No sé vosotros pero yo me tiro de los pelos cada vez que me hago con una camisa de esas que te enamoran de los pies a la cabeza y al cabo de los meses... o se me ha decolorado, o los cuellos no hay forma de limpiarlos de la mugre que tienen o las arrugas campan a sus anchas sin posibilidad de echarlas de ahí.
Que sí, que lo sé, que el hecho de vivir solo y que no tenga tiempo de lavar a mano como haría mi madre con todo el cariño del mundo acaba pasando factura. Pero como la emancipación es algo a lo cual no pienso renunciar, me he hecho con unos cuantos truquitos para que luzcan igual (o al menos parecidas) al día que compre mi preciada cammisa. Y sí, aquí estoy para compartir este oscuro arte con todos vosotros (aplausos al final del post).
La primera vez... mejor hacerlo en frío
Así es, la primera vez que nos pongamos una camisa a lavarla en agua fría, que así será la única manera de quitarle el apresto que tienen. Y ya de paso, así nos obligamos a plancharla y quitarle todas las arrugas fruto de sus semanas (o días) en la tienda. Una camisa recién comprada no sabremos quién se la ha puesto y quién no, así que tendremos que tener cuidados especiales y mimos para su primera noche en nuestro armario.Lista para hacerle compañía al resto.
Cada oveja con su pareja
Parece una estupidez pero, por favor, intentemos agrupar colores a la hora de lavar. Sé que es un engorrio meter solo 4 camisas en la lavadora e igual esperar a que el cesto se nos llene de ropa blanca es un poco tedioso pero, por algo dios (y Bosch) inventó la media carga en las lavadoras. Dadme las gracias cuando vuestras prendas salgan con el mismo color con el que entraron.
Los botones, esos eternos traicioneros
La manera más gráfica de entenderlo es imaginarse a dos tortolitos besándose. Sí, besándose, pero con sendos brackets o sendos piercings en los dientes y lengua respectivamente ¿Sabéis por dónde voy? Que no tiene por qué pasar pero para evitar cualquier posible problema con enganches, rotos, desgarros y pérdidas, yo desabrocharía todos y cada uno de ellos (incluidos los del cuello) y nos curamos en salud.
Un planchado la mar de eficaz
A la hora del planchado tenemos varios trucos a tener en cuenta. El primero es sacudir bien la camisa nada más sacarla de la lavadora, eso conseguirá que la prenda tenga menos arruga cuando se seque y tiempo que nos ahorramos para plancharla. Segundo, cuidado con donde colocamos las pinzas para evitar marcas: hombros, cuellos y mangas serán las mejores opciones. Y por último, paño húmedo entre la camisa y la plancha y adiós a los brillos innecesarios.
El misterioso arte del guardado
¿Y ahora? ¿Las doblamos o las colgamos? Pues depende de cual vaya a ser su uso. Las camisas sport (séase, las oxford), no importa que las doblemos pues la arruga en prendas como el algodón o la franela no quedan del todo mal pero las de vestir, las del trabajo y las de eventos especiales merecen ser colgadas en percha para evitar arrugas innecesarias. Y un truquito: si abrochamos el primer botón del cuello, conseguiremos que éste no pierda su forma: útil ¿verdad?
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