Parece ser que ya he alcanzado esa edad en la que la gente me pregunta sin pudor que si no voy a tener hijos. Que estoy en el mejor momento de mi vida para tenerlos, que si el reloj biológico no me hace tic tac. Pero es que yo no quiero ser madre, ni me siento preparada para serlo. Y tampoco veo todas esas señales que parecen indicar a todo el mundo (menos a mí) que esta sería la ocasión de lanzarse. Es más, creo que esto de no ver las señales le pasa a muchísimas mujeres.
Sé perfectamente a qué se refieren cuando hablan de que este es el mejor momento. Tengo independencia económica, una relación estable, un hogar propio y una vida más o menos ordenada. Y, sobre todo, estoy en mis 31, una edad más que decente para ponerse a ello. Como diría mi madre, “yo a tu edad tenía ya dos hijos”. Pero yo todas estas circunstancias no las he interpretado de la misma forma.
Quizá sea porque a mí nunca me han gustado demasiado los niños. O porque la única vez que me he oído decir a mi misma que quería ser madre era con 12 años, cuando me preguntaban cómo sería mi vida de mayor y yo contestaba que tendría un armario enorme, un perro y dos bebés, un niño y una niña. No sé de qué película debí sacar todas esas ideas pero solo he conservado una: la del perro. Definitivamente no, no seré madre. Porque para mí todas esas señales significan otra cosa, y porque no todas nosotras hemos sido llamadas por el camino de la maternidad.
Las llamadas señales de la maternidad
Muchos consideran que llegar a los 30, tener dinero, trabajo estable y novio es el cuadro perfecto para pensar en ser padres. Ahorros, empleo y vida en pareja es sinónimo de bebé. Pero lo que yo siento es que por fin, después de mucho estudiar, buscar trabajo y ahorrar para independizarme puedo parar a disfrutar y a vivir de verdad. Si no he podido pagar el alquiler hasta hace poco, ¿cómo iba yo a estar preparada para ser madre ni aunque quisiera?
Lo de la maternidad no me queda tan lejano. El baby-boom ya se ha extendido entre mi círculo más cercano. Por eso muchos me preguntan que si ver a mis amigas convertirse en madres y ser más felices por ello no hace que mi reloj biológico se despierte. Lo cierto es que no, al contrario. Soy feliz por ellas, adoro a mis “sobrinos”, pero esa no es la vida que yo quiero y elijo tener. Y es que, como venía diciendo, no todas tenemos que querer ser madres para ser felices.
Parece que pocas mujeres ven las señales de la maternidad claras
Esta decisión de dejar la maternidad fuera de mi vida no ha sido tomada a la ligera. Ni muchísimo menos. Por supuesto que discutí conmigo misma sobre mis objetivos y futuro y me costó llegar a la conclusión de que ese camino no era para mí. Pero desde que me escuché de verdad y decidí que no quería, jamás he cambiado de opinión.
También me he atrevido a preguntar a personas cercanas que ya lo han sido, para saber si ellas vieron las señales claras o les paso lo mismo que a mí, con la diferencia de que ellas sí se lanzaron a la piscina. Mi mejor amiga me lo dijo alto y claro: “Ser madre es maravilloso y quiero muchísimo a mi hijo, pero si no es la ilusión de tu vida no tengas hijos”. Y no, no lo es. Así que no los tendré, pero querré muchísimo al suyo.
No he sido subjetiva ni he barrido para casa, también he preguntado a personas que sí recomiendan la maternidad. Y esto es lo que tienen que decir al respecto de las señales y de una decisión que cambia la vida.
"Nunca he tenido mucho instinto maternal. Incluso en algunas épocas pensé en no ser madre, pero llegó un momento que por edad y circunstancias me apeteció. No creo en las señales o en tener instinto maternal. Pienso que las mujeres tenemos un reloj biológico y unos años críticos, si no tenemos los hijos ahí es mejor no tenerlos. Y si las circunstancias no acompañan es casi mejor olvidarse y no obsesionarse con ser madre." - Laura, 43 años, madre de dos hijos que tuvo con 34 y 37 años.
Laura me deja más tranquila con respecto a lo no sentir las señales de la maternidad, porque lo cierto es que yo conozco muy pocas personas que de verdad las hayan sentido. También me abre un poco más los ojos al hecho de que por no sentirlas no significa que renuncies a la maternidad.
"Yo nunca sentí la llamada de la maternidad. En su día, era lo que tocaba. Mi pareja tenía muchas ganas y yo no lo pensé mucho. Pero luego fue lo mejor que me ha pasado. Sin duda, lo que más deseo para las personas que quiero. Creo que si lo piensas mucho, a no ser que seas una mujer con un gran instinto maternal, no tienes ganas. Así que si no piensas que odiarías ser madre y no quieres ser madre, es posible que cualquier momento sea el momento. Si piensas con la cabeza, ves todas las renuncias que tienes que hacer y es difícil sentir la llamada. La cosa es que no sabes todas las ventajas que tiene y todo lo feliz que eres cuándo tienes a tus hijos dentro de ti y entre tus brazos." - María, 46 años, madre de dos hijas que tuvo con 30 y 33 años.
Tras escuchar a personas que admiro hablar de su maternidad como una de las cosas más importantes de su vida, saco varias conclusiones. En primer lugar, me ayuda a comprender mejor la insistencia que algunas de las personas que son madres tienen con las que no lo somos para que lo seamos. En muchas ocasiones malentendemos y confundimos prejuicios con desearnos algo que ellas sienten como maravilloso. Las mujeres que son madres no siempre juzgan a las que no quieren serlo, a veces de verdad les desean una experiencia maravillosa que ellas ya conocen.
Yo me alegro por ellas y estoy segura de que también querría mucho a mi hijo si lo tuviera. Pero ni por esas me convencen. Ni las señales se ven más claras (aunque al parecer ninguna las ve cristalinas antes de lanzarse) ni mi opinión ha cambiado. Solo me ha servido para saber que hay mujeres distintas, con vidas distintas y formas de ser feliz. Y yo elijo la mía.
Lo que yo siento cuando pienso en ser madre
Llegado este punto, he sopesado todas las posibilidades de mi vida. Y sé con seguridad que la maternidad no está entre ellas. Porque aún me siento una persona que está comenzando a disfrutar de su libertad y vida independiente. Pero sobre todo, porque no tengo instinto maternal alguno ni ganas de cambiar cómo es mi vida en este momento.
El hecho de que en mis 31 aún sienta que estoy comenzando a vivir mi vida de verdad no es algo poco común. Somos muchas las mujeres que han tardado en dejar de compartir piso, en tener un nivel económico decente y con ello una independencia muy deseada. Esto me hace pensar si nuestro estilo de vida actual hace que la maternidad se retrase, llevando a muchas de nosotras a posponerla (y a veces incluso tener que recurrir a técnicas de reproducción asistida).
Los bebés me gustan, pero solo los que son de personas que quiero. No pretendo con ello ofender a nadie, pero sí conseguir que quienes no comprenden porque una mujer decide no ser madre puedan, al menos, respetarlo. Soy una persona feliz, rodeada de gente que quiero y me siento completa así. Y tras investigar un poco, he llegado a la conclusión de que con mi decisión es suficiente, porque esas señales de la maternidad empiezan a parecerme un mito.
Fotos | Sexo en Nueva York, Cómo Conocí a Vuestra Madre, House of Cards, Shameless.
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