Aunque puede que la verdadera pregunta sea esta: ¿estamos creando la generación más dependiente de toda nuestra historia?
Muchos padres son secretarios, sus mayordomos, cargan con sus mochilas y hasta con sus deberes, apenas les dejan moverse solos o hacer recados y hasta existen zapatillas sin cordones, para que no tengan problemas y sea más fácil llevar zapatillas durante años. ¿De verdad no nos estamos pasando un poquito?
Es difícil no pasarse sobreprotegiendo a nuestros hijos hoy en día.
Sí, antes también sucedían cosas malas, pero es muy difícil vivir en la época en la que vivimos donde las desventuras de una familia en Arkansas se sufren en tiempo real y somos conscientes de todo, absolutamente todo lo que pasa en nuestro cada vez más pequeño planeta.
Pero ser conscientes de todo lo malo que les puede pasar a nuestros hijos no es la única causa por la que cada vez somos padres más agobiantes, obsesionados y estresados. También es esa obsesión por la perfección que lo invade todo. Queremos que nuestros hijos sean más los mejores y más felices que nadie. Y con este objetivo nos obsesionamos con todo lo que pasa en sus vidas.
Nos convertimos en el padre que pinta las ilustraciones de la caligrafía para que estén perfectas, los que hacen las manualidades, los que se obsesionan con la fiesta de cumple perfecta, los que insisten en que aprendan tenis y piano. Ah, y chino.
¿Qué es la hiperpaternidad?
Eva Millet, autora del libro Hiperpaternidad, lo define como un “fenómeno de crianza que se caracteriza por una atención excesiva a los hijos.”
Es decir, los progenitores piensan que para ser los mejores padres que sus hijos se merecen tienen que estar pendientes de los niños de una forma exagerada y casi obsesiva, resolviendo los problemas, anticipándose y, algo que sucede cada vez más, haciendo las cosas en su lugar.
Algunas características del fenómeno son las siguientes:
1.- Los niños son el centro de la familia: todo está orientado a conseguir que los niños lleguen a nuestros objetivos, de tal manera que se convierten en el centro del universo familiar en esa carrera hacia el éxito y les damos todo como forma de conseguirlo. Antes los niños molestaban. Ahora los niños son venerados.
2.- Sobreprotección: niños incapaces de hacer nada por sí solos, de valerse, de tomar decisiones e incluso, incapaces de manejar la frustración porque llevamos toda la vida haciendo las cosas por ellos. Al estar encima de ellos todo el tiempo, contagiarles nuestros miedos y tomar sus decisiones les estamos robando su capacidad para convertirse en seres autónomos y libres.
3.- Una agenda de locura: y nada de tiempo para jugar, aburrirse, estimular la creatividad y la imaginación y ser ellos mismos. Que nuestros hijos sean ases en cualquier disciplina deportiva o hablen inglés lo antes posible aporta prestigio al status de la familia, pero poca infancia real.
Lo hemos visto en películas como Diario de una Niñera (The Nanny Diaries, 2007), mucha sobreestimulación desde la guardería y poca atención emocional real.
4.- Cero crítica: Sus hijos son perfectos y nada de lo que hacen está mal hecho o es objetivo de críticas/burlas. Crean una mampara alrededor de sus hijos, no preparándoles para enfrentarse al mundo real y a la frustración de que las cosas no siempre van a salir como ellos quieren ni van a conseguirlo todo.
5.- Minan su capacidad de esfuerzo: debido a esa baja tolerancia a la frustración y a que apenas les dejamos adquirir responsabilidades o hacer nada por sí solos, los niños dejan de confiar en sus capacidades, no aprender a desarrollar sus propios recursos y cualquier cosa que les parezca un poco complicada se les hace un mundo.
6.- Menores sobrestimulados: tanta actividad, tanto extra, tanto entretenimiento para complementar la educación del niño se traduce en pequeños que no saben cómo enfrentarse al aburrimiento, pero también niños ansiosos, deprimidos y que se sienten presionados ante esos objetivos a alcanzar.
El resultado de estar tan encima tiene el efecto contrario
Para Salva Rodriguez Ojaos, pedagogo, formador y autor del blog de reflexión educativa El Blog de Salvaroj la razón por la que la hiperpaternidad se ha convertido en algo más usual de lo que pensábamos es que "esta incertidumbre -creada por la crisis- hace que percibamos por primera vez que las generaciones futuras tienen unas perspectivas de vida,... peores que las nuestras. Para paliar en lo posible esta situación, los padres y madres se sienten en la obligación de dar a sus hijos la mejor y más variada formación posible. Una errónea interpretación de este hecho les convierte en hiperpadres, padres helicóptero... en sobreprotectores".
El resultado de estar tan encima de nuestros hijos no es tan positivo como nos creemos: "uno de los síntomas más claros de los padres y madres que sobreprotegen a sus hijos es cuando parece que han vuelto a la escuela y se encargan de hacer las tareas escolares de sus hijos. Bajo la excusa de ayudarles, les sustituyen, siendo ellos los que acaban haciendo los deberes, siendo ellos los que buscan la información que necesitan para realizar sus trabajos académicos e incluso se los redactan. No dejar que tus hijos sean responsables de sus tareas, ante sus obligaciones tiene un efecto perverso, totalmente contrario al que se persigue", nos explica Salva.
Lo que por supuesto también afecta al resto de profesionales que intervienen en el desarrollo de nuestros hijos, como es el caso de los profesores: "creo que el resultado más grave y evidente es la perdida de autoridad de los docentes con respecto a las familias, lo que afecta de forma evidente a su labor educativa. Es fundamental recuperar la sintonía y que profesores y familias compartan valores y estrategias educativas."
Según Salva en la escuela tradicional también se sobreprotege al alumno al transmitirle de forma directa y acrítica el conocimiento: "en la escuela los alumnos deben ser provocados, retados y desafiados de manera que se conviertan en creadores de conocimiento, con un gran espíritu emprendedor, fuertes dosis de creatividad y espíritu crítico".
El Underparenting, ¿la solución?
Olvidar las grandes expectativas, relajarse, hacer de tripas corazón y dejarles hacer solos ese recado, enseñarles a abrir esa lata solos o a atarse unos cordones en los zapatos. Que se aburran, que jueguen, que se preparen solos el desayuno.
Suena a caos, a peligro, a que van a dejar toda la encimera llena de Nocilla y migas de galleta. A que tendrán alguna caída aparatosa, pero también algo que contar. Nos cuesta la vida darles esa independencia y esa libertad, a dejarles hacer y equivocarse y a tomar sus propias decisiones.
Pero nosotros nos criamos así, ¿verdad?
Lo llaman Underparenting o sana desatención, pero es la paternidad relajada que hemos conocido los que nos criamos en los 70, 80 y 90. Nuestros padres nos cuidaban y nos querían, pero no estaban todo el día encima de nosotros. Nos escuchaban cuando teníamos problemas y nos daban su visión, pero no iban en persona a resolverlos. Esperaban buenas notas, pero no se sentaban con nosotros a hacer los deberes. No éramos el centro del Universo.
En el fondo practicar esta sana desatención significa promover la responsabilidad y la empatía, dar tareas a los niños tanto dentro como fuera de casa, enseñarle los básicos que van a necesitar en su día a día y dejarles que experimenten en persona las cosas buenas y malas de la vida, mientras no apartamos la mirada, pero permanecemos apartados en un discreto lugar.
Sin embargo, no es fácil calcular el grado de hiperpaternidad que sufrimos o incluso detectar que pecamos de exceso. Eva Millet, periodista, madre de un niño, de una niña y del libro del que os hemos hablado anteriormente, de la web Educa2 y de este test se ha prestado a ayudarnos a averiguar qué hay que hacer para no caer en la hiperpaternidad. Lo primero que le preguntamos es qué hay que hacer, el primer paso a dar, cuando nos damos cuenta de que estamos pecando de papás obsesivos.
"El primer paso es relajarse. La hiperpaternidad tiene muchas consecuencias pero una de las más importantes es que provoca un enorme estrés familiar. En especial, para las madres (quienes suelen ser las que cargan con el peso logístico de este modelo) y, también, para los hijos, que sufren el ir corriendo de extraescolar en extraescolar y de experiencia mágica en experiencia mágica todo el día. Para relajarse hay que buscar espacios en blanco, sin planificar, en las agendas familiares y, los padres, pensar que la infancia no es un "campo de entrenamiento" con el fin de crear un super-hijo sino una etapa fundamental en la que hay que crear una persona, con sus virtudes y sus defectos, que sepa defenderse, ella sola, en la vida.", nos explica Eva. "Para ello, sin embargo, hay que confiar en los hijos, lo que a muchos padres les cuesta una barbaridad. Confiar en que serán capaces de hacer sus deberes sin ayuda, de cargar con su mochila, de volver a casa solos, de hacerse su cama o cocinarse un huevo frito o de resolver sus problemillas con sus amigos y maestros."
Está claro que lo importante es el día a día.
Eva también añade que "es verdad que puede sonar un poco bestia pero no se está diciendo que dejemos a los hijos desatendidos, ojo, si no que no les prestemos la atención excesiva que parece que se les tiene que prestar ahora y que no anticipemos problemas donde no los hay. Yo creo que la base es el sentido común: cuando un niño interrumpe una conversación, por ejemplo, sin que haya una necesidad urgente de este, no hace falta dejar al otro con la palabra en la boca y enfocarse en la criatura de inmediato —lo que pasa cada vez más— si no, hacerle entender mediante un signo, por ejemplo, que ahora no es el momento".
Como sostiene en su libro "hemos de estar con ellos, no encima de ellos ni detrás de ellos todo el día. La autoestima del hijo no se consigue haciéndole las tareas al hijo y que este saque un 10. Se consigue cuando el hijo saca una buena nota porque ha estudiado solo o supera un problema por si mismo. La hiperpaternidad les transmite este mensaje: tu no puedes y les roba algo tan fundamental para la vida como es la adquisición de la autonomía. Con la mejor de las intenciones, los incapacitamos...", añade.
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Fotos| I don´t know who se does it, The Nanny Diaries, Joy, el nombre del éxito.
En Trendencias|Me he quitado del grupo de WhatsApp de la clase de mi hija (y os cuento por qué)
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