Es verdad: ser madre es un trabajo a tiempo completo, pero no es incompatible con hacer otras cosas igual de importantes, interesantes, divertidas o agotadoras, por poner unos pocos ejemplos. O cincuenta y cinco.
1.- Ganar un cliente muy importante y convertirte en la heroína de la oficina.
2.- Mirar a ese chico tan mono que hay en el fondo del vagón.
3.- Ganar una competición poniendo cañas.
4.- Bailar como si no hubiera un mañana.
5.- Ver una y otra vez este gif y suspirar… una y otra vez.
6.- Olvidar que tienes que hacer la cena esta noche. Otra vez.
7.- Obsesionarte con esos zapatos de tacón imposibles que has visto en un escaparate.
8.- Cambiar de opinión una, dos, tres o quinientas veces.
9.- Llamar a tu pareja sólo para decirle “te quiero”.
10.- Caer en la tentación y comprarte esos zapatos, aunque sean incompatibles con tu día a día.
11.- No dejar escapar la oportunidad de quedar con tus colegas de siempre.
12.- Llorar porque no tienes nada que ponerte. Igual que cuando tenías veinte años.
13.- Echarte la siesta de los justos en el transporte público.
14.- Contar un par de mentirijillas inocentes.
15.- Tener chocolate escondido en sitios secretos.
16.- Soñar con atractivos extraños.
17.- O con Michael Fassbender.
18.- Tener esta imagen como fondo de pantalla, vamos.
19.- Pedir ayuda cuando no puedas más.
20.- Cantar a grito pelado éxitos de los 90 cuando estás sola en el coche.
21.- Mearte de la risa.
22.- Meterte mano en el sofá con tu pareja cuando nadie te ve.
23.- Ser muy competitiva: en el trabajo, en el gimnasio, en la reunión de padres...
24.- No tener miedo a hacer algo por si no te salen las cosas como esperabas.
25.- Hacer el ridículo con todas las de la ley.
26.- Enamorarte de Harry Styles, igual que tu hija mayor.
27.- Tener asumido que jamás podrás hacerlo todo. Y que no pasa nada.
28.- Leer la receta entera antes de meterte en faena.
29.- Estar. Ser. Ahora mismo. Tú y este segundo. Sin preocuparte por lo de ayer o por lo que vas a tener que hacer en cinco minutos.
30.- Asumir que te has comido las chuches que tus hijos trajeron de un cumpleaños. Borrón y cuenta nueva.
31.- Ser muy amable sin esperar nada a cambio.
32.- Estar como un cencerro y ser la mejor imitadora de Chiquito de tu departamento.
33.- Empezar a buscar campamentos de verano y acabar en tu tienda online favorita mirando tops.
34.- Tener las siguientes quince vacaciones planificadas… en tu cabeza.
35.- Sonrojarte por el piropo de un desconocido.
36.- Cotillear como la que más.
37.- Pillarte un berrinche porque llevas una carrera en las medias.
38.- Volver a estudiar.
39.- Irte a dar una vuelta cuando ya no puedas más.
40.- Tener un secreto.
41.- Y algún vicio oculto.
42.- Sentir un flechazo.
43.- Experimentar un subidón cuando tus jefes te felicitan.
44.- Tener un día malo, malo, malísimo… de esos en los que la única solución es comer comida basura a porrillo, ver mucha tele y refugiarte en el sofá debajo de una manta.
45.- Ser ambiciosa y querer llegar muy lejos.
46.- Levantarte con el guapo subido.
47.- Interesarte por las películas que estrenan y las exposiciones de tu ciudad, aunque las posibilidades de que puedas ir a verlas son tan remotas como de que vuelvas a entrar en esos vaqueros de hace diez años.
48.- Estar tan al día de lo último en tratamientos estéticos como de las nuevas teorías para educar a los críos.
49.- Ver la gracia a los chistes más escatológicos.
50.- En general, tener un sentido del humor un pelín inquietante…
51.- Hacerte la interesante con ese nuevo cliente.
52.- Aburrirte.
53.- Ser estrafalaria.
54.- Preocuparte por esa curva que se está yendo de madre más que por tu nevera llena de telarañas y la familia que tienes que alimentar.
55.- Sentir que, a pesar de todo este tiempo y de todas las cosas que han cambiado, tú sigues siendo la misma de siempre.
Fotos: Unsplash.com, Pixabay.com
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