Cuchillas de afeitar: ¿cada cuánto tiempo hay que sustituir el recambio?

Desde que empecé a afeitarme en mi paso de niño a hombretón, siempre me han surgido la mismas preguntas: ¿cuánto tiempo de vida tienen los recambios de las cuchillas de afeitar? ¿Cuándo sé que ha llegado el momento de cambiarlo? En mi caso, reconozco que sería feliz si los recambios tuviesen una lucecita que me avisara de que es hora de sustituirlos.

No es ningún secreto que el precio de los recambios es bastante elevado. Dependiendo del modelo, un pack nos puede salir aproximadamente por entre 12 y 20 euros. Vale, tampoco es un dineral, vienen varios recambios y los compramos de higos a brevas. Pero al final, poco o mucho, es un desembolso que hace que la cesta de la compra pegue un pequeño subidón en el que seguramente sea el momento más inoportuno.

Tal vez por ello, muchos hombres tendemos a estirar el uso de un recambio durante días, semanas o lo que nuestra cara aguante sin que lloremos. Pero amigos, esto no es bueno, ya que cuando las cuchillas están desgastadas, apuran peor, irritan más y la experiencia del afeitado es mucho más desagradable.

Así que ha llegado el momento de responder a la cuestión que nos atañe... ¿Cada cuánto tiempo hay que sustituir el recambio? Pues la respuesta es tan sencilla como ambigua: depende. Siento no ser esa luz que avisa de que ha llegado la hora de cambiar el recambio, pero es que no puedo dar una cifra porque no hay una norma general que sirva para todos los hombres.

¿Y de qué depende? De muchos factores como, por ejemplo, los siguientes:

  • De la frecuencia con que usemos la cuchilla: no es igual alguien que se afeita a diario a quien se recorta solo cuello y mejillas una vez a la semana.
  • Del grosor y cantidad del vello facial: no es igual alguien que tiene una barba muy poblada a quien tiene cuatro pelos locos y mal repartidos.
  • Del cuidado que le demos a cada recambio: no es igual alguien que golpea 10 veces el recambio contra el lavabo para intentar limpiarlo a quien lo hace con sumo cuidado.

En definitiva: cada hombre es un mundo y, como tal, cada hombre debe ser quien decida cuándo ha llegado la hora de cambiar las cuchillas. En mi caso, procuro estar atento a lo que siento cuando me afeito. Es decir, si me irrita más de lo habitual, si noto tirones, si la cuchilla no se desliza con la suavidad de veces anteriores...

Lo importante es que nuestra piel sufra lo menos posible y que la experiencia del afeitado sea agradable. Que aquí no estamos para sufrir. Ya veréis qué diferencia cuando pongáis un recambio nuevo después de que vuestra cara lleve varios días pidiendo a gritos la sustitución. ¡Sentiréis que estáis en el cielo!

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