El machismo sigue aquí por mal que nos pese. Y nuestras políticas no se libran de ello, muchas veces por alusiones indirectas, otras atacadas por sus oponentes de la manera menos apropiada y otras veces maltratadas por sus propios compañeros de partido. Hacemos un rápido repaso de lo que han tenido que escuchar (y aguantar) durante la última legislatura las políticas de nuestro país.
Sean del partido que sean, son nuestras representantes. Mujeres que se han esforzado y se siguen esforzando a diario por superar todas las barreras, el techo de cristal, el de titanio y el de criptonita, si es necesario. Mujeres que se salen de lo común, la mayoría de ellas auténticas hachas en su especialidad. Y sin embargo, muchas veces este tesón y esfuerzo no sirven de nada.
El día a día, sin importar el color político
Ya pueden ocupar un escaño de diputada, llevar una cartera ministerial o ser concejal de un pueblo que muchos de sus compañeros en el terreno político se empeñarán en seguir recordando que lo único que importa es que son mujeres y después, ya si eso, profesionales. Y que su físico, su ropa o su vida privada sí puede ser objeto de burlas o de cosas mucho peores.
Por ejemplo, a una política de nuestro país le pueden llamar “puta barata” a través de una red social, como le pasó a la portavoz del PSOE de Castilla-La Mancha, Cristina Maestre. ¿El responsable? El alcalde del PP de Villares del Saz, José Luis Valladolid.
María Dolores de Cospedal también ha sido el blanco de muchos de sus oponentes con comentarios referentes a su condición femenina. El alcalde de Toledo, también secretario del PSOE de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, le dedicó palabras como estas: “no saben hacer nada sin la chacha” y “lo cierto y verdad es que no pienso que Cospedal sepa pasar la aspiradora”.
El concejal de IU de Manilva (Málaga), Diego Díaz Jiménez, también le dedicó unas palabras fuera de lugar a la secretaria general del PP, diciendo a través de Twitter que “no es malota sexualmente”. Su compañera de partido, Soraya Saez de Santamaría ha tenido que aguantar que el concejal del Bloque Nacionalista Gallego en Cambados (Pontevedra), Xaquín Charlín González, se refiera a ella como “chochito de oro”.
Desde desprecios en sus primeras intervenciones en el Parlamento de su comunidad, como le pasó a Teresa Rodríguez en Andalucía, hasta lo que le dijeron a Fátima Báñez, nuestra ministra de Empleo, que “estaría mejor en San Juan del Puerto haciendo punto de cruz”, según palabras de Jesús Ferrera, secretario de Organización del PSOE de Huelva:
El aspecto físico o las tareas del hogar, protagonistas de los insultos
Sabemos que en política muchas veces los ánimos se encienden y más de uno termina diciendo cosas que no debería, comportándose como un auténtico "bocachancla". Pero ¿por qué cuando se trata de insultar a nuestras políticas sólo se refieren a su condición sexual, su aspecto o su habilidad en las labores del hogar? ¿Por qué no hacen lo mismo con sus homólogos masculinos? ¿Por qué nadie habla de sus habilidades con la fregona o su gusto eligiendo corbatas?
Pero la cosa puede ser mucho peor. Puede que haya incluso compañeros de profesión que cuestionen sus habilidades intelectuales por el mero hecho de ser mujeres. Le ocurrió a Miguel Arias Cañete, el cabeza de lista del PP para las elecciones europeas, quien en su debate contra Elena Valenciano, entonces número dos del PSOE, dijo literalmente que “el debate entre un hombre y una mujer es muy complicado porque si hace un abuso de superioridad intelectual, o lo que sea, parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa (...)”.
No es el único de nuestros políticos que piensan que hay categorías y categorías, que hombres y mujeres pertenecen a niveles intelectuales distintos. Sin ir más lejos, Salvador Hernández, alcalde de Carboneras (Almería), espetó a una concejala de la oposición en un pleno municipal con el siguiente comentario: “Guarde el respeto cuando está hablando un hombre”.
Los prejuicios machistas y culturales siguen presentes en la política.
Y lo más importante, todavía falta mucho para acabar con ellos. Desgraciadamente, este tipo de actitudes tienen todavía mucho recorrido y parece necesario seguir trabajando para evitar discriminaciones machistas en todos los ámbitos profesionales.
“Es cierto que a las mujeres se nos juzga a veces por aspectos personales (manera de vestir por ejemplo) y a los hombres no, pero hemos avanzado mucho en este aspecto. Hay tendencia a pensar que la mujer que ostenta poder se masculiniza, o ha de tener un carácter frio y actitudes alejadas de la feminidad. La igualdad no es sinónimo de parecernos a los hombres sino de ser una misma y complementarse.” Andrea Levy, Vicesecretaria de Estudios y Programas del PP.
No podemos negar que nuestra sociedad sigue siendo machista, incluso que muchas veces somos responsables de dejar pasar comentarios y actitudes que no nos parecen importantes, de tan asumido que lo tenemos, pero que suponen añadir más leña al fuego de la discriminación.
Eso es fruto de nuestra educación y en ello debemos de trabajar si queremos cambiar las cosas y conseguir una sociedad más igualitaria” Patricia Reyes, responsable de Igualdad para Ciudadanos.
En conclusión: más educación, seguir luchando contra los estereotipos y más campañas como esta de Care Norgue, de la que os hablamos hace unas semanas. Quizá así algún día consigamos librarnos de algunos improperios específicos para mujeres, de esos latiguillos específicos para agredirnos: "puta", “zorra asquerosa” o “zorra de mierda”, por poner algunos ejemplos reales que mujeres como Cristina Cifuentes o Tania Sánchez tienen que ver en su timeline de Twitter a diario.
Son todos ellos insultos que se salen de la dimensión política y cuyo único objetivo es hacer ver a la víctima del ataque que es una mala mujer, que no cumple el papel de esa feminidad dócil y sumisa que ordena el patriarcado.
Si me tengo que quedar con un resumen de todo este asunto, me quedaría con la siguiente frase de María Dolores de Cospedal: “Yo creo que no se puede insultar a las mujeres que estamos en política por el único hecho de ser mujer (...) y no vamos a consentir que ninguna mujer que esté en política, sea del partido que sea, se le critique o injurie por el hecho de ser mujer”.
A lo que yo añado: porque necesitamos estar unidas si queremos que la sociedad siga evolucionando. Porque debemos apoyarnos las unas a las otras si queremos que las futuras generaciones no sufran esta discriminación y sean valoradas por su valía y experiencia no por su género. Y sobre todo porque todos, absolutamente todos los insultos a nuestras políticas no tienen color, ni morado, ni rojo, ni azul, ni naranja...
Fotos | CordonPress
En Trendencias| No nos salen las cuentas: si casi el 51% de los españoles somos mujeres ¿por qué sólo el 30% encabezan las listas electorales?
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