Como siempre, la explosión de color y diversión en la Pasarela Cibeles está en manos de Ágatha Ruiz de la Prada. La diseñadora madrileña propone un homenaje a la música sinfónica para el próximo Otoño-Invierno. En este desfile hemos podido ver desde prendas sencillas hasta lo más llamativo y sofisticado que te puedas imaginar, como siempre con su sello inconfundible en estampados como son sus famoso corazones, mis preferidos sin duda, estrellas, rayas, lunares. Todo acompañado de una gama cromática muy viva, donde hay sitio para todos los colores excepto para el negro.
Una colección de estilo urbano, compuesta por a base de leggins, chaquetas cortas y abrigos de rasos, plásticos y algodones. Tras ellos, la recién estrenada línea deportiva, una colección de esquí compuesta por botas aprè-squí, plumas, tablas de snow. Originales detalles como pentagramas, otoñales hojas de árboles y desflecados de fieltro que buscaban sugerir las teclas de un imaginario piano para decorar prendas en colores ácidos y con patrones sencillos.
La diseñadora cambió el tercio con vestidos más sofisticados, de costura y tailleurs con toques a base de teclados de colores y notas musicales, tallados en seda y satén, con acabados metalizados.
El broche final del desfile lo puso el original vestido de novia corto y con el tradicional guardainfante español, que arrancó los aplausos del público. Un espectacular desfile, divertivo y creativo, como todo lo que hace Ágatha Ruiz de la Prada. Reconozco que soy fan de ella pero siempre con moderación. Eso sí, todas las temporadas me compro calcetines suyos, me encantan.
Vía | Vogue Sitio Oficial | Ághata Ruiz de la Prada