Aunque hacer un caldo, ya sea de pollo o de verduras, no entraña demasiado misterio, a veces lo peor no está en hacerlo sino en qué ingredientes utilizar. Sobre todo, si pensamos que utilizar hortalizas nuevas y enteras puede suponer desecharlas para un fin aparentemente menor. Y es que, aunque las hortalizas no sean los productos más caros de la lista de la compra, es cierto que da cierta rabia "malgastar" un buen puerro, una cebolla hermosa o unas zanahorias en el fondo de un caldo.
Por suerte, en España tenemos al chef Karlos Arguiñano, que nos ha enseñado el truco para que las croquetas queden más sabrosas; la ensaladilla rusa perfecta y el método 6-3-1 para la tortilla de patatas.
Además de compartir con todos su receta de ensalada de pasta y jamón, que eleva el plato estrella del verano a otro nivel. Aunque lo que venimos a contarte hoy es que Arguiñano publicó en los años noventa su libro El menú de cada día, editado por RTVE y Ediciones del Serval.
En él apostaba por una cocina de aprovechamiento que permitiera que no tirásemos nada en cocina. Para ello, el cocinero de Beasain tiene un truco infalible para utilizar ingredientes de descarte que darán sabor y potencia a los caldos de verdura y nos permitirán aprovechar todas las partes de ciertas hortalizas.
La ahorrativa solución, que probablemente más de uno y una ya pongáis en práctica en más de una casa, pasa por utilizar los descartes de ciertas hortalizas como puede ser la parte verde de los puerros; las pieles de la zanahoria; las hojas duras de las alcachofas, las cortezas de la calabaza o los tallos de ciertas crucíferas como el brócoli, que no hace falta que acaben en la basura.
Foto de portada | Bluebird Provisions
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