Estamos a nada del gran día de los Reyes Magos. Una noche tan esperada para pequeños como para los mayores que la vivimos con gran ilusión.
Aunque las familias estemos en la distancia este año (cuidando de que nadie se contagie), siempre ponemos una especial atención en los más pequeños de la casa, queremos transmitirles la magia de la Navidad que a nosotros nos enseñaron de niños. Y sobre todo en la época que estamos viviendo hacemos incluso más esfuerzos para que no se vea truncada de ninguna manera.
Tíos, abuelos, amigos... Todos harán lo imposible por hacer llegar una muestra de amor y cariño a nuestros hijos, a través de sus presentes. Sin embargo, a veces esta gran motivación se traduce en regalos y más regalos, y puede irse un poco de las manos y llegar a ser excesivo.
Para algunos padres es una preocupación de esta época del año: ¿cómo gestionar tantos regalos de Navidad con la familia? Los niños están expuestos a tantas cosas en tan poco tiempo que se vuelve difícil.
Una de las tareas que como padres debemos tener presente es la de darles lo mejor siempre y sobre todo darles recursos y herramientas para la vida. Y en esta época se vuelve más complicado por muchas situaciones que pasan a nuestro alrededor y que a veces no podemos controlar del todo.
Hagamos una reflexión como padres que nos servirá como punto de partida ¿Por qué, como adulto que soy, estoy permitiendo que ocurra este exceso de regalos? ¿Lo hago para caer mejor a la familia política? ¿Para evitar disgustos? ¿Porque mis hijos tienen el mismo derecho que mis sobrinos de recibir regalos? ¿Tengo un sentimiento de culpa que me empuja a hacerlo por compensar? Puede haber más razones por supuesto, simplemente hay que parar a pensarlo: ¿Cuál es la razón por la que no ponemos límite a esto, como padre o madre que somos? ¿Pasaría algo si todas esas cosas se las vamos dando poco a poco, en vez de dárselas de una vez? ¿Qué pasaría si no reciben tantos regalos?
Después de esta reflexión, hay que recordar algo que seguramente no será nuevo, sin embargo no esta de más volver a ello: cualquier tipo de exceso en la vida es malo. También los regalos físicos: un juguete, una videoconsola...
Cuándo hay demasiadas cosas, se dejan de apreciar, no se disfruta y no se focaliza la atención. Al contrario: son tantos los estímulos que deja de tener el valor que precisamente queremos que tenga.
Si te das cuenta, cada uno de los regalos es elegido con mucho cariño, pensado especialmente para tu peque. Es como si cada regalo tuviera su sello. Pero cuando hay demasiado conseguimos lo contrario: ese valor y esfuerzo que se le ha puesto, se esfuma.
El cerebro de un niño no esta listo para recibir tantos estímulos, porque aún es muy pequeño para gestionarlo. Y precisamente cuando hay mucho de algo no puede centrar su atención, más bien se dispersa.
Y es que hay muchas formas de demostrar nuestro cariño y amor, que no solo se puede traducir en regalos físicos, el amor se puede demostrar: Con regalos, efectivamente, recibir algo que nos gusta siempre hace mucha ilusión. Pero también experiencias, momentos juntos. Una merienda, una salida al cine, una escapada al campo, un paseo para ver las luces de Navidad... Se puede demostrar también con servicios: te recojo, te llevo, invito a merendar a tus amigos a casa, te preparo tu comida favorita...
Con caricias y palabras cariñosas. Por ejemplo: “Qué bonito es estar contigo”. Estas distintas formas de regalar también es necesario incorporarlas en la vida de los niños ya que influirá en cómo ven el mundo y ampliarán su concepto de regalo. Tú como madre o padre sabes ya que vivir una experiencia con alguien que quieres siempre se queda en nuestro corazón. Incluso es un buen momento de comunicación y de conexión con tu hijo. De esta manera no siempre van a relacionar a una persona con un regalo.
Consejos prácticos para gestionar los regalos
Traemos unos consejos que nos ayudarán a gestionar el exceso de regalos, y quiero que sepas que en particular el primer consejo es el que seguramente costará más trabajo, pero es mejor que cuando los leamos sigamos pensando en la reflexión del inicio del artículo.
Y recordemos que gestionar esto no es un trabajo que tienen que hacer los pequeños, lo tenemos que hacer los adultos, como parte de nuestra responsabilidad que es enseñarles recursos para su vida futura.
Dosifiquemos la entrega de los juguetes, es decir no pongamos todos a la vez. Puedes poner en el árbol de Navidad uno o dos regalos, sobre todo el regalo que más ilusión le hará a tu peque. El que él o ella han pedido en su carta.
Seguro que se va a entretener horas con ese juguete. Los demás juguetes ya se decidirá en qué momento se les darán.
Enseñar agradecimiento
Cuando vayas entregando los juguetes, siempre hay que parar bien y decirle quién lo ha regalado (quién lo ha escrito en su carta a los Reyes). Incluso tomar una foto y vídeo de cuando lo abrió, para mandárselo a la tía o abuela (siempre dentro de las posibilidades de comunicación que tenga cada niño por su edad). Eso les hará muchísima ilusión a ambos. Con este diminuto gesto haremos que los pequeños también le den valor a las cosas y tengan presente que ese regalo es una muestra de cariño de alguien que lo quiere.
Otro consejo importante es que siempre que entren nuevos juguetes, otros se tienen que guardar. Esto se hará con el fin ayudarlo a focalizar su atención. ¿Cómo se lo podemos proponer? "¿Te parece que guardemos algunos juguetes que ya no utilizas tanto, cómo este, por ejemplo, para que puedas jugar mejor con el nuevo juguete , y así tengas más espacio en el salón?". Serán juguetes con los que lleven mucho tiempo sin jugar y hay que encontrar el consenso junto a ellos.
Regalarles lo que piden
Y el último consejo de cómo gestionar los regalos con la familia es uno de lps más enriquecedores para los pequeños como experiencia.
Los niños siempre saben lo que quieren, sean carritos, muñecas, un personaje de dibujo animados, unicornios... Regularmente tienen una especial fijación con algo que cuándo lo ven, sus ojos se iluminan. Lo piden de manera constante.
El mejor regalo para un niño es algo que le conmueve, algo que realmente quiere. ¿Por qué pasa esto? Saben que necesitan experimentar o vivir algo que ese juego o juguete les va a dar. Aunque ese juguete posiblemente ya lo tengan, o en 2 o 3 semanas le deje de interesar... No pasa nada, es su interés y hay que respetarlo.
Nos enfocamos mucho en buscar algo que sea útil para ellos, o que necesiten, o que a nosotros nos guste, pero ¿realmente estamos tomando en cuenta el gusto de nuestros hijos?
Cuando pones atención en lo que tu hijo realmente te esta pidiendo, primero es una inyección a su autoestima, se sentirá tomado en cuenta y sentirá que lo escuchan y sobre todo que respetan sus intereses.
Es como si a ti te gustan los zapatos y te regalan bolsos, te podrá gustar o no, pero si te hubieran regalado zapatos, lo disfrutarías quinientas veces más y sentirías que la otra persona te conoce y te quiere.
Ahora bien, si sabes que en Navidad habrá muchos regalos y esto no hay forma de limitarlo, lo mejor es decirles a tus familiares que se pongan de acuerdo para regalarles cosas que complementen el regalo principal. Si a tu peque le gusta un cochecito en especifico, uno le puede regalar el cochecito, otro pistas o circuitos, otro un garaje, una estación de gasolina, etc..
Es decir, trataremos que los regalos tengan un sentido en conjunto. Esto es muy bonito porque hace que el niño se sienta completo, sin que sea todo lo mismo. También la persona que pueda regalar menos, sabe que su aportación tiene que ver con el interés del niño.
De esta manera amplias las posibilidades de juego, le ayudas a ampliar su creatividad y amplias su universo. Vas creando un escenario centrado en su propio interés.
Recuerda dosificar la entrega. Porque se lo des una semana después, no lo va a querer, al contrario le va dar el valor a cada cosa. Le ayudarás a enfocar su atención y a enriquecer su experiencia en el juego y por lo tanto en la vida. Le estarás dando distintas posibilidades, distintas formas de ver la vida y recursos para toda su vida, enseñándoles la magia de la transformación.
Lorena García Piña, autora del texto, es Directora del Centro Andares, experta en desarrollo infantil, disciplina positiva y en terapias de juego. Andares es un proyecto educativo que aborda el desarrollo infantil desde la crianza positiva y el juego.
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