Virginia Hall era una mujer singular, con una pata de palo a la que llamaba cariñosamente Cuthbert y con la que escaló montañas, organizó fugas increíbles y fue responsable de dinamitar muchos planes de los nazis durante la II Guerra Mundial. ¿Cómo es que no hemos oído hablar nunca de ella y no hay películas sobre su vida? Eso sí, ahora el libro Rejected Princesses recupera su historia.
No es la Historia la que se empeña en invisibilizar el papel de algunas mujeres increíbles, sino los que se empeñan en que el sexo femenino tiene que tener un papel secundario o, incluso, permanecer en el olvido. Como la increíble figura de Virginia Hall, una mujer de Baltimore, que consiguió convertirse en la espía más peligrosa de todo el mundo en palabras de la Gestapo. Una mujer aventurera y singular que destapó secretos, ayudó a fugarse a presos y llevó a cabo todo tipo de heroicidades. Y que por supuesto, se merece que conozcamos su increíble historia.
Gracias al usuario de Twitter Jason Porath hemos descubierto que un libro recoge la historia de su vida y hemos quedado fascinados.
The spy the Nazis called "The Most Dangerous Spy of All" was an American woman with a wooden leg. Her name was Virginia Hall, her leg's name was Cuthbert, and together the two scaled mountains, organized prison breaks, and blew up a *lot* of German stuff: https://t.co/rzsuSJUw5D pic.twitter.com/UIxsOPnZ2h
— Jason Porath (@jasonporath) 6 de abril de 2018
Una carrera excepcional truncada por un accidente
Desde pequeña, e influida por un viaje que realizó en barco con su padre, un gran empresario de buena familia, Virginia desarrolló un gran espíritu aventurero y las ganas de recorrer el mundo. Tras estudiar en una prestigiosa escuela y aprender hasta cinco idiomas, entre ellos alemán y francés, comenzó a desarrollar su carrera profesional en la diplomacia norteamericana.
Pero un accidente de caza frustró todas sus posibilidades de mejorar en su carrera diplomática. No solo por culpa de un disparo accidental en su pie perdió una pierna y había una disposición que prohibía el empleo de personas con miembros amputados. Además, sus jefes no estaban muy de acuerdo con que una mujer hiciera carrera en el Departamento del Estado y consideraban que estaba exagerando sobre el peligro que suponía Hitler para el mundo, llegando a rechazarla por carecer de criterio y ser excesivamente alarmista. Dos circunstancias que para cualquier otra persona hubieran supuesto una renuncia, pero que para Virginia Hall solo supusieron un punto y aparte.
Dispuesta a no quedarse rezagada y a seguir siendo ella misma, Virginia hizo todo lo posible por recuperarse e incluso le puso un mote cariñoso a su prótesis de madera, Cuthbert. Además, se marchó a Europa en 1939 donde se unió al servicio francés de ambulancias.
Cuando París cayó en manos de los alemanes huyó en una bicicleta junto a una amiga a Londres, y a pesar de su pierna de madera, ella insistió en pedalear y contribuir en la huida. En la capital del Reino Unido empezó a trabajar decodificando mensajes para el agregado militar de la Embajada de Estados Unidos.
Y aquí es cuando Virginia se transforma en la protagonista de una interesantísima historia de espías que podría dejar boquiabierto al mismísimo James Bond.
Una espía al servicio de Su Majestad
En una cena repleta de extraños hablando en un lenguaje bastante confuso, alguien le preguntó sobre su experiencia en Francia y sobre si volvería. Virginia, que no tenía pelos en la lengua (algo que a estas alturas de la historia ya nos hemos imaginado), relató todo lo que había visto y lo mucho que estaba dispuesta a hacer para cambiar la situación y combatir a los nazis. Algo que dijo incluso sin estar segura de qué clase de personas estaba rodeada y si eran simpatizantes de los alemanes.
Afortunadamente para ella, la anfitriona era nada más y nada menos que Vera Atkins, una reclutadora de espías de la inteligencia británica y Virginia fue captada para trabajar como agente en la Resistencia Francesa por los servicios especiales británicos SOE, entrenada en tácticas militares y armamentos.
Algo inexplicable, porque en general, todos los servicios secretos buscan agentes que sean difícilmente identificables, que pasen desapercibidos. No era el caso de Virginia, una mujer singular con una pierna de palo.
Pero acabó yendo a Francia encubierta como una periodista y pronto pasó a servir en el terreno y convertirse en uno de los principales enemigos a batir por la Gestapo. Allí demostró su valía participando en muchas misiones de sabotaje y consiguiendo información de gran valía sobre los movimientos de las tropas alemanas.
La Gestapo tenía muy controlada a la resistencia francesa y detectaron la presencia de Virginia y su pierna de palo. Se hizo circular un cartel con su foto y un texto que decía: "Esta mujer que cojea es una de las más peligrosas agentes de los aliados en Francia, y debemos encontrarla y destruirla". Y peor aún: se había convertido en la obsesión de Klaus Barbie, un oficial de las SS sádico y tan malvado como para superar a todos los villanos de las películas de espías que conocemos. Capturar a Virginia se convirtió en su objetivo y estuvo a punto de hacerlo en noviembre de 1942. Pero la espía de una sola pierna se le escapó.
Huyendo de los alemanes, Virginia Hall llegó a atravesar los pirineos andando, utilizando su pierna de palo como apoyo, y llegó a España, desde donde llegó a enviar un mensaje a Londres diciendo que “Cutberth estaba cansado”. Un mensaje que nunca entendieron. Allí terminó ingresando en la prisión de Figueras durante seis semanas hasta que la embajada de los Estados Unidos la sacó. Así que pasó a formar parte de la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos, la OSS, con quien volvió a Francia, dispuesta a conseguir más información que pusiera a los nazis en un brete.
Cooperó con la Resistencia Francesa en el famoso Día D
Para disimular su pierna de palo, esta vez se disfrazó de anciana y se hizo pasar por una quesera que vendía productos a los nazis, una manera de escuchar información. Luego mandaba a sus mandos toda esa información con una radio que funcionaba con la energía suministrada por alguien pedaleando con fuerza en una bicicleta estática.
También contactó con la resistencia francesa de nuevo, con la que colaboró para organizar el famoso día D, obteniendo información vital para el Desembarco de Normandía y contribuir al desenlace final de la II Guerra Mundial.
Al final consiguió volver a Londres donde la recibieron como a una auténtica heroína e incluso el rey quiso condecorarla. Harry Truman quiso también condecorarla con todos los honores, pero ella quiso que fuera el fundador de la OSS que se la impusieran en un acto sencillo en su despacho, sin la presencia de nadie más.
Su trabajo de espionaje fue de vital importancia para que los aliados consiguieran recuperar Francia. Virginia Hall murió en el año 1982 y durante el resto de su vida trabajó para la CIA, y hasta hay unas instalaciones para los agentes que llevan su nombre. Pero es increíble que su nombre no sea más reconocido, no haya más libros aún, más novelas o películas que cuenten su historia y no sea inspiración para muchas mujeres que sueñan con llegar más allá.
Fotos| Wikipedia, CIA, Pixabay, Resplandor en la oscuridad.
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