Ya dejamos claro el año pasado que no somos muy aficionadas a los propósitos de Año Nuevo, pero de vez en cuando está bien hacer alguna excepción. Y es que 2016 ha sido un año extraño para el feminismo, con más mujeres que nunca en puestos de poder, pero también con el sexismo triunfando en la campaña electoral americana. Así que hemos decidido hacernos los propósitos feministas para 2017. Para todos: hombres y mujeres.
1. Amar nuestro cuerpo
Conseguir tener seguridad en nosotras mismas es el primer paso para sentirnos bien. Mirarnos al espejo y hacer una afirmación positiva puede ser un buen comienzo. Dejar de definirnos con adjetivos negativos, la mejor decisión posible. Cuidémonos, trabajemos por cuidar nuestra salud... pero sin olvidar que no somos una cifra en la báscula ni una arruga más o menos en la piel.
2. Reclamar salarios igualitarios
No es una leyenda urbana. Seguimos cobrando menos que los hombres. Mucho menos. En España, casi un 20% menos. En un mundo ideal, no deberíamos tener que pedir igualdad salarial, pero la realidad nos ha puesto en esa tesitura. Hablemos alto y claro, denunciemos las situaciones injustas y recordemos que nada, absolutamente nada, justifique que la mitad de la población cobre menos que la otra mitad.
3. No repetir estereotipos aprendidos
No, las mujeres no somos peores amigas que los hombres. No, no somos jefas más crueles. No, no nos vestimos para impresionar a los hombres. No, no somos unas histéricas cuando tenemos la regla. No repitamos los estereotipos que llevan décadas metiéndonos en la cabeza. Hay mujeres buenas y malas, como hombres buenos y malos. Parece sencillo de entender, ¿verdad?
4. Incentivar el arte hecho por mujeres
Leamos libros escritos por mujeres. Veamos películas y series hechas por mujeres. Visitemos exposiciones de artistas. No es que el arte hecho por mujeres sea mejor, por definición, que el hecho por hombres. Pero hay muchos años de desigualdad que compensar. Muchos prejuicios sobre la sensibilidad femenina que superar. Y mucho por conocer de mujeres intelectuales ninguneadas por la historia.
5. Informarnos sobre cuestiones que afectan a las mujeres en el mundo
Un buen primer paso para tomar conciencia feminista es conocer las cuestiones que afectan a las mujeres, como colectivo, en diferentes lugares del mundo: la lucha en los países musulmanes por el derecho a vestir cómo queramos, el techo de cristal que afecta a políticas de cualquier punto del planeta, los estudios sobre reparto de tareas domésticas, los permisos de maternidad en diferentes países, la discriminación en el deporte... Son muchas cuestiones, sí. Precisamente conocerlas puede ayudar a reducirlas.
6. Alabar (o criticar) a otras mujeres por cuestiones no relacionadas con su aspecto
No es que tengamos que hablar siempre bien de todas las mujeres. Pero acostumbrémonos a utilizar argumentos reales, fundamentados y profundos para alabar o criticar a las que nos rodean. Que el primer insulto que nos venga a la cabeza no sea «gorda» o «fea». Que el halago que más veces les hacemos a nuestras amigas no sea «¡Qué guapa estás!». Que el aspecto físico deje de ser la carta de presentación de las mujeres.
7. Denunciar los comportamientos públicos sexistas
Es difícil pasar tiempo en las redes sociales sin encontrar publicaciones, imágenes o vídeos de contenido machista. Perdamos unos segundos en denunciarlos a la plataforma. Boicoteemos a los artistas que hacen del sexismo su humor. No votemos a partidos políticos cuyos programas ignoren nuestros derechos básicos. En nuestra mano está tomar una acción real.
8. Mantener nuestros ideales aunque nos hagan menos populares
No es fácil alzar la voz en una reunión social y decir que un comentario nos ha parecido mal. Que ese chiste no nos ha hecho gracia. Que esa opinión es ofensiva para las mujeres. Sabemos que hay muchas posibilidades de que nos caiga el sambenito de antipáticas o susceptibles. Y no es más fácil para los hombres; quizá, de hecho, sea más difícil. No hay que olvidar esos comentarios de Donald Trump sobre cómo hablan los hombres en privado sobre las mujeres. Pero nos sentiremos mucho mejor si alzamos la voz que si callamos y nos sentimos, además de ofendidas, sumisas.
9. Hablar alto y claro con las nuevas generaciones
Por suerte, las generaciones más jóvenes han nacido disfrutando de avances que las anteriores no tuvieron. No está de más recordarles cuánto esfuerzo fue necesario para alcanzar el estatus actual. Y, por supuesto, también despertar conciencia en ellos sobre todo lo que queda por hacer.
10. Reservar tiempo para mimarnos y no creer que con eso perdemos fuerza
Una tarde de baño de espuma, manipedi y lujos varios dedicados a nosotras mismas es un placer del que deberíamos disfrutar de vez en cuando. O a menudo, si nos apetece. Y eso no resta ni un ápice de credibilidad a nuestra lucha. Ya está bien de creer que ser feminista equivale a dedicar el 100% de nuestro tiempo a luchas intelectuales profundas. Disfrutemos, que nos lo hemos ganado.
11. Luchar contra la violencia en todas sus manifestaciones
Por supuesto, contra la violencia machista. Denunciando los comportamientos que nos afecten a nosotras o de los que hayamos tenido noticia. Pero también contra las otras formas de violencia que nos afectan: el acoso en el trabajo, los abusos sexuales, el acoso callejero, la cultura de la violación... Aprovechemos las leyes que nos amparan y reclamemos que se persiga la violencia contra la mujer en todas sus manifestaciones.
12. Contar con los hombres en nuestra lucha
Con los buenos, que son mayoría. Seguro. No es solo que el feminismo no tenga nada contra los hombres: es que queremos a los hombres en la lucha. Y muchos de ellos están en ella. Porque saben que también saldrán beneficiados. Porque nadie con dos dedos de frente, ni hombre ni mujer, quiere vivir en una sociedad que no sea igualitaria.
13. Recordar (a nosotras y al mundo) lo que significa el feminismo
«Feminismo: Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres». Lo dice la R.A.E. No significa odiar a los hombres. No significa querer que ellos tengan menos derechos. No hay razón para no sentirnos orgullosos, todos, de gritar a los cuatro vientos que sí, que somos feministas.
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