He estado semanas de obras y esto es lo que me he encontrado (leer antes de tomar decisión y meterte en una muy gorda)

Lo he vuelto a hacer: me he metido en una obra en casa con la inconsciencia de quien ha olvidado qué significa poner patas arriba todo, sumergirte en el polvo y el caos y convivir con un montón de desconocidos que van vestidos con monos sucios. Sí, el buen tiempo es sinónimo de obras y las obras son sinónimo de “a Dios pongo por testigo que yo por esto no vuelvo a pasar”.

Ay, la tentación de hacer una obra. En tu cabeza todo va a quedar tan bonito, tan moderno, tan limpio y estupendo. Pero, no lo olvidemos, las obras son como los partos: siempre se nos olvida el mal rato que se pasa y sólo nos acordamos de lo bueno. Ah… y también son como la fama, porque hay que sudar de lo lindo, especialmente limpiando la que se monta.

Pero eso no es lo único malo de hacer una obra y no es que quiera ser aguafiestas, pero si estás pensando en meterte de cabeza en una, más vale que tengas claro a qué te vas a enfrentar. Para que luego digas que no te aviso.

1.- Prepárate para decir adiós a la intimidad y hola a “hay un montón de desconocidos paseándose por mis habitaciones y toqueteando mis cosas”.

2.- Te sientes como si fueras el portero de una finca muy transitada.

3.- Tienes una trinchera en medio del pasillo. Y una montaña de escombros en la entrada (y no, no son esculturas modernas que puedas revender en ARCO).

4.- La mitad de las instalaciones de tu hogar dejan de funcionar: ahora no hay luz, ahora no va internet, la T.V. tiene que desconectarse o ¡sorpresa, la caldera no funciona!

5.- Si quieres saber dónde están los obreros sigue el rastro de yeso y serrín. O los agujeros.

6.- O ese ruido que te taladra el cerebro.

7.- Hay tanto polvo en el ambiente que parece que estás en medio de una tormenta del desierto.

8.- Alguien tendrá que limpiar ese polvo.

9.- Contente: mañana volverá a reproducirse y todo habrá sido en vano.

10.- El polvo nace, crece, se reproduce… y termina metiéndose por cualquier rendijilla, especialmente en las rendijillas que dan paso a tus cosas favoritas. En polvo eres y en polvo te convertirás (y no digamos en una obra).

11.- Pero nada, salvo el polvo, está en su sitio. Te volverás loco intentando encontrar cualquier cosa.

12.- Tus vecinos te odian porque la culpa de que no puedan dormir la siesta la tienes tú.

13.- Si se rompe algo en la finca durante tu obra hazte a la idea de que cargarás con el mochuelo.

14.- Lo más seguro es que Murphy escribiera sus leyes inspirándose en la reforma de su propia casa.

15.- Si algo no sale mal es que no es una obra.

16.- Si todo sale bien, nada más terminar la obra se te romperán un montón de aparatos electrónicos (para compensar el Karma).

17.- En conclusión: prepárate para añadir mentalmente un veinte por ciento más al presupuesto inicial que tienes (y puede que te quedes corto).

18.- Tendrás que tomar más decisiones que el presidente de los EE.UU. en un DEFCON 2. Y en la mitad de tiempo.

19.- En el fondo, que tomes decisiones es una gran pérdida de tiempo porque "ellos" terminarán haciendo lo que les dé la real gana.

20.- Te prometes a ti mismo que nunca, nunca, nunca y jamás en tu vida volverás a meterte en una obra. Hasta la siguiente, claro.

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