Mucha gente cree que el dinero lo arregla todo. Por ejemplo, la fealdad. En parte, es cierto. No hay más que ver a el estilo de Sofia Coppola. La chica no es ninguna belleza, pero dejándose la pasta en estilistas, peluqueros, tratamientos cosméticos y los vestidos más caros de la pasarela, logra parecer la más elegante de los eventos a los que acude y hasta un poco atractiva.
El contraejemplo, o la excepción que confirma la regla, es Beyoncé. La cantante tiene dinero y está claro que no le importa gastarlo. El problema es que lo gasta sin criterio. Es decir, le toman el pelo. La primera señal de alarma fue cuando la vimos con el bolso más horrible del mundo, digo, el más caro, una creación (o timo) de Louis Vuitton.
Balenciaga tampoco se queda corto. La verdad es que me gustó el look que lució Beyoncé en los BET awards, pero de no haber sido por ella, la firma no hubiera vendido ni uno de esos leggins dorados a lo C3PO. Y en lugar de agradecérselo, repiten la estrategia: “Anda, guapa, ponte estas sandalias que no se venden. A ver si alguien más pica al verte”. De nuevo, no digo que sean feas. Pero, desde luego, tampoco son bonitas. Son raras, como toda la colección de calzado de Balenciaga otoño-invierno 2007/08. Y ahí está Beyoncé pisando fuerte (nunca mejor dicho) en su camino hacia el título de “La celebrity más rara vistiendo”.
Vía | People
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