Hace unas semanas descubrimos cómo debíamos abrir una botella de champán y qué copas debíamos utilizar para su degustación. Ahora ha llegado el momento crucial, debemos aprender a servir el champán correctamente y conocer las diferentes opciones para maridarlo. Quizás la parte más interesante del Protocolo del champán.
Cómo servir el champán
Ya hemos descorchado la botella, lo hemos hecho con elegancia, tal vez incluso nos hemos atrevido con la ceremoniosa técnica del Sabrage, así que no vayamos a meter la pata sirviendo primero a la persona equivocada. El protocolo estipula que se debe comenzar por las mujeres, por orden de edad decreciente. Después debemos servir a los caballeros, siguiendo el mismo criterio. La única excepción a esta regla es si tenemos un invitado importante al que queramos agasajar.
A la hora de servir el champán, es signo de elegancia sostener la botella por la parte inferior del cuerpo, con una sola mano y el dedo pulgar en el hueco de la base. También es importante que la etiqueta permanezca siempre visible, de forma que aquel a quien servimos sepa qué va a degustar. En el caso de las botellas grandes, podemos sostener el cuello con la otra mano, para tener más equilibrio.
Aunque lo ideal es verter el champán en la copa de un solo gesto, para no demorar en exceso todo el proceso y no tener esperando al resto de invitados, es mejor hacerlo en dos tiempos para evitar el riesgo de una excesiva formación de burbujas que acabe en tragedia.
Con una mano sostendremos la copa, ligeramente inclinada, y con la otra serviremos el champán, deslizándolo por la pared de la copa para favorecer la formación de burbujas. Si la espuma sube en exceso, realizaremos una pausa hasta que baje, y después acabaremos de llenar la copa, salvo petición expresa, entra la mitad y dos tercios de su altura.
En una recepción, no conviene servir las copas con antelación, pues provocaremos que el champán pierda efervescencia y se caliente. Es conveniente repartir copas entre los invitados para que les sean llenadas posteriormente, de esta manera nos garantizamos las perfectas condiciones de este delicado vino espumoso.
Con qué maridar el champán
El maridaje del champán es todo un mundo por descubrir. Su uso va mucho más allá de los brindis de las grandes ocasiones, pudiendo acompañar aperitivos, postres en incluso cenas completas, hasta carnes rojas, si bien este gusto está reservado solo a los mejores cuvées y los más aventureros.
En el aperitivo, los hojaldres saladas, canapés y otras tapas pueden acompañar perfectamente a un Brut non-millésimé; el pescado poco elaborado, como el sushi, es perfecto para un Blanc de Blanc, mientras que si optamos por un Rosé, podemos jugar con el color, sirviendo ahumados, tarama o incluso jamón ibérico. Una combinación ganadora.
Para los postres, conviene tener en cuenta unas cuantas reglas. La primera, que un Rosé no es el mejor elegido, ya que al ser un champán brut, no es lo que mejor marida con el dulzor de los postres, aunque sí que es cierto que se pueden acompañar con los famosos biscuits Roses, que se mojan en el vino para ablandarlas. Para el resto de postres, un semiseco, salvo que lleven mucho chocolate, en cuyo caso, mejor evitar el champán, ya que su acidez no es el mejor amigo del amargor del chocolate.
Como ya vimos al hablar de qué champán escoger para cada ocasión, es posible acompañar una comida exclusivamente con champán, tan sólo deberemos tener cuidado de seguir el principio básico de ir in crescendo --con un orden decreciente de acidez, del más vivo al más vinoso-- y usar siempre una copa por cada tipo de champán. Para el plato principal, hay que elegir cuvées tipo millésimes, Blancs de Noirs o Cuvées de Prestige, que combinan perfectamente con pescados en salsa, vieiras a la crema o carnes blancas delicadas. Las carnes rojas, para los valientes y experimentados.
Con este último consejo un tanto aventurero damos por cerrada esta entrega del protocolo del Champán sobre cómo servirlo y con qué maridarlo. Ahora ya sólo nos quedan detalles como aprender a conservarlo y conocer el protocolo que acompaña al brindis, que también es apasionante.
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