Kamala Harris es la persona de la semana y, probablemente, del mes. Después de que Joe Biden anunciará que se retira de la carrera por la presidencia de Estados Unidos, y de la vida política, el nombre de la vicepresidenta estadounidense suena fuerte como candidata a sustituirle. De hecho, consiguió en algo más de 24 horas el número de delegados necesarios para ser candidata.
De ser el caso, sería la segunda vez que una mujer fuera la candidata del partido demócrata y, por supuesto, la primera mujer negra.
¿Por qué no fue candidata ella desde el principio, teniendo en cuenta la edad de Biden y su, claramente, deteriorado estado de salud? Pues eso es lo que se pregunta mucha gente. Tiene que llegar una crisis política de este tamaño para que una mujer pueda ser candidata a la presidencia del país cuando ella fue una excelente opción, con muchísimos apoyos, desde el principio.
El término "acantilado de cristal" ha empezado a sonar fuerte a raíz de esta situación. Se trata de un fenómeno por el que las mujeres tienen más posibilidades de alcanzar puestos de liderazgo en momentos de crisis o en momentos con mayores posibilidades de fracasar. Y esto es, justo, lo que parece que está pasando con Kamala Harris.
Según indican en la revista Forbes, esto se debe a que se considera que las mujeres tenemos una mayor capacidad para liderar en momentos difíciles, pero también a una estrategia de las empresas - o partidos políticos - para demostrar que están cambiando la forma de hacer las cosas o a que los hombres tienden a solo dar un paso atrás cuando las situaciones son adversas.
Si esto, ya de por sí ya parece una dificultad extra para las mujeres, todavía lo es más si pensamos en el otro lado de la historia y de lo que se dio cuenta la investigadora Michele K. Ryan, acuñadora del término "acantilado de cristal" en 2004: debido a este fenómeno, acaba pareciendo que las empresas funcionan peor cuando están las mujeres a cargo cuando, en realidad, la historia es muy diferente: se pone a las mujeres a cargo para salvar situaciones complicadas. Pero, claro, eso no se ve a primera vista y quienes se llevan la mala fama son ellas. No hay forma de ganar.
El ejemplo de Kamala Harris es claro y solo habrá que esperar a los resultados electorales para ver si es lo que ocurre. Pero la cosa es sencilla: si el partido demócrata pierde las elecciones contra Trump, no será Joe Biden el nombre que quedará como perdedor, sino el de Harris - si, finalmente, acaba siendo la candidata demócrata-. Mientras tanto, el nombre de Biden quedará, para siempre, como el del 46º presidente de los Estados Unidos, que venció a Trump en unas elecciones.
Acantilados de cristal o, más bien, precipicios
¿Cuáles son los ámbitos en los que este fenómeno se da más a menudo? Aquellos en los que las mujeres llevan algunos años rompiendo el techo de cristal, según la investigación de Ryan: el mundo de la política, grandes empresas, deporte, etc. Pero no son los únicos. El fenómeno se da en todos los ámbitos.
A nosotras, personalmente, nos gusta más la traducción del término que hace Cecilia Castaño, y es que se refiere a él como "precipicio de cristal" en vez de "acantilado de cristal" y, realmente, se siente mucho más como un precipicio que como cualquier otra cosa.
¿La cuestión? Un poco la de siempre: los puestos de poder no se reparten y los hombres no dejan espacio a las mujeres salvo que haya una situación de crisis en la que puedan salir mal parados. Ellas hacen el trabajo "sucio" y los méritos en los buenos tiempos para los hombres líderes y las consecuencias si algo no sale bien, para las mujeres. De esta manera, sí, las mujeres llegan pero se sigue retroalimentando la imagen de mejores líderes para ellos mientras, nosotras, nos quedamos mirando al precipicio.
Fotos Gtres, @kamalaharris en Instagram
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