¿Desde que eres madres sientes que te has trasladado a un universo paralelo en lo que todo es pañales, purés, lloros y noches sin dormir? La maternidad es absolutamente absorbente, sobre todo al principio, hasta que llega un momento que no te reconoces a ti misma. Te miras al espejo y te preguntas: "¿una adicta a la moda todo el día vestida con camisetas viejas? ¿quién eres tú y dónde está la chica que antes molaba?" A pesar de todo, hay algunas rutinas que me han ayudado a ser madre y seguir disfrutando de mi tiempo libre.
Delegar tareas
Algo que me ha ayudado para no estar siempre con la lengua fuera es dividir y repartir las tareas del hogar, para que la carga de trabajo sea equitativa. Uno no se da cuenta de todo el trabajo que supone tener niños pequeños hasta que lo vive. He tenido que pedir ayuda y colaboración cuando me sentía desbordada, a pareja, familia y amigos, porque sino muchas veces ellos no son conscientes de cómo te sientes y de todo lo que hay pendiente por hacer.
Un tiempo para cada cosa
Estoy trabajando y a la vez pensando en que tengo que poner una lavadora. Estoy en casa, pensando ideas para la reunión de trabajo del día siguiente. Eso supone una carga mental que nos estresa. Intento centrarme cada momento en lo que estoy haciendo para no tener tantas cosas rondando mi mente y así ser más productiva. Hay un momento para cada tarea.
No presionarme para llegar a todo
Hay que priorizar lo que es importante y urgente de lo que no, tengo claro que no puedo llegar a todo, e intento no meterte más presión aún. Llevo una agenda con todo lo que tengo que hacer durante el día para no estar con mil preocupaciones dando vueltas en la cabeza todo el rato. Voy tachando tareas de la lista, sin agobiarme, lo que no pueda hacer hoy ya lo haré al día siguiente. No tenemos superpoderes.
Crear rutinas y horarios
Así es más fácil organizar mi día a día sin tener que ir improvisando sobre la marcha. Por ejemplo, planifico las comidas y la compra semanal para preparar un menú más rápido y sano. También dedico un par de días a la semana a hacer algo de deporte, y cuando tengo un rato libre, salgo a pasear. Cuadro los horarios de los niños con mis obligaciones diarias y con mis ratos de ocio.
Reservo algo de tiempo para mi
Intento levantarme algo antes que los niños para desayunar y ducharme a solas, a veces solo eso es en un auténtico placer. Así empiezo la jornada con buen pie. Y por las noches, despejo mi mente leyendo, planificando el día siguiente, hablando con una amiga, o con alguna rutina que me ayude a sentirme bien. Aunque sea poco tiempo, me ayuda muchísimo.
Establecer una red de madres amigas
Tener amigas que también son madres me ayuda a tener compañía adulta cuando voy de paseo con el bebé o cuando mis hijos están jugando en el parque. Entre nosotras compartimos confidencias, nos apoyamos y nos echamos una mano cuando hace falta. Sus consejos sobre temas de maternidad, sus recomendaciones de productos, o sus opiniones me han servido de mucho a la hora de ser madre.
No perder contacto con las amigas que no son madres
Las madres recientes tendemos a aislarnos cuando somos madres, estamos en un mundo diferente, muy distinto al de las mujeres que no son madres y estamos demasiado ocupadas en el día a día. Pero nuestras amigas que no son madres son un tesoro. Con ellas puedo charlar de otras cosas que no son si el bebé caga o come, y me recuerdan quién era antes de convertirme en madre. Me ayudan a desconectar y a despejar mi mente.
Recordar que los niños crecen
No duermes, no tienes horarios fijos, y no tienes nada de tiempo para ti porque el bebé es absolutamente anárquico con las tomas o con las siestas... Parece que tu día a día es un caos. Pero los niños crecen y pronto recuperas algo de tiempo libre. He intentado aprovechar para estar con el bebé, para disfrutarlo, pensando que todo es una fase y que pronto crecerá.
Descansar siempre que puedo
Esta recomendación es fácil de decir pero complicada de seguir. Pero dormir bien debería ser nuestra prioridad número uno. Las pequeñas siestas cuando el bebé dormía, o irme antes a la cama por las noches en lugar de estar con el móvil o viendo la tele, me hacían tener la mente más despejada y afrontar las tareas después con mejor humor.
Volver a ilusionarme en el trabajo
Ser madre no es la única faceta importante en la vida. Poder seguir al pie del cañón, formándome, estando al día de las novedades, pensando en cosas que me ilusionen del trabajo, y manteniendo la cabeza activa ha sido también fundamental para mí. Pensar en cosas de trabajo también me ayuda a desconectar de los agobios en casa.
Desconectar de las redes sociales
Además de que las redes sociales son un auténtico robatiempos, muchas veces reflejan una realidad que no es tal. Vemos unas imágenes de perfección en la maternidad y de felicidad absoluta al ser madres que no son auténticas. La mejor manera de evitar el síndrome FOMO es desconectar y comprobar que no pasa nada por perder de vista las redes sociales durante una temporada los cuerpos perfectos, las casas ideales y los vestidores infinitos de Instagram.
Ser madre nos cambia a todas por completo, y recuperarnos del parto y establecer de nuevo nuestro día a día con un bebé nos puede costar, pero nunca debemos perder de vista quienes somos y quienes fuimos antes de convertirnos en madres.
Fotos | Tully, Malas madres, Big Little Lies
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