Con cada nueva elección presidencial norteamericana, no solo llega a la Casa Blanca un presidente. También una primera dama, aunque este concepto se nos quede un poco anticuado. Podríamos haber vivido la renovación del título si Hillary Clinton hubiera llegado a la presidencia, pero no ha podido ser. Melania Trump será quien tome el relevo de Michelle Obama y no le faltarán ejemplos del pasado en los que fijarse para hacer un buen trabajo. Estas son las primeras damas más influyentes de la historia de Estados Unidos.
Sarah Childress Polk, la primera en implicarse en política (1845-1849)
Sarah Polk, casada con el presidente James K. Polk, tuvo una educación muy superior a lo que era habitual en su época para las mujeres. Utilizó esta formación para implicarse en la presidencia de su marido, sobre todo escribiendo sus discursos y haciéndose cargo de su correspondencia. Además, pidió consejo a primeras damas anteriores sobre las responsabilidades del puesto y medió entre diferentes facciones políticas. Llegó a ser muy respetada en Washington.
Abigail Fillmore, la defensora de la educación (1850-1853)
Abigail Powers conoció a su futuro marido, Millard Fillmore, cuando era su profesora en la New Hope Academy. Solo era dos años mayor que él, pero el noviazgo tuvo que ser largo para evitar el escándalo. Cuando él llegó a la Casa Blanca, ella volcó su tarea en la educación. Su mayor legado fue la creación de la Biblioteca de la Casa Blanca, en la que ayudó a seleccionar los libros que se incluirían en el catálogo.
Eleanor Roosevelt, la más querida (1933-1945)
Si las primeras damas tienen dos opciones, permanecer en un segundo plano o pasar a primera línea, sin ninguna duda, Eleanor Roosevelt es el ejemplo por excelencia de primera dama protagonista. Casada con Franklin D. Roosevelt, le tocó vivir una de las etapas más difíciles del siglo XX. Dedicó su mandato a luchar por el desarrollo de los presupuestos del New Deal, por los derechos humanos y los derechos de la mujer. Propugnó una sociedad igualitaria, en la que la educación tuviera más relevancia. Tras la muerte de su marido, siguió trabajando por la igualdad racial, la creación de las Naciones Unidas, colaboró en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y fue la primera presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Jacqueline Kennedy, la elegancia personalizada (1961-1963)
Seguro que, si preguntamos por la primera dama más recordada, será el nombre de Jackie Kennedy el que le venga a la cabeza a más gente. Su llegada a la Casa Blanca, acompañando a uno de los presidentes más queridos de la historia, convertidos en una pareja joven y atractiva, moderna, con hijos pequeños... los convirtió en un icono de su tiempo. Jackie era una mujer culta, graduada en Literatura Francesa, y dedicó parte de sus escasos tres años en la Casa Blanca a redecorarla y abrirla al público. Su imagen ha sido imitada hasta la saciedad durante décadas y es una de las representaciones más inolvidables de lo chic. Tras el asesinato de su marido (y su desoladora imagen con aquel traje rosa manchado de sangre), continuó siendo una socialité hasta su muerte.
Betty Ford, la más sincera (1974-1977)
Betty Ford pasará a la historia como la primera dama que utilizó sus experiencias personales para crear conciencia social. Primero, sobre el cáncer de mama, tras la mastectomía que sufrió el mismo año en que llegó a la Casa Blanca junto a su marido Gerald Ford, tras el escándalo Watergate. Después, confesó su larga lucha contra el alcoholismo (creó, años después, el Centro Betty Ford, uno de los más prestigiosos del mundo, para el tratamiento de adicciones). Siempre fue una voz activa en defensa del derecho a elegir en el aborto, la igualdad de derechos, el control de armas y la igualdad de salarios entre hombres y mujeres.
Hillary Clinton, la que pudo ser presidenta (1993-2001)
Poco queda por decir, sobre todo en estos días, sobre Hillary Clinton. Comprometida con cuestiones políticas desde el principio del mandato de su marido, especialmente en salud pública y educación, tuvo que afrontar uno de los momentos más complicados por los que ha pasado una primera dama en la historia: el escándalo Lewinsky, del que salió alabada y criticada casi a partes iguales por el público y los medios. Tras la presidencia, entró de forma inmediata en política: ha sido senadora, Secretaria de Estado y, como ya sabemos, la primera mujer candidata a la presidencia.
Michelle Obama, la añorada (2009-2017)
No nos hace falta que acabe el mandato de Barack para saber que echaremos de menos a Michelle Obama. Las razones van desde su defensa de la mujer, la educación, la vida sana o la igualdad racial hasta, por qué no decirlo, su impecable estilo. Algunos de sus discursos quedarán grabados durante años en nuestra memoria y... ya hay quien habla de #Michelle2020. ¿Será, ella sí, la primera mujer presidenta?
Imágenes | Wikimedia Commons, Gtresonline.
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