La impresionante transformación de un armario de pesadilla con solo dos trucos de Marie Kondo y sin gastar un euro

Para transformar un armario desastroso y caótico en uno que parezca sacado del reality de las Kardashians, no hacen falta obras. En muchos casos ni siquiera se necesitará invertir un solo euros en organizadores o muebles auxiliares que amplíen y optimicen el espacio. Te sorprendería el increíble glow up que ha sufrido este armario solo siguiendo dos consejos del método KonMari. Te lo contamos a continuación.

Crea zonas para categorías específicas

Una de las bases para conseguir un vestidor que pudiera confundirse con la casa de Marie Kondo es dividirlo en distintas zonas según todas las categorías de artículos que tengamos. Por ejemplo, podemos tener áreas separadas para cada tipo de prenda. De este modo, las partes superiores no se mezclarían nunca con las inferiores ni con los vestidos, que también irían juntos aparte.

Lo mismo tendríamos que hacer con los accesorios (zapatos, bolsos, joyas...) y artículos de temporada (abrigos de invierno, sombreros de verano...). Esta técnica de "zonificación" no solo ayuda a localizar los artículos más fácil y rápido sino que también incentiva a mantener la organización, teniendo muy bien delimitado y señalado el lugar al que tenemos que devolver cada artículo después de su uso.

Mucho más que un espacio físico

Para ordenar y organizar el armario siguiendo el método KonMari, no hay que olvidarse de que no se trata solo de crear un mero espacio físico, sino de un medio que nos ayude también de cultivar una sensación de paz y a tener atención plena en nuestra vida diaria. Al fin y al cabo, una habitación ordenada es un problema menos tanto físico (tener que ponerte a recoger y limpiar) como mental (la ansiedad de pensar  y posponer que tienes que ponerte a recoger y a limpiar).

Este ha de ser el mantra y la filosofía que vertebre todas las decisiones que tomemos mientras trabajamos en nuestro vestidor, según Marie Kondo. Además, de entregarnos al proceso con gratitud, tanto hacia aquellos objetos que elijas conservar como los que dejes ir porque ya no te sirven. Como siempre se ha dicho: cree en el proceso y disfrútalo.

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