He estado dándole muchas vueltas al asunto y he llegado a la conclusión de que por mucho que intentemos ocultar la realidad la maternidad te cambia la vida.
Pero también te otorga superpoderes, que quede claro. Puede que no sean los superpoderes típicos, los que estáis acostumbradas a escuchar por la tele: como la invisibilidad, la velocidad máxima, la ubicuescencia… Pero sí el poder de cambiar estas situaciones que te vamos a contar tanto que no las reconocerían ni en su casa a la hora de comer.
Un día en la playa
Para ir a la playa antes solo necesitabas una toalla, quizá un par de revistas o un libro lleno de cliffhangers y muchas ganas de no hacer absolutamente nada.
Ahora parece que te mudas de país y aunque no tengas ninguna gana te pasarás la mañana haciendo cosas de lo más variopintas. Cosas como perseguir cangrejos, trasladar todo el agua del mar a un agujero en el que desaparece o intentar que tu peque no ingiera media tonelada de arena.
Un viaje en moto
Antes te parecía la metáfora de la libertad, el vehículo más sexy y salvaje y te imaginabas a ti misma alejándote hacia el horizonte en lomos de una. Tu pelo moviéndose, acariciado por el viento. Destino: desconocido y mejor así.
Sin embargo ahora aparece una y te echas a temblar. Te imaginas a uno de tus pequeños vástagos a lomos de una y te echas a temblar. Te imaginas que se acerca a una y te echas a temblar. Te imaginas lo del pelo y te echas a temblar (¿eso es que va sin casco?). Lo del destino desconocido te provoca taquicardias.
La ropa interior
Antes de ser madre la ropa interior es una excusa para quitártela (más o menos), pero también de autosatisfacción personal. Disfrutabas yendo de compras, eligiendo y probándote cosas. Te gustaba sentirte bien, aunque nadie viera lo que llevabas puesto.
Ahora que eres madre la ropa interior está al final de la lista de Cosas que Apenas te Importan, justo al lado de otras cosas que tampoco te importan como "colocar los dvd por orden alfabético" y "qué cóctel está de moda". Te pones cada mañana lo primero que pillas y si por puritita casualidad combina con las braguitas te acercas a tu administración de loterías más cercana, porque está claro que se trata de tu día de suerte.
La decoración de interiores
Era tu hobby. Le dedicabas horas y horas. Qué placer poder visitar las tiendas e imaginar cómo quedaría aquel sofá en tu casa, si la lámpara de diseño encajaría en tu alcoba... Tenías la casa llena de revistas, dedicabas parte de tus vacaciones a vagabundear por tiendas de anticuarios y viejos mercadillos buscando tesoros y te podías pasar semanas enteras planificando una combinación de texturas para las telas del salón.
Ahora la decoración de interiores se ha convertido en conseguir librarte de los dedazos en los muebles, recoger migas de Aspito y en comprar una cesta en Ikea para esconder los juguetes cada noche.
Salir por la noche
Antes salir por la noche era lo normal, algo que hacías cuando te apetecía sin más consecuencias que unas buenas ojeras al día siguiente. Hoy, en cambio, salir por la noche es algo tan excepcional como que George Clooney te invite un fin de semana a su casa del lago en Italia.
Vives en una carrera de velocidad perpetua y no es de extrañar que la única ocasión en la que salgas por la noche te cueste ralentizar un poquito la marcha. O que salgas sin frenos, directamente. No te extrañes si eres la primera que se sube al escenario del karaoke para cantar a Nino Bravo o terminas vomitando en una acera por culpa de las prisas con las que te has tomado todos esos copazos.
Las escenas “hot” de una peli
Antes, en vez de disfrutar del erotismo, de la fantasía y la sensualidad, te pasabas la peli entera analizando con pelos y señales cada escena hot: si esa postura sexual se podía hacer sin desafiar las leyes de la gravedad, si no tendrían frío haciéndolo en medio de la piscina, etcétera, etcétera.
Ahora que hay niños delante te preguntas qué sabrán ya sobre el tema y si tienes que explicarles algo o comprar algún manual de sexualidad, si deberías dejarles ver hasta el final, cortar o mandarles a la cocina a por palomitas, si se pensarán que vosotros también sois acróbatas, etcétera, etcétera.
Los chicos malos
Sí, sabías que no te convenían, pero ¿a quién le importaba? Los chicos malos tenían un atractivo muy especial, un "algo" que superaba con creces al je-ne-sais-quois de los franceses. ¿Fumaba? Era parte de su atractivo. ¿Se metía en líos? Es que era inquieto e interesante. ¿Se olvidaba de llamarte? Lo típico de un aventurero que no se conforma con vivir bajo la presión de una sociedad injusta.
Ahora no hace falta que su mala fama les preceda para que tú salgas corriendo en dirección contraria. Y ya tienes una lista de "contras" redactadas para enseñársela a tus vástagos cuando sepan leer: 1) fuman; 2) se meten en líos y 3) se saltan a la torera todas las normas de convivencia, la ley y lo que haga falta.
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En Trendencias | Lo que nos contaron de la maternidad… y lo que es en realidad
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