Las frutas y verduras son el pilar fundamental sobre el que se sustenta una dieta saludable. Sin embargo, hay ocasiones en las que caemos en la rutina y lo de comer verduras se nos hace bola porque terminamos preparándolas siempre igual. Por suerte, existe una verdura tan versátil como el calabacín que es muy sencillo incorporar a nuestro menú. En verano, cuando es su mejor momento, podemos hacer desde con él desde pisto manchego hasta unos buñuelos de calabacín y parmesano, unas espirales de calabacín (con ayuda de un espiralizador) o estas albóndigas.
Lo que haremos será transformar una receta tradicionalmente carnívora en vegetariana con estas albóndigas de calabacín que se convertirán en tus favoritas porque son muy tiernas, sabrosas y fáciles de hacer. Además, si eres madre o padre, probablemente sepas por experiencia que conseguir que los peques coman verdura no es siempre fácil. No obstante, esta receta de albóndigas facilita mucho la tarea porque enamora a todos los públicos.
Ingredientes
- Calabacín 800 g
- queso parmesano rallado 75 g
- Queso ricotta (o requesón) 75 g
- Pan rallado 40 g
- Huevos 1
- Albahaca seca (u otra hierba al gusto)
- Ajo granulado 4 g
- Sal
- Pimienta negra molida
- Harina de trigo
- Aceite de oliva virgen extra
Cómo hacer albóndigas de calabacín
- Tiempo total 50 m
- Elaboración 35 m
- Cocción 15 m
- Reposo 1 h
Lo primero que tenemos que hacer es lavar y rallar los calabacines con un rallador grueso. Después, llega el momento de hacer que pierdan parte de su agua para que, cuando montemos las albóndigas, no se desarmen. Así que salamos y colocamos el calabacín rallado sobre un colador de malla fina o en una bolsa de tela para que vaya soltando el agua.
Es importante tapar el recipiente para protegerlo, así que podemos ponerle un trapo de cocina limpio por encima y olvidarnos durante al menos una hora. Si, además, se pone un plato hondo o un bol debajo que recoja el líquido que suelta se puede reutilizar, por ejemplo, para un puré o una crema fría, o para aligerar una salsa, entre otras cosas.
Transcurrida una hora, los calabacines habrán sudado el agua y, con ayuda de una cuchara (o apretando si hemos usado la bolsa), presionamos para reducir aún más. Después, pasamos el calabacín a un trapo limpio y lo cerramos fuerte para quitar los restos de agua que pudieran quedar. Eso sí, este último paso nos lo ahorraremos si hemos usado una bolsa de tela porque podremos apretar mucho más y eliminar mejor el agua.
En el siguiente paso toca hacer la mezcla de las albóndigas en un bol al que añadiremos el huevo, los quesos, el pan rallado, el ajo granulado y la albahaca. Una vez mezclado, añadimos el calabacín y salpimentamos mezclando todo hasta conseguir una masa homogénea. Si queda demasiado líquida, se puede añadir más pan rallado hasta conseguir una masa que nos permita bolear (es decir, hacer las bolas que serán nuestras albóndigas).
Formamos las albóndigas con las manos y las rebozamos en harina. Llega, entonces, el momento de freírlas en abundante aceite. Una vez fritas, las escurrimos en un plato con papel absorbente. Aunque solas, como aperitivo, están deliciosas, si se acompañan con una salsa de tomate casera o con una fritá andaluza de tomate, quedará un plato maravilloso para mojar cada bocado.
Fotos | Directo al paladar
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