Hacer la declaración y esas cosas que siempre nos vienen mal (y se presentan de sopetón)

Procrastinar. Me cuesta tanto pronunciar esta palabra como ponerme a hacer las cosas que tendría que hacer si no estuviera aquí procrastinando con vosotros. No soy la única que es capaz hasta de escribir un artículo con tal de no hacer cosas como llevar el coche a revisión, ponerse con el papeleo o tirar todos los trastos de los que se ha propuesto deshacerse… algún día. Cosas que siempre me vienen mal, hasta que no tengo más remedio que hacerlas.

En estos días sólo puedo leer en los medios de comunicación noticias sobre los impuestos, pagar los impuestos, hacer el borrador de los impuestos y desgravarse cosas en los impuestos… Yo he mirado la montaña de papelotes que me espera en mi escritorio, dispuestos a que alguien los organice, y lo único que puedo hacer es suspirar y mirar para otro lado. Quizá lo haga mañana. O pasado. O, lo más probable, cuando ya sólo quede una semana para entregar la declaración y no tenga más remedio que hacerlo entre las prisas y la ansiedad de qué no sé qué puñetas estoy haciendo.

Pero no es lo único que me viene siempre mal hacer. Hay un montón de cosas en mi vida que siempre me pillan mal. Y lo peor: de sopetón.

Arreglar una avería.

Nuestros padres, una generación ahorradora que vivía con el agobiante recuerdo de la pobreza, siempre tenían un fondo reservado para los imprevistos. Pero los sueldos de hoy no dan ni para llegar a fin de mes, no digamos ahorrar un "lo que sea" para hacer frente a todas esas cosas inesperadas que se presentan cada mes.

Y qué egoístas las lavadoras, televisores, coches y demás electrodomésticos, que deciden estropearse justo el mes que peor nos viene. Es decir, cualquiera.

Renovar un documento.

La caducidad de un documento es directamente proporcional a la fecha en la que tienes que pillar un avión. E inversamente proporcional a la cantidad de colas a esperar, papeles a rellenar o funcionarios con los que tengas que hablar para renovarlo. Intentar eludir esta fórmula es ir contra natura. Así que lo mejor que puedes hacer es ignorar la fecha de caducidad del documento en cuestión hasta el último día y tengan que atenderte en un estado de histeria comatosa.

Volver a estudiar.

Amenazamos a los niños diciéndoles que se van a enterar de lo que es la vida de verdad cuando terminen de estudiar y tengan que ponerse a trabajar. Pero, ay, amigo, como te toque a ti volver a hincar los codos después de todos estos años… Entonces entenderás el verdadero significado de la palabra procrastinar. Justo en este instante sabrás que lo único que puedes hacer es revisar varios vídeos en Youtube que están relacionados (lejanamente, vale) con lo que tienes que empollar.

Lo bueno de tener que volver a estudiar es que te permitirá ponerte al día con otras cosas que llevabas meses retrasando: como descolgar las cortinas, lavar el coche y deshacerte de todos los trastos viejos que acumulas en la terraza.

Ir al especialista.

Sí, este año nos vamos a preocupar por nuestra salud. De verdad. En serio. Vamos a ir al dentista, al ginecólogo, al dermatólogos y a todos los -ólogos que sean necesarios para asegurarnos de que estamos estupendos. Mañana pido cita. Uy, no, mañana me viene fatal. Pasado. Bueno, ya si eso…

Hacer cosas distintas.

Hacer cosas que se salen de lo común es la razón de nuestra existencia. Nos pasamos horas planeando qué restaurantes nuevos vamos a visitar, a qué exposiciones vamos a ir, qué películas (fuera del circuito comercial) vamos a ver, qué nuevos grupos de música podemos descubrir… para luego acabar en el mismo bar de siempre pidiendo las mismas cañas de siempre. Sí, en nuestra cabeza todo suena la mar de apetecible, pero a la hora de la verdad nos da una pereza tremenda salir de nuestra zona de confort o esforzarnos un poco más de lo normal.

Podría seguir haciendo una lista interminable de cosas que me da pereza hacer y que nunca me viene bien hacerlas, pero ahora tengo que ver un programa de cocina súper interesante con todas las cosas que me gustaría cocinar para sorprender a mis invitados… y que nunca terminaré haciendo.

Fotos: Unsplash.com, Pixabay.com

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