Por qué todo el mundo debería saber su tipo de apego

Si has tenido ansiedad, depresión o problemas sentimentales, existe una teoría en psicología conocida como "[teoría del apego][1]" que te puede ayudar a llegar a la causa de tus problemas y hacer que entiendas mejor lo que te pasa.

La teoría del apego fue desarrollada por el psiquiatra británico [John Bowlby][2] durante los años 60 y explica la forma en la que nuestros cerebros están programados para ayudarnos a sobrevivir y prosperar en el entorno en el que hemos nacido.

Tanto nuestra autoestima, como la capacidad de controlar nuestras emociones y la calidad de nuestras relaciones se ven afectadas por nuestro tipo de apego. Desde hace más de 50 años sabemos que los tipos de apego pueden [predecir y explicar][5] el comportamiento de los niños y las [investigaciones más recientes][6] han demostrado que los tipos de apego continúan teniendo un efecto en nuestro comportamiento durante la edad adulta.

Cuatro tipos de apego

Los niños desarrollan uno de los [cuatro tipos principales de apego][7] en respuesta a los cuidados que reciben de sus padres o de otros cuidadores durante su infancia. Los cuidadores que se preocupan mucho por las necesidades del niño promueven un "tipo de apego seguro". Por otro lado, los cuidadores que se angustian y se distancian cuando los niños sienten malestar crean un "tipo de apego evitativo". En cambio, los cuidadores que responden con sensibilidad pero suelen distraerse de sus responsabilidades como cuidadores crean un "tipo de apego ansioso". Por último, los cuidadores que hacen daño a los niños mediante negligencias o abusos crean un "tipo de apego desorganizado".

Cuando somos niños desarrollamos un tipo de apego que nos protege programándonos para comportarnos de forma concreta hacia nuestros cuidadores si tenemos ansiedad o miedo. Este tipo de comportamientos provocan una respuesta en nuestros cuidadores que, idealmente, debería ser protectiva.

Nuestros cerebros están programados mediante la relación que tenemos con nuestro principal cuidador. Durante este proceso, aprendemos a reconocer y controlar nuestras emociones y creamos una "plantilla" que nos sirve de guía para nuestras interacciones sociales y nos informa sobre si otras personas nos valoran y de qué manera.

Modelo defectuoso



Una persona con un tipo de apego seguro se siente valorada por otras personas, pudiendo confiar en ellas para que le ayuden y es capaz de controlar sus emociones. En el extremo opuesto del espectro, una persona con un tipo de apego desorganizado no se siente valorada por otras personas, pierde el control de sus emociones con facilidad y recurre a la manipulación para hacer que otras personas le ofrezcan ayuda.

Cuando sentimos ansiedad o tenemos miedo, el patrón de conducta creado durante la infancia nos dice cómo reaccionar. El mundo en el que vivimos suele ser diferente al mundo en el que nacimos y cuando se formó nuestro estilo de apego, de ahí que la forma en la que reaccionamos a lo que nos pasa no siempre sea la más adecuada. Por ejemplo, una persona con un tipo de apego ansioso que habla constantemente sobre sus problemas puede perder amistades por que se ven frustradas ante su incapacidad de ayudar.

Las investigaciones muestran como el tipo de apego afecta a nuestro rendimiento en muchas facetas de la vida, incluyendo [la salud física y mental][8], la búsqueda de una pareja sentimental compatible y nuestro comportamiento en contextos familiares, sociales y laborales. El tipo de apego incluso afecta a [nuestras creencias religiosas][9], nuestras [relaciones con las mascotas][9] y si [nos sentimos seguros en nuestra propia casa][11].

Una vez que sabes cuál es tu tipo de apego (algo que puedes descubrir fácilmente completando una encuesta online) serás capaz de predecir de qué manera responderás normalmente ante diferentes circunstancias. Por ejemplo, si tienes un tipo de apego evitativo, tu miedo al rechazo hará que decidas no pedir un ascenso en el trabajo.

Cuando te das cuenta de que tu miedo al rechazo se debe a las dificultades de tu cuidador durante tu infancia, podrás cambiar la forma en la que ves las cosas. Saber cuál es tu tipo de apego te puede ayudar a desarrollar un estilo de apego más seguro, así que averigua cuál es tu tipo de apego: no hay mal que por bien no venga.

Autora: Helen Dent, profesora emérita de psicología forense y clínica, Universidad Staffordshire

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Fotos | iStock
Traducción | Silvestre Urbón

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