Semillas de chía, Kale, germinados… ¿realmente podemos comer lo que comen las famosas?

A lo que yo añado: ¿y seguir estando en nuestros cabales? ¿O mejorar nuestra salud de verdad? Es justo en esta época del año cuando cientos de miles de nosotros nos hacemos la firme promesa de comer mucho mejor de cara al verano, momento que muchas famosas aprovechan para publicar libros o darnos consejos en las revistas. Pero ¿son realmente tan buenos como parecen? ¿Funcionan? Y lo que más me preocupa ¿tendrá que confluir la luna con la tercera casa de Venus para que yo consiga encontrar los rarísimos ingredientes que recomiendan?

Si nos planteamos seguir sus recomendaciones dietéticas en serio encontrar todos los extravagantes ingredientes que recomiendan las famosas en sus recetas no es lo único raro que podemos encontrar en sus libros, o en sus chupi-páginas web de estilo de vida. Analizamos algunas de las cosas que nos recomiendan y nos planteamos si lograríamos sobrevivir comiendo a su manera. O si no nos terminaremos despeñando por los Acantilados de la Locura.

Para empezar, ¿a qué planeta hay que ir para encontrar los ingredientes?

Tengo la suerte de vivir en un barrio más o menos céntrico de Madrid donde hay todo tipo de comercios, de los de toda la vida y de los modernos, y donde la oferta de productos es de lo más variopinta e incluso exhuberante. Pero entra a preguntar al frutero por un poco de Kale al que es adicta Beyoncé, la cosa esa que se ha puesto de moda llamada bimi (que en realidad es brécol enano con un nombre chulo) o el hongo reishi que adora Kim Kardashian es como pedirle en enero unos tomates que sepan a tomate de verdad o los ingredientes para hacer un postre klingon. Un imposible.

Encontrar otras cosas como semillas de chía, maca andina, el nuevo cereal de moda llamado tef o harina de garbanzo requiere una expedición que haría de la de Marco Polo un paseo por la playa. Yo misma tuve que visitar tres supermercados para dar infructuosamente con la dichosa harina de marras y al final fue una amiga con Thermomix la que me molió los garbanzos hasta convertirlos en polvo.

A continuación, ¿hay que ser fan de Bricomanía para cocinar esto?

Conseguir la harina de garbanzo fue como descifrar un jeroglífico, pero convertirla en una masa para hacer con ella algo parecido a la masa de pizza me pareció digno de una gesta medieval. Algún día se escribirán romances en mi memoria, o en memoria de los grumos tan extraños que logré crear con estas manos.

Pero hacer pan o tortitas con harinas extrañas no es lo único tremendamente difícil que nos proponen las famosas en sus libros. De todas las cosas para las que se requieren habilidades especiales, hacer pequeñas virutas con verduras tipo calabacín o espárrago como sugiere Gwyneth Paltrow en su libro “It´s all easy” (no estoy segura de si el título es irónico o quiere que la humanidad se ponga más en su contra) se lleva la palma. Literalmente. De mi mano. No sé cuántas veces estuve a punto de rebanarme los dedos o de hacer virutas de piel con el pelapatatas.

Atrás se quedaron los batidos de fácil preparación que veneraban las celebrities gurús, donde lo más difícil era saber a qué botón apretar en la trituradora. Ahora las nos animan a meternos en faena y a fingir que comemos cous cous triturando una coliflor hasta su mínima expresión o a cocinar cereales desconocidos para nosotros y que siempre se quedan duros como la piedra o de la consistencia de la argamasa pegajosa.

Y hasta una triste ensalada requiere más trabajo que organizar la logística para una excursión con niños de primaria. Son tantas las cosas que tenemos que echar si queremos cubrir todas nuestras necesidades nutricionales que hay que pasar lista y todo. Y quizá poner algunos pilares para que no haya una avalancha de ingredientes de camino a la mesa.

¿Se puede sobrellevar sin tener un cocinero en plantilla?

Quizá ese sea el secreto de las celebrities para dar tan fácilmente con estos alimentos tan extraños y saber cocinarlos a la primera: contar con alguien que lo haga todo por ti. Alguien, que para más señas, es profesional en cocinar cualquier cosa, desde ancas de rana pasando por esas algas tan raras. Y no sólo sabe qué hay que hacer en cada ocasión y dónde encontrar el mejor proveedor, también tiene nociones básicas de cómo conseguir que sepa a algo.

Para terminar, se ruega al sabor que acuda a recepción, por favor.

Queridas famosas: sabemos que todo esto no los recomendáis por nuestro bien, pero hacednos un favor y no insistáis en el tema de que está muy bueno y que apenas notaremos la diferencia, porque estáis insultando a nuestras papilas gustativas. Por mucho que os empeñéis en que la quinoa está buena, un risotto de la misma nunca estará igual que uno hecho con arroz y bien de queso parmesano. Por mucho que nos vendáis las bondades del requesón, jamás podrá compararse con un buen trozo de queso manchego y las pizzas hechas con masa de coliflor son un ascazo.

En definitiva, hay que estar dispuesto a atravesar largas distancias para dar con los ingredientes adecuados, a pasarse horas en la cocina para aprender a cocinar estos nuevos alimentos para, a continuación, desarrollar la habilidad de un anacoreta para poder alimentarse sin necesidad de que las cosas te sepan a algo.

Fotos: Unsplash.com

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