Todos tenemos nuestros rituales personales a nivel de higiene, eliminación, acicalamiento, a la hora de peinarnos, vestirnos, etc., y gran parte de estas cosas las hacemos en el lavabo. Cuando no vivimos con la pareja todo esto queda fuera de su vista y conocimiento, pero cuando empezamos a vivir juntos la confianza hace que compartamos mucho más. Esta confianza en la pareja, ¿debe llegar hasta el punto de hacer las cosas con la puerta del lavabo abierta?
Peinarse, maquillarse, lavarse los dientes...
Lo más habitual que hacemos en el lavabo cuando nos preparamos para estar guapos es ducharnos, peinarnos, lavarnos los dientes, ponernos crema, alguno maquillarnos (ellas lo hacen mucho más), etc., y en el caso de ellas, pues más o menos lo mismo: todo lo relacionado con la ducha o baño, y el ritual que venga después hasta poder salir de casa como consideran adecuado.
La cera, afeitarse, cortarse las uñas...
Ponerse la cera en las piernas, las ingles, las axilas o el bigote es algo que pueden llegar a hacer ellas, y algunos chicos, que también usan cera para el cuerpo. Puede que nos depilemos de otro modo, pero son momentos relativamente íntimos por estar "trabajando" a veces zonas íntimas, valga la redundancia.
También nos afeitamos, depilamos las cejas, limpiamos la cera de los oídos y nos cortamos las uñas, siendo acciones que hay parejas que preferirían no presenciar o personas que preferirían no compartir.
Las necesidades de eliminación
Y luego están los momentos en que vamos al lavabo a utilizar el retrete: porque tienes que mear o porque tienes que cagar (miccionar y defecar si os gusta más, o aguas menores y aguas mayores), que por ser los instantes de eliminación de deshechos que no necesitamos y que pueden llegar a oler bastante mal, da incluso más pudor.
Con la puerta abierta
Pues bien, hay parejas cuya confianza llega a un punto tal, que todo eso lo hacen con la puerta abierta, entrando y saliendo sea lo que sea lo que hace el otro, y sin que al actor principal le moleste la presencia de la otra persona.
¿Hasta qué punto es necesario?
Y entonces os preguntaréis: ¿hasta qué punto debe llegar la confianza a un nivel tan extremo? Porque siempre se dice que una de las cosas más fundamentales en la pareja es la confianza, la sinceridad, la compenetración, perder la vergüenza, poder compartir la vida, y esto nos puede llevar a pensar que es positivo vivir con la puerta del lavabo abierta.
Pues la respuesta es que "depende de cada pareja". La verdad es que no es en realidad necesario, o al menos no hasta ese punto. Al principio de una relación, cuando empezamos a vivir juntos, dejar la puerta abierta siempre, o entrar cuando el otro está en el lavabo si ha cerrado la puerta, puede ser molesto o violento. Ver que tu pareja no tiene pudor alguno en cosas que a ti sí te dan pudor pueden hacerle perder un poco de encanto, por aquello de que estás acostumbrado a verla siempre estupenda y de repente se muestra en el otro extremo. Y ver que cierras la puerta pero entra te puede molestar por no respetar tu necesidad o "petición" de intimidad al cerrarla.
Cuando pasa el tiempo, la confianza va a más y es normal que haya más desinhibición, compartiendo más momentos íntimos y perdiendo la vergüenza. Ahí es cuando cada pareja llega al que considera su límite de exhibición (por llamarlo de alguna manera). Hay parejas, que como he dicho, se dejan ver en todas las circunstancias, hay parejas que no se dejan ver en casi ninguna y hay parejas, las más, imagino, que no tienen problemas por compartir espacio, pero que sí cierran la puerta cuando toca dejar mal olor, por aquello de que todo quede dentro, sin necesidad de que toda la casa huela a mierda (hablando mal y pronto).
Pero, ¿exhibirse demasiado, no quitará sensualidad?
Mucha gente dice que no hay que dejar la puerta abierta del lavabo porque eso hará que se pierda el deseo. Como he dicho, sí puede suceder al principio, un poco, pero con el tiempo esto debe estar en un segundo plano, porque la relación avanza, madura, y es signo de cariño, confianza, amor y de conocer al otro, el poder compartir también momentos íntimos sin que eso afecte a la relación. Que no es que haya que forzar nada, pero oye, si sucede, pues que no tenga que pasar nada: en mi casa, por ejemplo, solo cerramos la puerta para hacer caca (lo digo así porque tenemos niños y en mi casa hacemos "pipi" y "caca"), por el olor. Para todo lo demás entornamos la puerta, por aquello de "estoy dentro, que lo tengas en cuenta, pero si tienes que entrar, adelante". La única excepción es cuando mi mujer tiene la regla, que la deja entornada también, pero ella suele usar otro lavabo y nadie suele entrar. Si hace una falta imperiosa, adelante, si no, pues te lo dice: "¿Tenías que entrar justo ahora?". Todo siempre tomándonoslo con humor y cariño, a lo que ayuda el tener hijos, porque desde ese momento lo de cagar solo se convierte en una utopía.
¿Y la sensualidad? Pues para cuando se requiera, oye, basta con cambiar la mirada y el mensaje para que el receptor cambie también de canal y se ponga en modo "ahora te veo".
Pero cerrar la puerta siempre, ¿no generará sensación de falta de confianza?
Pues depende. Si los dos están de acuerdo y están más cómodos así, no. Si uno de los dos es más desinhibido, probablemente tenga algún problema para entender por qué el otro es tan pudoroso, como si tuviera algo que esconder, como si no se quisiera lo suficiente, como si tuviera algún trauma que no se pudiera resolver incluso con el amor del otro y eso resta un poco de espontaneidad a la relación y, en el otro, ganas de hacer algo, de reparar algo. Pero todo es hablarlo y, como todo, y como siempre, respetar la decisión del otro.
Si todo se vive desde el respeto, el cariño y el buen humor, al final no hay nada que sea mejor o peor: el que lo prefiera que cierre la puerta y el que no tenga problemas que no la cierre, a menos que pueda molestar al otro.
Fotos | iStock
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