Existe un curiosísimo fenónemo en internet que afecta a los actores jóvenes y guapos. Algunos no tan jóvenes, como Johnny Depp, pero no deja de ser curioso.
Curioso por llamarlo de alguna manera.
El rumor esta vez ha saltado sobre Robert Pattinson, ese chico que ahora está en boca de todas las adolescentes del mundo por su papel de Edward Cullen en la saga Crepúsculo, de Stephenie Meyer. Al parecer, y aquí es donde está la diversión, el bueno de Pattinson no se ducha.
El vampiro huele que apesta, o eso afirma un miembro del equipo que rueda la segunda parte de la película, Luna Nueva. Un confidente ha comentado a la edición online de la popular revista sobre el mundo del espectáculo, E!, que Pattinson trae de cabeza al equipo porque apesta. Es horrorosa la peste, llegan a decir – bueno, con traducción patatera de Mosky, pero es ese el sentido – porque el buen muchacho nunca se ducha.
Esto no pasaría de ser una anécdota más si no fuera porque son varios los actores populares de los que, en algún momento de sus carreras, se ha dicho que eran un pelín guarretes.
A los fans de Matrix se les va a caer un mito, porque se dice que Keanu Reeves cogería la pastilla roja pero la del jabón, poquito poquito. Es más, se ha llegado a afirmar que la pobre Sandra Bullock, cuando rodaban Speed, las pasaba canutas para grabar las escenas de cariño humano. Según la prensa del cotilleo, este es uno de los guarrillos más legendarios de Hollywood.
Orlando Bloom, Johnny Depp y Brad Pitt han sido otros de los galardonados con el premio a Hueles A Zorro. Y sí, aún así Pitt conquistó a la Jolie. Vamos a suponer que los labios carnosísimos de la actriz impiden que el olor entre por la nariz, porque otra cosa…
Sea verdad o mentira, que cada uno saque sus propias conclusiones, lo cierto es que en el día a día hay muchos hombres que consideran que eso de la ducha mañanera no tiene porque ser tan estricto. Una vez cada dos días va bien para muchos, y hasta cada tres.
A veces es una verdadera lástima. Conozco a un muchacho muy guapo, las cosas como son, pero cuyo olor corporal, taaaan fuerte – por decirlo de alguna manera – le quita cualquier clase de atractivo físico. Una lástima. Para él, claro.
Más que una obligación, la ducha debería ser un bendito placer diario. Aprovechemos que vivimos en el derrochador mundo occidental para darnos un agüita y no oler a tigre, que está muy feo. Porque me lo puede decir el Papa que yo no me pienso creer que el estilista de mi querido Depp permite que vaya por ahí oliendo a hombre salvaje.
Para mantener el buen olor, lo mejor es usar el desodorante al salir de la ducha, y no esperar, como hacen muchos, a empezar a oler.
La colonia nunca deberá servir para enmascarar la peste personal. Jamás. Y si usamos colonia o perfume, debemos procurar que nuestro desodorante no tenga demasiado olor propio, para no marear a la gente. Recordemos también el desodorante a la piedra de sal, sobre todo aquellos que tienen problemas de pestilencia corporal: para todo se ha inventado remedio en esta vida.
En cualquier caso, menos mal que no funciono aquello del odorama.
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