El próximo día 1 de julio, Drew Gilpin Faust dejará la presidencia de Harvard después de once años en el cargo. Lo anunció el pasado febrero y deja tras de sí un rastro de hitos pioneros en la historia de las mujeres en el mundo académico de Estados Unidos. No solo ha sido la primera mujer en presidir Harvard desde la fundación de esta universidad en 1636. También es la primera persona que preside la institución desde 1672 que no posee un título universitario en Harvard. Y la primera persona criada en el sur de Estados Unidos en dirigir el centro.
Todavía existen muchos techos de cristal que las mujeres luchamos a diario por romper. El mundo académico es un sector en el que la igualdad está todavía lejos de llegar. Para muestra, una estadística: en España, el 58% de los estudiantes universitarios son mujeres; pero el 80% de las cátedras las ocupan hombres. En Estados Unidos, las cifras son similares: el 56,5% de los estudiantes son mujeres, pero solo un 30% de los decanos («presidentes» de universidad, según la nomenclatura estadounidense) lo son. Por eso nos parece fundamental conocer la figura de una mujer como Drew Gilpin Faust.
Ya antes de llegar a Harvard, Faust fue decana del Instituto Radcliffe de Estudios Avanzados. Especialista en Historia y Civilización Americana, ha sido designada por Forbes como la 33ª mujer más poderosa del mundo. Ha escrito seis libros y ha sido finalista del Premio Pulitzer y del National Book Award.
Fue en febrero de 2007 cuando se convirtió en la 28ª presidenta de Harvard, la primera mujer. Solo cuatro mujeres antes que ella habían dirigido instituciones académicas pertenecientes a la Ivy League (la liga de las más prestigiosas universidades de la costa noreste de Estados Unidos). Sus declaraciones al tomar posesión del cargo fueron:
«Espero que mi nombramiento pueda ser el símbolo de una apertura de oportunidades que habría sido inconcebible solo una generación atrás. No soy la mujer presidenta de Harvard. Soy la presidenta de Harvard».
Durante su mandato, aumentó las ayudas económicas a estudiantes de su centro, abriendo ligeramente las opciones a estudiantes de clase media para acceder a una universidad que siempre ha estado en el top ten de los mejores centros universitarios del país. En los últimos años, además, ha sido crítica con algunas decisiones del presidente Trump y ha escrito en favor de los dreamers.
En su vida personal, Faust está casada y es madre de una hija, graduada en Harvard y escritora en el New Yorker. Es, además, una superviviente del cáncer de mama, una enfermedad que sufrió en 1988, cuando tenía 41 años, pero de la que nunca ha querido hablar en los años siguientes.
Su sustituto será Lawrence Seldon Bacow, un economista y abogado con una larga trayectoria en la dirección de instituciones académicas. Echaremos de menos ver a una mujer en la presidencia de una de las principales universidades del mundo, pero le agradeceremos siempre a Drew Gilpin Faust la grieta que abrió para todas en el techo de cristal.
Imágenes | Gtresonline, World Economic Forum, U.S. Navy.
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