En invierno, la lógica nos puede llevar a pensar que lo mejor que podemos hacer es pasarnos a tender la ropa dentro de casa. Sobre todo, si tenemos prisa por que se seque una determinada prenda de ropa que nos queremos poner o por si acaso lloviera, incluso si el tiempo no lo pronostica. Sin embargo, en esta ocasión, puede que la lógica te esté jugando una mala pasada.
Da igual si es verano o es invierno, tus hábitos en el secado de la ropa no han de cambiar con las estaciones más allá de no tender la ropa recién lavada debajo de la lluvia o de, a lo mejor, depender un poco más de la secadora si tienes una en casa.
Por mucho que la temperatura dentro de casa sea mayor que en el exterior durante el invierno, la humedad y la condensación afectarán al proceso de secado igualmente. De hecho, en países en los que hace más frío que en España, conocen muy bien el truco de los cero grados.
Aunque no te lo imagines, que haga mucho frío cuando laves la ropa, es lo mejor que te puede pasar. Y es que, cuando las temperaturas pasan de los cero grados, el agua en tu ropa se congela y pierde el 90% de su humedad debido a un fenómeno químico llamado sublimación.
Es decir, el agua pasa de su estado líquido al sólido y, por último, a estado gaseoso, cuando se evaporará. Así que, tan pronto veas que tu ropa se hay endurecido, métela al interior de casa. Al haber perdido casi toda su humedad, se terminará de secar en tiempo récord. Además, sin que huela a rancio.
Foto de portada | Juliette Félix
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