Fue uno de los momentos de la noche. Uno de los que recordaremos para siempre. Adele, hecha un mar de lágrimas en el escenario del Staples Center de Los Ángeles, recogiendo el Grammy al Álbum del Año y partiendo el premio por la mitad para compartirlo con Beyoncé. Dos divas de la música declarándose su admiración mutua y derramando lágrimas por ello.
Hay que ser una grandísima artista, y una gran mujer, para reconocer que crees que el premio que tienes entre las manos se lo merece otra persona más que tú. Y eso hizo anoche Adele, que ya había conseguido el premio a la Canción del Año con su Hello, pero que pensaba que el álbum de su competidora Beyonce, Lemonade, era mucho que el propio y el que ganó al final, 25.
Por muchas razones, especialmente recordando lo difícil que han sido sus años de ausencia, marcados por su embarazo y lo difícil que es ser madre (¡gracias, Adele, por hacernos ver que la maternidad es maravillosa pero también consume!) y reencontrarse con una misma. Y a continuación, para reconocer que el álbum de su competidora era mejor que el suyo, en su opinión: "el álbum Lemonade es monumental. Te adoramos, joder".
No fue el único momento emocionante. Adele subió al escenario para homenajear a George Michael, recientemente fallecido, con uno de sus grandes éxitos: Fast Love. Pero apenas había pasado un minuto cuando tuvo que interrumpir la canción y pedir perdón a la audiencia pues se había equivocado con la letra.
Sin duda fue una gran noche para Adele, no sólo por sus premios sino por demostrarnos de qué madera está hecha.
Fotos| Gtres
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