Raviolis de calabacín rellenos de gambas, el plato de profesional de la cocina que cualquiera puede hacer para una cena ligera

Utilizar el calabacín laminado como sustituto de la pasta puede ir mucho más allá de los clásicos espaguetis hechos con ayuda de un espiralizador de verduras. La prueba son estos raviolis de calabacín rellenos de gambas, con los que cualquiera puede quedar como un auténtico profesionales de la cocina sin esfuerzo alguno. Es una receta bastante fácil de hacer, sobre todo si contáis con una mandolina. Además, funciona como un entrante o una cena ligera.

Empezamos lavando los calabacines y los laminamos finamente con un mandolina para que el corte sea homogéneo y conseguir un resultado perfecto. En total, necesitamos 48 láminas para elaborar los tres raviolis que conforman cada una de las cuatro raciones. Aunque conviene hacer más por si alguna se nos rompe.

Calentamos abundante agua en una cacerola grande y escaldamos las láminas de calabacín durante unos segundos. Retiramos y las sumergimos en un recipiente con agua helada para refrescarlas rápidamente. Después, extendemos las láminas de calabacín sobre un trapo limpio y las secamos. Reservamos.

Para preparar el relleno, picamos finamente la cebolla. Calentamos un poco de aceite de oliva virgen extra en una sartén y la pochamos a fuego suave durante cinco minutos. Reservamos 20 gambas para el emplatado (cinco por ración) y picamos el resto. Las añadimos a la sartén, salpimentamos y rallamos por encima medio limón. Rehogamos durante tres o cuatro minutos. Retiramos y dejamos atemperar.

A continuación, montamos los raviolis tal y como se ve en las fotos del paso a paso. Colocamos las láminas de calabacín sobre una tabla, de dos en dos y haciendo una cruz. Repartimos el relleno, colocándolo en el centro, y cerramos doblando los extremos para formar los raviolis. Si las láminas de calabacín son demasiado largas, cortamos los extremos.

Calentamos una plancha y la restregamos con el diente de ajo. También, engrasamos con unas gotas de aceite y, después, doramos los raviolis por las dos caras. Por último, mezclamos el resto del aceite con las hojas de tomillo y salteamos las gambas que habíamos reservadas para la presentación. Servimos tres raviolis por persona, acompañados de cinco gambas, ralladura de limón y el aceite de tomillo.

Fotos | Directo al paladar

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