Todos los ojos estaban puestos en ella para los Juegos Olímpicos de Tokio después de las perfectas ejecuciones sobre el tapiz que Simone Biles nos regaló en Río 2016. Y así ha sido, aunque no por los motivos que esperábamos. La gimnasta estadounidense se ha retirado de la competición por equipos y la competición individual para poder centrarse en el cuidado de su salud mental: "al final del día lo que queremos es salir de aquí por nuestro propio pie, no en camilla", declaró en rueda de prensa. El mundo se ha volcado con ella al poner sobre la mesa un problema como la ansiedad, que se encuentran entre las enfermedades mentales más comunes en Occidente.
Simone Biles, la mayor figura de la gimnasia de las últimas décadas, aspiraba a seis oros en Tokio pero se acabó retirando de la final de gimnasia artística por equipos justo después de su primer salto en el potro. Ocurrió tras una carrera que la elevó con un salto de doble tirabuzón, cayendo mal sobre la colchoneta y dando un paso adelante al no poder clavar el aterrizaje. Su retirada en el último minuto dio la victoria a Rusia y la plata al equipo estadounidense. No obstante, su marcha no se ha debido a una lesión sino a una cuestión mental.
Aunque la Federación de Atletismo de EE.UU. confirmaba que Biles se retiraba por “problemas médicos”, sin especificar si estos eran físicos o psicológicos, ella misma explicó en una rueda de prensa posterior que siente que "no disfruta tanto" y dice estar más nerviosa cuando compite: "Mi objetivo en los Juegos es centrarme en mi bienestar. Se que hay más en la vida que solo la gimnasia".
En los último JJOO la gimnasta se llevó cinco medallas (cuatro de oro y una de bronce) y ella, junto al resto del equipo de gimnasia artística estadounidense, hicieron de este deporte en uno de los grandes protagonistas de la competición. La presión por superar su propio récord, que Biles ha descrito en Instagram como "tener el peso del mundo sobre sus hombros" parece estar detrás de lo sucedido ayer en Japón.
La retirada de una estrella mundial como ella ha sido interpretada en redes sociales como una llamada de atención sobre la importancia de la salud mental. Deportistas de élite de todas partes del mundo no han dudado en mostrar su apoyo y denunciar la presión a la que muchas veces están sometidos. El español Pau Gasol, por ejemplo, señalaba en Twitter que "la salud mental DEBE ser una prioridad siempre" y le agradecía sacar el tema a la palestra.
Aunque Biles no es la primera, otros deportistas de élite como la tenista japonesa Naomi Osaka, encargada de encender el pebetero olímpico este año, o el múltiple campeón olímpico Michael Phelps, también han sufrido y hecho públicos sus problemas de ansiedad previamente. "Con la ansiedad lo que sentimos es miedo, un miedo que nos ayuda a enfrentar un peligro, haciendo que actuemos o dándonos información", nos explicaba hace unos meses una psicóloga.
En concreto, nos contó que nos está informando de que estamos ante un peligro: "Sentir ansiedad es sentir miedo, y el miedo nos sirve para buscar seguridad. Suele generar una activación que nos prepara para salir corriendo o enfrentarnos a la situación. También puede paralizarnos, un mecanismo de defensa que tenemos desde la Prehistoria, similar al de un camaleón que quiere pasar inadvertido.
Notamos la ansiedad en el cuerpo, que es el primero en dar señales en forma de respiración, pulsaciones y pensamiento acelerado. También podemos sentir que te cuesta dormir más, que cuesta concentrarte o que comemos compulsivamente.
Superviviente de Larry Nassar
Además de por la presión del éxito, Biles lo ha pasado mal en su carrera por los abusos sufridos a manos de Larry Nassar, el médico del equipo olímpico de gimnasia de Estados Unidos condenado por pedofilia y por abuso sexual a cientos de atlas a lo largo de dos décadas. Biles reveló, por primera vez, haber sido víctima del doctor en enero del 2018 con un tweet el que se definía como "una de las muchas supervivientes que sufrieron abusos sexuales" por parte de Nassar:
"La mayoría de ustedes me conocen como una chica feliz, risueña y enérgica. Pero últimamente me he sentido rota y cuanto más intento apagar la voz en mi cabeza, más fuerte grita. Ya no tengo miedo de contar mi historia", agregó. "No es normal recibir ningún tipo de tratamiento de un médico de confianza del equipo y referirse a él horripilantemente como el tratamiento 'especial'", escribió Biles.
"Durante demasiado tiempo me he preguntado a mí misma: '¿Fui demasiado ingenua? ¿Fue culpa mía?' Ahora sé la respuesta a esas preguntas. No. No, no fue culpa mía. No, no voy a cargar con la culpa de Larry Nassar, la USAG y otros", denunció Biles en extenso comunicado tras destaparse el escándalo con la denuncia de Aly Raisman.
Una infancia complicada
Su infancia tampoco fue un camino de rosas. Su madre biológica era adicta al alcohol y a las drogas. Además, vivía entrando y saliendo de la cárcel. En entrevistas, Biles ha recordado pasar "hambre y miedo". A los tres años la llevaron a un centro de acogida con sus tres hermanos. Cuando la gimnasta tenía 6 años, sus abuelos consiguieron su custodia y la de su hermana menor y solo tiene palabras de agradecimiento para ellos.
De momento, la Federación estadounidense ha dejado abierta la opción de que participe en una final. Así, Simone continuará siendo evaluada diariamente para determinar si participará o no en las finales por aparatos.
Fotos | Gtres
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