Una enorme fuente de potasio, ricos en carotenos, vitaminas C y E, entre otros nutrientes y beneficios para el organismo... Oro parece, plata no es. El plátano es la fruta favorita de muchas personas porque, además de lo ya dicho, es uno de los alimentos más dulces y sabrosos que nos da la naturaleza. Encima, es tan fácil de comer que hasta los primates pueden pelarlos ellos solos.
Sin embargo, cuando van pasando los días en el frutero sin que los consumamos, empiezan a salirles pequeñas manchas negras que, poco a poco, van tiñendo toda su piel de negro. Lo que significa que, por dentro, se está pudriendo. Un proceso que se acelera cuando suben las temperaturas.
Para intentar retrasar su caducidad, mucha gente mete los plátanos en el frigorífico. Sin embargo, no es la mejor idea ya que los plátanos son una fruta tropical y las bajas temperaturas de una nevera no prolongan realmente su vida y contribuyen a su deterioro. Ya vimos que existe una alternativa mucho mejor que consiste en dejar colgando nuestro racimo de plátanos, tal y como hacen en las fruterías.
No obstante, no es el único truco que podemos aplicar en casa para conseguir que los plátanos y bananas se conserven en óptimo estado hasta 10 días después de haberlos comprado. Y es que resulta que esta fruta es climatérica, lo que significa que libera gas etileno, el agente de maduración del propio plátano, a través de la raíz.
Es decir, que si no separamos el pedúnculo del resto de la pieza de fruta, se sigue madurando. Sabiendo esto, para poder conservar las bananas y plátanos durante más tiempo es recomendable cortarles el pedúnculo. Así de fácil y rápido.
Foto de portada | Anastasia Eremina
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