¿Tienen nuestros hijos demasiados deberes? Hacemos un seguimiento de siete niños de Primaria.

Seis horas y media de ejercicios a la semana. Según la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) España es uno de los países donde más deberes se ponen, pero ¿realmente las tareas son imprescindibles para el desarrollo intelectual de los peques, les preparan para el futuro o sólo sirven para generar frustración entre niños y padres?

¿Deberes sí o deberes no? He aquí el gran debate de los últimos años, lo que nos tiene a todos los padres en pie de guerra, ambos bandos afilando su lápiz del número 2 y dispuestos a defender sus argumentos por orden alfabético. Por un lado los que piensan que los deberes enseñan a los niños a tener una rutina de trabajo. Por otro lado, los que piensan (pensamos) que vivimos en un sistema obsesionado por las horas extras y los deberes son las "ídem" para los más pequeños.

Pero lo peor no es el debate que ha generado, sino que cada vez hay más padres que tenemos dudas sobre la eficacia del sistema. ¿Qué sentido tiene que mis hijas pasen tantas horas en el colegio si cuando salen de allí tenemos que seguir repitiendo lo mismo que han estado haciendo durante todo el día?

No estoy a favor de que los niños se pasen la tarde vagueando en el sofá. Es más, soy de esas madres que tienen controlados los horarios televisivos y para que les deje jugar una hora seguida a la Wii debe producirse una extraña confluencia planetaria donde la órbita lunar confluya con Venus en su punto álgido. Me preocupa su futuro como a la que más y quiero que se conviertan en adultos de provecho. Pero ¡son niñas! En mi humilde opinión los niños necesitan jugar o, al igual que los adultos, descansar y pasar un buen rato tocándose la barriga. Tras una dura jornada de trabajo propia me produce una tristeza infinita tener que sentarme en el pupitre de mis hijas a pasarnos una hora discutiendo porque esa división por dos cifras no nos sale. Las tres estamos cansadas. Las tres estamos deseando finiquitar este trámite. Las tres deseamos pasar un rato juntas, pero no de esta manera.

Pero quizá mi caso es particular. Quizá no está pasando en todos los hogares de España. Aunque algo debe estar pasando cuando cada vez oigo más voces a mi alrededor protestando por la carga de deberes. Cada vez leo más artículos en medios de comunicación sobre el tema. O cuando el año pasado saltó a la palestra este vídeo:

El vídeo formaba parte de una campaña iniciada por Eva Bailén, ingeniera de Telecomunicaciones, junto a una petición de firmas en Change.org “por la racionalización de los deberes en el sistema educativo español”. ¿La razón? Estaba harta de ver cómo su hijo, que cursaba quinto de primaria, apenas tenía tiempo para jugar con sus hermanas.

"España es uno de los países donde más deberes se mandan y donde hay más horas lectivas”. Enric Roca, profesor de Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona y director de la iniciativa Edu2.

La impresión que tenemos todos los padres es que no sirve para nada pasarse la tarde encerrados en casa animando a los críos para que no decaigan con tanta tarea. Los resultados en el informe PiSA de nuestro país siguen siendo decepcionantes y nuestro nivel de abandono escolar altísimo, lo que por otra parte, empiezo a comprender. No sé si yo hubiera tenido tanta fuerza de voluntad a su edad. O con unos cuantos años más. Pero como me imaginaba que no podía dejarme llevar sólo por mi experiencia, comencé a recoger testimonios de otros padres, de otras ciudades, de otras formas de vivir cada tarde de deberes. Sólo así podría hacerme a la idea de cómo era para otros vivir con este dramón que yo vivo a diario como si se tratase de un culebrón venezolano. Uno por día de la semana.

Lunes: Sandra (8 años), Madrid.

Alicia, la madre de Sandra, tiene mucha suerte. Tiene un trabajo que le permite ir a recoger a su hija todos los días a las cinco de la tarde al colegio. “Lo malo es que no podemos hacer nada más. Ni al parque, ni a comprar, ni a extra-escolares… Salimos corriendo para casa porque si perdemos tiempo llegamos a la hora de la cena y aún no hemos terminado con las tareas”. Sandra tarda una media de dos horas en hacer los deberes cada día: “tiene que hacer una hoja de caligrafía, otra de problemas, cuatro operaciones y lo que no haya terminado en clase”. Lo que no haya terminado en clase es el verdadero problema. “A diario trae varios ejercicios de matemáticas y otros tantos de lengua. Y hay días que también de otras asignaturas. Si los ves apuntados no parece tanto; el problema es que tiene que copiar todos los enunciados y nos lleva horas”.

Martes: Pedro (10 años), Las Palmas de Gran Canaria.

Sole, su madre, se considera la madre guerrera del colegio: “llegar a casa todas las tardes cerca de las 5 y que haya que sentarse al menos durante una media de una hora y cuarenta y cinco minutos o dos horas (si no más) me parece demencial. No entiendo eso de escribir los enunciados de los ejercicios en la libreta. Si es por la ortografía busca algo que les motive, cosas como escribir un relato corto, copiar una poesía infantil, una adivinanza… Creo que ese método los aburre y ni se enteran de lo que tienen que hacer".

Lo que podrían hacer en veinte minutos se convierte en una hora y media de deberes para copiar tres hojas”. Sole (La Palma de Gran Canaria).

Ella no se considera partidaria de abolir completamente los deberes, pero sí quiere hacer una llamada de atención a la cantidad de ellos. “¿Por qué no poner unos días unas asignaturas y otros días otras?”. Lo que no considera ni normal, ni lógico o sano es mantener a los niños y adolescentes pegados a la silla dos horas más después de haber pasado otras seis sentados en el colegio: “ahora tenemos al pediatra mosqueado porque hace menos deporte… Así que a elegir deporte o que duerman menos. Nos machacan en el colegio con que tienen que tener tiempo de descanso y deporte, pero si llego a casa cerca de las 5, merienda, se ducha y se sienta son las 6, si terminamos los deberes a las 8-8,30.... Tranquilos que hasta las 9,30 nos da tiempo de ir a jugar con el sereno del barrio al fútbol".

Miércoles: Lucas (7 años), Barcelona.

La madre de Lucas está encantada este año: “nos ponen a principio de la semana la lista de deberes que hay que hacer y nosotros decidimos cómo los repartimos”. De esta manera podemos ir a piscina a entrenar o a patinaje, la pasión de Lucas. “Si tenemos patinaje los martes y sabemos que hasta las 8,30 no vamos a llegar a casa, y además lo vamos a hacer cansados, intentamos adelantar el lunes o hacerlo los miércoles”. De esta manera no tienen ningún problema en completar la lista de tareas cada semana. Y tampoco se les hace pesada.

Jueves: Andrea (8 años), Gandía.

Andrea tiene síndrome de déficit de atención diagnosticado e independientemente de que aprueba los exámenes, su profesor se niega a hacerlo porque en su opinión no tiene comprensión lectora. Paloma, su madre nos cuenta que el profesor le dijo “que se olvidara de jugar y que se habían acabado las extra-escolares. ¡Con ocho años!”. Una tarde significa sentarse a las 5,30 y levantarse a las 8,30. Sin parar. ¿Lo primero? Tiene que leer un cuaderno de comprensión lectora y responder unas preguntas. Pero además tiene que estudiar valenciano, que está al mismo nivel que lengua y matemáticas con el doble de tareas. Todo eso sumado al hecho de que tiene exámenes todas las semanas, una evaluación continua de tema en tema. Su madre se queja “es que aunque quieras estar al día, es imposible”. Aprovechan el trayecto del cole a casa para que Andrea meriende en el coche, porque no les tiempo a hacerlo en casa. “Y es imposible ducharse a diario, un día sí y otro no; no podemos perder tanto tiempo”.

"Me dijo que la niña se olvidara de jugar y que se habían acabado las extra-escolares. ¡Con ocho años!”. Paloma (Gandía).

Viernes: Laura (11 años), La Coruña.

Tanto Laura como su hermana tienen un montón de deberes a diario, pero a sus padres les parece bien. "Parto de la base de que a nosotros nos gustan los colegios con cierto nivel de exigencia académica y que nuestras hijas siempre han respondido bien a esa exigencia", nos cuenta su madre, pero también aclara: "no creo en los deberes que mandan los profesores que no son capaces de cumplir con el temario en horario escolar, es decir, los que mandan cuando por falta de tiempo u organización no se han podido realizar en clase. No creo en los deberes que pretenden convertir a nuestros niños en copistas, escribanos o futuros funcionarios, ejercitando la memoria hasta límites insospechados. No creo en los deberes que quieren convertir a padres y madres en artesanos cualificados. No creo en los deberes que dejan a los niños sin tiempo para ocio, familia o amigos". En su opinión, los deberes son necesarios cuando ayudan a reforzar lo dado en clase, enseña a los niños a pensar por su cuenta, investigar, a ser creativos, conscientes de su trabajo y de su esfuerzo. "Porque esto les hará personas responsables y maduras, capaces de enfrentarse a todas las dificultades que se van a encontrar a lo largo de su vida. Entonces sí que podremos decir que el sistema educativo funciona."

Sábado: Rodrigo (10 años), Toledo.

Rodrigo tiene una hora y media de deberes a diario, pero los fines de semana trae mucho menos. Aunque eso no supone bajar el ritmo para sus padres, pues al estudiar en un colegio bilingüe este año las materias como naturales y sociales se le están haciendo especialmente duras. "Y yo no sé nada de inglés", reconoce su madre, "así que me dedico a traducir con Google los esquemas que tiene que estudiar para poder entender de qué estamos hablando. Además, el año pasado nos dimos cuenta de que había términos que sabía decir en inglés, pero no en castellano. Mi hijo no sabía qué era un pistilo, pero sí un pistil, así que también me ocupo de estudiar cada lección dos veces, una en inglés y otra en castellano". Los fines de semana son especialmente estresantes porque tienen que ponerse al día con todo el estudio al que no han podido dedicarse entre semana. "Nos han dicho que el año que viene tenemos una "reválida", pero que las preguntas serán en castellano. Si los temarios son en inglés y no le explican, por ejemplo, los nombres de los músculos en castellano, ¿cómo va a saberlo?"

Domingo: Silvia (8 años), Madrid.

He esperado al último día de la semana para contaros mi propia experiencia. Los domingos son los días que aprovechamos para quedar con nuestra familia y nuestros amigos. Y todos los domingos llegamos tarde a nuestra cita. ¿La razón? Silvia, que cursa tercero de Primaria, tiene una montaña de deberes que no se diferencia para nada de la montaña que tiene el resto de la semana. Operaciones, problemas, enunciados que copiar de matemáticas y lengua, una ficha de lectura comprensiva, alguna manualidad... Lo normal es que empiece a hacerlos cuando termina de desayunar y a la una y media toda la familia revoloteamos a su alrededor preguntando "¿cuándo te queda?". No sé quién lo pasa peor. Ni quién se desespera antes. Los fines de semana se planifican en el último momento, cuando el viernes sale con la lista de tareas del fin de semana. Organizar viajes es complicado, porque nunca sabemos si podremos hacer los deberes o no. Y a todo eso hay que añadir estudiar para los exámenes, algo que durante la semana, entre los deberes y las extra-escolares, es imposible de encajar.

¿Y qué piensan los profesores de los deberes?

El diálogo con toda la comunidad educativa debe ser vital, por eso me pareció interesante también contar con el punto de vista de los profesores. El primero que se me vino a la cabeza fue El Hematocrítico, pero no porque sea un as de Twitter sino porque es un estupendo profesor de Primaria y me interesaba mucho su opinión. Cuando le pregunté qué opinaba sobre las seis horas y media de deberes y por qué creía que habíamos llegado a esta situación con los deberes esta fue su respuesta: "Un chaval que pasa entre cinco y seis horas al día trabajando en el colegio tiene más que suficiente espacio para desarrollar sus aptitudes escolares. El resto del tiempo lo debe dedicar a desarrollar sus intereses,a hacer deporte, a jugar. A divertirse. Considera que los deberes "deberían ser actividades excepcionales o como mucho muy puntuales".

Julia, es tutora de cuarto de Primaria de un colegio en Málaga y nos cuenta que ella suele hacer tres o cuatro actividades por tema dado y los que no terminan se lo llevan a casa. “El 80% termina en clase”, afirma. “Otra profesora de otra asignatura en mi tutoría obliga a estos niños a estudiar y hacer resúmenes de todos los epígrafes de sus temas a diario, cual universitarios. Repito: un niño de 8-9 años tiene que estudiar una asignatura a diario durante una hora o más para que luego en el examen no suspenda. Se me parte el alma cuando los padres me cuentan que sus hijos lloran, que se agobian con la asignatura y se plantean buscarles un maestro particular…” Según ella esto sucede porque hay que prepararlos desde ya para la ESO.

Existen alternativas: "la "flipped classroom" invierte los términos clásicos y convierte la casa en el lugar donde "escuchas la lección" (mediante presentaciones o vídeos que prepara el profesor) y la escuela en el lugar donde realizan las actividades prácticas", nos comenta El Hematocrítico.

Para Rocío, profesora en La Coruña, la clave es "niños estresados en primaria y padres que ya tienen su estrés propio y se estresan aún más. Y acaban tirando por el camino más corto (o el único, a veces): o se lo hace el padre o se lo hace la profe particular". Exacto, otro tema importante y que no podemos olvidar es que según la OCDE los deberes son una carga para los alumnos con desventajas socioeconómicas. Es decir, los deberes generan desigualdad para aquellos niños que no pueden recibir apoyo por parte de sus padres por falta de tiempo o de formación. Ante la pregunta de si los deberes generan desigualdad, el Hematocrítico considera que "sí, desde luego. Desde el momento en el que hay niños que se pueden permitir profesores privados y otros no, aunque no genera una desigualdad mayor que el resto de aspectos de la vida. Desde el móvil, al calzado o las vacaciones."

Imagino que este no es un problema fácil de resolver y que los deberes están tan unidos a nuestro sistema educativo que es difícil imaginar nuestro sistema escolar sin ellos. Pero creo que es realmente importante transmitir a la sociedad lo que vivimos los que tenemos niños con semejante carga de deberes a diario. Puede que hoy no sirva de nada, puede que mañana tampoco, pero espero que algún día los colegios se den cuenta de que algo tiene que cambiar y de que existen otras fórmulas para que nuestros niños aprovechen su paso por la escuela.

Fotos: Pixabay.com, Alan Wat, Tim Pierce, Eren

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