Sandalias, cuándo sí y cuándo no

A veces el mundo parece volverse loco. Estamos a las puertas de la primavera y pronto empezaremos a ver fotos de Brad Pitt, con toda su tropa, en vaqueros con camiseta blanca y… Y sandalias.

Sí, lo sé, puede parecer un poco pronto, pero desde la Semana de la Moda de Nueva York ya nos han estado amenazando con el inminente regreso de esta prenda que, gracias a dios, sólo tenemos que sufrir unos cuatro meses al año.

No es que tenga nada en contra de las sandalias en sí mismas, pero sí que hay que aprender cuándo no queda mal llevarlas y cuándo es una completa barbaridad. Y claro, explicar por qué, que luego no me queréis creer.

Una de las razones por las que no tenemos que hacerle mucho caso a lo que diga la Semana de la Moda de Nueva York en cuanto a sandalias es que los estadounidenses se ponen sandalias para casi todo. Les da igual ocho que ochenta. Sale el sol y eso para ellos es más que suficiente. Ceremonias de graduación, bodas (lo he visto, en serio) y a diario para trabajar. Y tan felices, oiga. Lo peor de todo es que incluso las diseñan especiales para estos eventos.

Llevar sandalias a tu boda es, con mucho, lo más cutre que se despacha en botica. Lo mismo si para tu ceremonia de graduación te plantas con el traje de noche y los flip flops en los pies. Es una desgracia para la humanidad, se mire por donde se mire.

Los americanos tienen cosas buenas. Que sí, hombre, que las tienen. Pero también otras muy malas. En los últimos tiempos importamos muchas costumbres y formas de vida de allí y no hay mayor problema, pero esta no. Esta no porque me dais un disgusto muy grande.

Las sandalias son, en primer lugar y fundamentalmente, para la playa. Ojo, hablo de las tipo chanclas, que otros modelos más elaborados tienen un pase (aunque ya entraremos en materia cuando se vaya acercando el buen tiempo, ya). Así que si no vas a coger la sombrilla y la nevera con las cocacolas, las patatas, las cervezas, mejor te dejas las chanclas en casa que están mucho mejor.

Diga lo que diga Beckham, otro asiduo de este calzado en cuanto asoman los primeros rayos del sol, no sirven para ir al super. Afortunadamente, en España estamos acostumbrados al calor y solemos tener una buena gama de zapatos de verano, con muchos otros tipos de sandalias que no dan vergüenza ajena.

Hay que reconocer que ese look que hemos descrito antes, el de los vaqueros, camiseta blanca de manga corta y chanclas, puede resultar bastante sexy aunque va a depender tanto de la percha y del arte al llevarlo que no sé yo si compensa el riesgo. Y es que está demostrado que, cuanto más sencillo el look, más importante es que lo que hay debajo sea de calidad. Sí, lo que hay debajo viene a ser nuestro cuerpo.

Así que, por lo pronto, las chanclas para la playa. Si tienes entre quince y veinte años y un look desenfadado-informal, enhorabuena, puede ponértelas para ir a clase que nadie se va a escandalizar. A partir de ahí, más te vale tener, al menos, los pies limpios. Para trabajar nunca. Ir en chanclas al trabajo roza lo grotesco, sobre todo si trabajamos en una oficina.

Otro momento en el que se admiten es cuando vamos de turismo. Viajar requiere caminar muchísimo, y si ya es verano apaga y vámonos. Entonces las sandalias chanclosas aparecen como un regalo de los dioses y bueno, qué demonios, nadie puede ser siempre perfecto.

Sitio oficial | Havaianas
En Trendencias | Edición especial de Havaianas para la semana de la moda de Nueva York

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