll, creado en 1958 y revisado una y otra vez por el mundo de la moda.
Gracias a su perfeccionismo, cuidaba los detalles al máximo, trabajando mangas, espalda y cuellos hasta dar con la solución perfecta a cada acabado. Trasladó el escote hacia la espalda para resaltar así la nuca, convirtiendo en grácil cualquier figura. Recortó mangas para que se pudieran lucir joyas y guantes.
La espalda de sus diseños escondía muchas veces sorpresas como lazos, o cierres originales, desplazando el punto de atención habitual de la ropa. A él le debemos creaciones como el vestido pavo real, más corto por delante que por detrás.
Además de con la fluidez y gracia de las formas, experimentó con colores muy vivos y poco utilizados hasta la fecha como el fucsia, así como con nuevos tejidos.
Sus diseños recogían mucha de la tradición española: Goya, Velázquez, Zurbarán, Zuloaga; toreras, encaje, pasamantería,...
En la parte dedicada a los vestidos de novias, se puede apreciar lo efectiva que es la sencillez. La verdadera protagonista debía de ser la novia, y no el vestido.
En la última sala del museo es donde mejor se puede valorar su maestría. Se puede ver cómo se construyen sus originales patrones para crear el diseño final. Vestidos y abrigos entallados por delante que dejan la espalda suelta, con pliegues que parten desde el cuello creando así la particular silueta Balenciaga.
Me lo imagino en el taller, trabajando horas y horas, cosiendo y descosiendo hasta crear algo tan simple y tan sublime al mismo tiempo como esto:
Era tímido y poco dado a las grandes citas sociales, por lo que no alcanzó el status de diseñador estrella como sus coetáneos, pero ellos le admiraban profundamente por su grandísimo talento. Coco Chanel dijo de él que:
Era el único auténtico costurero, ya que, a diferencia de sus contemporáneos, era capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin”.
Mientras que Christian Dior afirmaba que:
La Alta Costura es como una orquesta, cuyo director es Balenciaga. Los otros diseñadores somos músicos y seguimos la dirección que él nos da”.
Este gran genio, en vez de crear con los años diseños cada vez más enrevesados y complicados, según refinaba sus diseños y mejoraba su técnica, se fue desprendiendo de todo lo superfluo, alcanzando en los años 60 la perfección en la simplicidad y en la pureza de las formas.
En 1968 cerró su casa de modas, intuyendo que el prêt-à-porter desplazaría a la Alta Costura. El trabajaba mano a mano con sus clientas para que cada diseño fuera único y especial, algo totalmente fuera de lugar en la nueva época que estaba por venir. Lo dicho, nostalgia de la Alta Costura. De cuando la Alta Costura no era sólo para actrices de Hollywood, millonarias texanas, princesas europeas y jequesas árabes, sno para mujeres elegantes con una intensa vida social.
De momento, solo se puede visitar la colección permanente. Aún no está abierta la zona de las exposiciones temporales, pero teniendo en cuenta los amplios fondos de la Fundación Cristobal Balenciaga ( más de mil prendas), seguro que se podrán ir disfrutando poco a poco.
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Sitio oficial | Museo Balenciaga
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