Los cinco errores de los que nadie habla y que cometemos los padres para educar a nuestros hijos (porque les queremos demasiado)

La educación de tus hijos es un desafío constante en tu vida. Intentas distintas formas para conectar con tu hijo y sucede completamente lo contrario. A diario los padres nos enfrentamos a situaciones que nos hacen reaccionar de distintas maneras, a veces buenas y otras malas, no por esto somos malos padres simplemente esto sucede por desconocimiento de no saber cómo abordar estas situaciones con sus hijos. Nadie nos ha enseñado y estoy segura de que cualquier padre hace lo mejor que puede hacer para que sus hijos sean felices. Quiero compartir contigo algunos de los errores más comunes que cometemos como padres a la hora de educar a nuestros hijos de los que nadie habla.

Educar con prisas

Vivimos en un mundo en el que todo avanza muy rápido, todo tiene que ser inmediato y fácil, la vida esta basada en objetivos, sin tomar en cuenta los procesos y el tiempo de aprendizaje que cada cosa lleva. Es como si estuviéramos constantemente valorados por la eficacia, lo que logró es lo que vale, sin importar que hubo de por medio para lograr ese objetivo. Se nos esta olvidando la parte humana. Un adulto con recursos es el que buscará la forma de llegar a donde quiere llegar, otros se quedarán en el camino y algunos más ni lo intentarán. Pero ¿qué pasa si hablamos de niños? Los niños no nacen sabiendo cómo hacer las cosas y en los primeros 7 años de vida es fundamental que aprendan los procesos de la vida, aunque esto conlleve frustración, enfado, y sobre todo “mucho tiempo”.

Ir con prisas a todos lados no les permite hacer el ciclo de aprendizaje completo. Incluso puede afectar su autoestima, es como si nada de lo que haga es suficiente. No esta cumpliendo con tus expectativas y no logra ser como tú quieres. Y esto en los niños pesa mucho: tú eres su todo.

Veamos un ejemplo muy sencillo; “ponerse los zapatos para salir a la calle”, hay días que lo hará súper rápido porque se ha levantado motivado, otros que no se va a querer poner ni uno, ni el otro; otros se tumbará plácidamente en el suelo y no habrá forma de que se ponga ni de pie y mucho menos los zapatos ¿Te suena familiar? Fíjate como una acción tan pequeña y “tan fácil” puede que se convierta en un momento complicado y que sea un motivo de estrés y sobre todo de retraso en nuestra agenda del día.

Sin embargo, observa todos los pasos que ha tenido que hacer tu hijo para realizar esta acción: 1) ir a buscar sus zapatos, 2) observar en que pie va cada zapato, 3) ponerse un zapato en el lado que no es, 4) cambiarlo, ponerse el otro y abrocharlo. ¿Te das cuenta en todo lo que tiene que
hacer el niño para lograr ponerse un zapato, esto se llama proceso de aprendizaje, y sabes cuál resultado, autoestima y autonomía, y por desgracia esto, con prisas no se puede lograr.

Además hay algo fundamental: la atención y el conocimiento sobre sus necesidades y sentimientos, ¿cómo se encuentra hoy? Hay que  dedicar 3 minutos a nuestros hijos para simplemente observar cómo esta diario.

Todos tenemos días buenos y malos y siempre necesitamos de alguien que nos brinde apoyo. En el caso de los niños necesitará de un adulto que lo acompañe y valide su estado de ánimo, que le ponga palabras a lo que esta viviendo día a día. Que se detenga por un momento para decirle "veo que hoy no estás con muchas ganas", te voy ayudar a ponerte un zapato y tu te pones el otro.

Recuerda: no porque lo sepa hacer, lo hará. Me imagino que te habrás dado cuenta. A esto me refiero con la importancia del proceso.

El día que no cumpla con los objetivos en los tiempos que queremos que los cumpla, tenemos que enseñarle a que sí puede lograrlos y aunque necesite de nuestra ayuda, esto sigue formando parte del proceso y le estamos permitiendo vivirlo y aprenderlo.

Cuando nosotros hacemos esto, le estamos dando recursos para la vida,
autoestima y autonomía que le permitirá tomar decisiones con sentido común y siempre conectando con sus propias necesidades para poder lograr esa felicidad que tanto buscamos para nuestro hijos.

Hoy sí, mañana no. La incoherencia de los padres a la hora de educar

Uno de los pilares en la educación los primeros años son los límites porque les proporcionan un marco de seguridad en su vida. Es  su guía y su preparación para saber convivir en una sociedad. Sin embargo, uno de los errores, el segundo más común que cometemos los padres, es poner límites que no se van a cumplir. Y muchos de esos límites se cumplen, o no dependiendo de el estado de animo en el que se encuentren los padres en cada momento.

Por desgracia los niños no entienden porque el sábado por la mañana, que todos han dormido de maravilla y que hace un sol radiante, sí pueden saltar en el sillón y a las once de la noche que ya todos estamos cansados no se puede. Y además hay un grito o castigo de por medio. ¿Te ha pasado?

Pasamos del castigo al abrazo constantemente y esto crea mucha confusión tanto a los padres como a los hijos y entonces surge un sentimiento que lleva a perder la coherencia en la educación de los hijos y es la culpa. Este sentimiento hace tambalear mucho a los padres a la hora de tomar decisiones y de marcar límites y ¿sabes por qué? Porque pensamos que decir no o poner límites tiene que ver con el amor. Si le dejo o le doy lo que quiere, va a sentir todo el amor que le tengo.

Puede surgir también que queremos compensar el tiempo que no estamos con ellos o por cualquier situación que sea en la que aparezca este sentimiento. Pero déjame decirte una cosa: poner límites no tiene, en absoluto, relación con el amor. No existe amor sin límites, el amor más puro es el sincero, cuando puedes decir lo que sientes y lo que quieres y esto se lo debemos de enseñar a nuestros hijos.

Los niños son como un termómetro: todo el tiempo están midiendo hasta donde pueden llegar con los padres. Cuando nosotros decimos sí a una cosa que regularmente sería no, los niños entienden que eso sí se puede hacer, por lo que cada vez que quieran algo harán lo imposible por conseguirlo. Saben que es posible, y esa posibilidad se la has dado tú.

Para que un niño comprenda lo que no se puede hacer, tiene que tener la misma respuesta siempre ante la misma situación.

No reconocer nuestros propios errores

A la hora de educar los padres somos el mejor ejemplo para los niños, somos su modelo a seguir y todo lo que hagamos repercutirá en ellos sea para bien o para mal, es parte de ser padre.

Uno de los errores que cometemos, es exigir en nuestros hijos algo que nosotros no hacemos: reconocer nuestros errores.

A veces por el cansancio que nos inunda, o por el estrés, podemos reaccionar mal con nuestros hijos, gritos, castigos, reproches, comparaciones, etc.. Y una buena noticia es que también vale equivocarse: los padres somos seres humanos y no somos perfectos ¿Te habías dado cuenta? Tampoco hace falta que lo seamos, puede que haya momentos en los que no estemos de buenas y no tengamos la paciencia para lidiar con situaciones que se pueden presentar en el día a día con nuestros hijos. Esto nos hace simplemente humanos y también es parte del proceso de aprendizaje de vida.

Los niños tienen que aprender que existen otras maneras de comunicación y expresión, aunque no siempre sean las correctas. Y dentro de este aprendizaje tenemos que enseñarles recursos para saber gestionarlos. Una de las cosas básicas para poder lograrlo es, la de reconocer nuestros errores como padres , el decir "lo siento, me equivoque, no reaccioné bien" y "¿cómo podemos hacerlo mejor para la siguiente vez?". Esto ayudará a aprender al niño lo siguiente:

  • Negociación. Tienen que llegar acuerdos. Ejemplo: si te lo he dicho tres veces y no me has hecho caso ¿ Qué hacemos?
  • Responsabilidad. Cuando se determina un acuerdo hay una responsabilidad de ambas partes ¿ en qué habíamos quedado? O ¿ Cuál fue nuestro trato?
  • Permiso de sentir y conectar con ellos mismos. Cuando mamá diga “ cariño, hoy mamá no tiene mucha paciencia, o estoy muy cansada, y te voy a gritar a la primera. Esto le ayudará a aprender a hacerlo consigo mismo de mayor y también respetar a lo que sienten los demás.

Todo esto lo tiene que vivir y necesita de un adulto que se lo enseñe.


La interpretación de los malos comportamientos

Los padres solemos pensar que un mal comportamiento es todo aquella actitud o conducta atípica que tienen nuestros hijos: Todas esas actitudes o situaciones que se salen de control, pero: ¿realmente tu hijo se está portando mal? O simplemente esta queriendo decirnos algo con ese comportamiento, algo que nosotros no estamos sabiendo interpretar. También pueden ser comportamientos propios de su edad y forman parte de su desarrollo y son tan necesarios para la construcción de su personalidad. Recuerda que los niños de 0 a 6 años son pequeños e inmaduros, sin embargo, la forma en que nosotros los padres les acompañemos en esos momentos difíciles serán su base para su vida adulta.

Uno de los puntos de partida para entender el porqué de los malos comportamientos, es darnos cuenta de que una de las necesidades básicas del ser humano desde que nace es la de pertenecer a un grupo. Sentirse tomado en cuenta, que como persona es importante siempre.

El objetivo del mal comportamiento es casi siempre una idea equivocada de encontrar esa pertenencia de grupo e importancia. Cuando los niños se sienten desalentados por no sentirse tenidos en cuenta, encuentran formas para encontrar la forma de eso suceda.

Los malos comportamientos parten de creencias erróneas, siempre llevan consigo un mensaje oculto que el niño genera sobre sí mismo, sobre ti y sobre el mundo que le rodea. Los niños son muy buenos perceptores pero muy malos intérpretes.

Por eso realmente nuestro objetivo como padres tendría que ser descifrar el mensaje oculto que hay detrás de ese mal comportamiento. Qué es lo que nuestros hijos intentan decirnos y nosotros no estamos entendiendo.

Te voy a dar 3 pistas muy sencillas que te ayudarán a descifrar el código de los malos comportamientos.

  1. La forma en cómo tú te sientes en respuesta al mal comportamiento de tu hijo. Intenta identificar cómo se siente: culpable, amenazado, decepcionado, herido, inútil, etc.. La respuesta que damos como adultos ante ese mal comportamiento, regularmente son respuestas predecibles, castigando, regañando, gritando, etc.
  2. ¿Qué es lo primero  que haces cuando tu pequeños tiene un mal comportamiento? ¿ Qué acción tomas? ¿Resuelves el problema, cedes a lo que el esta pidiendo, gritas, amenazas, castigas, mandas al rincón de pensar...? Piensa si es eso lo que el pequeño está buscando y por qué.
  3. La última pista es cómo responde tu hijo cuando intentas detener el mal comportamiento. ¿Patalea, quiere herir a alguien, daña sus juguetes?


Preguntamos constantemente ¿Por qué?

Escucho a muchos padres constantemente, quejarse porque sus hijos no les cuentan nada, y por supuesto, el fondo de su preocupación es saber si su hijo es feliz. Y si no lo es, por qué, y cómo pueden ayudarle para que lo sea.

Sin embargo, quiero contarte que los niños están aprendiendo a vivir. Son muchas las cosas a las que se enfrentan en su día a día: conflictos, acuerdos, desacuerdos, etc.. y todo esto es un proceso de aprendizaje, que poco a poco aprenderán a manejar. Y lo irán haciendo de acuerdo con su edad y desarrollo. Pero aún son muy pequeños para razonar ciertas cosas, y una de las que más les cuesta es ponerle nombre a sus emociones. No todos los niños son así, habrá niños que cuenten todo, pero la mayoría no.

Cuando nosotros como padres preguntamos ¿por qué? Le ponemos una carga adicional a las que ya tienen. Ahora tienen que pensar en cómo te tienen que responder, analizar la causa y encontrar la explicación, un proceso un tanto complicado para un niño.

Una de las razones por las que tampoco suelen expresar lo que les pasa, es porque nos saben cómo lograr una explicación lo suficientemente razonable ante tus ojos, porque temen que no parezca tan buena y que nuestra respuesta sea ¿Y por eso (tan tonto) estás así?

Un consejo que no falla, es que en vez de que cuestionemos ¿qué es lo qué te pasa? o ¿por qué estas así? Validemos la emoción, por ejemplo: "Veo que estás molesto o que estas triste, aquí estoy yo, si necesitas algo".

Esto les ayudará más a identificar lo que siente, sin sentirse presionado por dar una explicación, y pensará que hay alguien que lo entiende. A veces los adultos tendemos a minimizar los problemas de los niños, como si no tuvieran importancia. Pero recuerda que son pequeños y que para cualquier persona un problema es algo que hay que buscar una solución que en ese momento no existe.

Cuando tu hijo te pueda decir algo que le ha pasado, es muy importante no emitir juicio, sino solo escuchar, con alguna exclamación: ¡Ohh ya veo, siempre validando, me imagino lo que sientes… yo también me sentiría así. Así tu hijo irá encontrando un lugar de confianza, en donde sabe que lo que cuente estará bien, sin juicio y sin presión.

Lorena García Piña, autora del texto, es Directora del Centro Andares, experta en desarrollo infantil, disciplina positiva y en terapias de juego. Andares es un proyecto educativo que aborda el desarrollo infantil desde la crianza positiva y el juego.

Imágenes| Zara Kids

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