Reconozcámoslo: nos encantan los restaurantes de moda, probar las últimas novedades gastronómicas y la comida exótica de otros países, pero hay días que daríamos nuestro brazo derecho por saborear alguno de los platos que nos cocinaba nuestra madre cuando éramos pequeños. Un restaurante de Ámsterdam ha decidido rescatar en su carta esos platos que las madres holandesas preparan para su familia. Se llama Moeders, “madres” en holandés, y nos parece una idea fantástica.
Un restaurante inspirado en las madres y en la cocina sencilla pero llena de amor que hacen a diario para sus hijos. Así es Moeders, uno de los locales más originales de Ámsterdam y un lugar diferente en el que puedes saborear una buena ración de nostalgia. Y nosotros ya lo hemos hecho.
Entrar en Moeders es como entrar en el comedor de tu madre (o de tu abuela): todo está atiborrado de marcos de fotos, sillas, mesas y vajilla descoordinada. Un escenario colorido y caótico, donde nada pega con nada y en el que te sientes como si estuvieras en tu propia casa.
Pero eso no es lo mejor de todo, claro. Lo más interesante de Moeders es su carta, un homenaje a lo que se come en los hogares holandeses de la mano de tres madres, Annie, Betty y Corrie, y sus especialidades.
No esperéis grandes presentaciones ni platos sofisticados. Aquí se viene a comer comida de madre, vamos, a comer bien, a chuparse los dedos y a rebañar el plato con pan. Lástima que no haya una madre recorriendo mesa por mesa y preguntando si no quieres un poquito más o si necesitas un huevo frito (a lo mejor esto sólo es típico de madres españolas).
La selección es de lo más tradicional: comida sencilla, humilde y de la que te llena el estómago y el corazón. Algunos ejemplos de lo que podéis tomar aquí son el Suddervlees, un guiso de ternera típico de la cocina holandesa servido con lombarda y patata hervida, el Hotchpotch, puré de patatas mezclado con verduras, mega-albóndiga de carne picada y salchicha con mucha salsa o las costillas acompañadas de ensalada de repollo y patatas fritas. Para empezar, sopas, ensaladas y una selección de entrantes sencillos pero riquísimos. Los postres también presumen de nostalgia y sencillez.
Y todo viene servido en esa vajilla un poco descascarillada, desvencijada y que todavía no ha adquirido la categoría de vintage. Despierta la sonrisa y mucho más cuando las camareras te cuentan que todo el servicio del restaurante fue donado por los invitados a la fiesta de inauguración hace años. Por eso cada cubierto, cada vaso y cada plato es de su padre y de su madre.
Sin duda, Moeders es un homenaje a todas las madres y sus paredes cubiertas por las fotos de las de los clientes así lo demuestran (si quieres que la tuya aparezca en sus paredes sólo tienes que llevar una foto el día que los visites).
Si hay un sitio perfecto para celebrar el próximo domingo el Día de la Madre, Moeders sería nuestra elección. Aunque ya nos gustaría a nosotros que hubiera una opción más cercana, más nuestra, donde pudiéramos saborear los platos que nos recuerdan a nuestra infancia: albóndigas caseras, filetes rusos, arroz con leche y hasta ese puré que antes odiábamos y ahora echamos de menos.
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