La de sopa de pescado es una receta que recuerda a la familia y a la Navidad. Y es que es un plato que funciona a la perfección como un primero que acompañar de alguna carne de segundo. Además, lo que sobre se puede aprovecharlo otro día echándole un puñado de fideos o de arroz. El secreto para que salga siempre bien es que la materia prima sea de calidad, pero también hacerlo con mimo y cariño.
El primer paso para preparar una sopa de pescado de cine es que el fumet o caldo de pescado sea casero. Aunque si no te queda otra, puedes usar uno industrial. Pon a remojo las almejas en agua fría y aprovecha mientras para ir preparando las verduras. Lávalas bien, pélalas y pícalas muy finitas. Saca la pulpa del pimiento choricero o ñora y, por supuesto, aprovecha los restos de las verduras para el caldo.
Después, pela los langostinos en un recipiente para que vaya recogiendo los jugos y no ponerlo todo perdido. Reserva los cuerpos limpios aparte. Pon dos o tres cucharadas de AOVE a calentar en una olla y añádelos. Además, si tienes cabezas y espinadas de pescado, este es el momento de añadirlas. Echa sal y pimienta mientras salteas a fuego vivo para que "agarre" al fondo de la olla un poco. Cubre con agua y, bajando el fuego, lleva el caldo a ebullición. Tardará unos 20 minutos. Después, cuélalo todo y reserva.
En la misma olla que has estado usando, pero después de limpiarla (o en otro cazo), calienta un poco de aceite y añade las verduras. Salpimiéntalas y pon el laurel y la ñora. Sofríe durante ocho minutos y añade el pimentón y el azafrán a media que vas removiendo muy bien y regando con el vino. Cuando se evapore el alcohol, cubre con un litro de caldo y mantén la cocción durante 10 minutos. A continuación, tritura con la batidora para deshacer las verduras y espesar la mezcla.
Por último, agrega el pescado limpio y troceado y, transcurridos cinco minutos, añade los langostinos. Cuando estos empiecen a coger color, echa las almejas bien escurridas y enjuagadas. Tapa la olla o cazo y espera a que se abran. En el caso de que el líquido se empezara a consumir, añade más caldo. Retira el laurel, ajusta el punto de sal y ya estaría listo para servir. No obstante, ya en el plato, cada comensal puede añadir su toque de pimienta, perejil, eneldo o tomillo al gusto.
Fotos | Directo al paladar
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