Presente en multitud de recetas (y no solo de pasta), se hace tan fácil que merece la pena tenerla siempre lista en la nevera de casa
La salsa de tomate es algo tan sencillo de preparar que merece la pena hacerlo, prácticamente, de forma semanal para que nunca nos falte en la nevera de casa. Y es que se trata de una salsa que se utiliza en infinidad de recetas, siendo así muy versátil y socorrida. Lo cierto es que tiene multitud de aplicaciones en la cocina. Aunque estemos acostumbrados a consumirla de bote, una vez se a hacerla casera ya no hay vuelta atrás. Solo sigue estos consejos para que quede espectacular.
La mejor variedad de tomates
La variedad más recomendable para hacer salsa de tomate son los tomates roma. Son fácilmente reconocibles por su forma alargada y tienen una pulpa firme con un sabor suave. Además, no tienen muchas semillas.
Evitar que quede líquida
Por su versatilidad, una salsa de tomate ha de tener una textura final lo suficientemente suave y espesa, al mismo tiempo, como para funcionar en platos que van de la pasta a las verduras, pasando por la pizza o acompañando carnes y pescados. Así que, si te queda líquida, toca espesarla. Para ello, puedes incorporar varios ingredientes:
El tomate concentrado le aportará instantáneamente más consistencia, pero también tendrás que ajustar los condimentos para que quede más ácido. Una vez se haya enfriado, puedes agregar un roux (mezcla de harina y mantequilla). También, mientras la cocinas puedes agregar maicena o fécula de patata y, después, mezclar a fuego lento.
Endulza la salsa de tomate
Aunque no es un paso obligatorio en la receta, sí es aconsejable. Añadir una pequeña cantidad de azúcar ayudará a neutralizar la acidez del tomate. Es un sencillo gesto que se realiza al final de la cocción. Eso sí, después prueba la salsa para saber si ha quedado al gusto. Si no es así, puedes añadir un poco más de azúcar.
Quita la piel a los tomates
No quitarle la piel a los tomates puede alterar la textura de la salsa ya que, a diferencia de la pulpa del tomate, esta no se derrite durante la cocción. Así que trozos de piel seca pueden acabar en tu salsa y no es agradable. No quieres eso.
Congela
La salsa de tomate casera caduca antes que la comercial. Si no la vas a consumir en los días inmediatamente posteriores a cocinarla, congélala en un frasco de vidrio. Puede aguantar así hasta tres meses.
Foto de portada | Anshu A
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