Ya sea por su obsesión a los zapatos, su amor y respeto a la moda, sus alocadas y distintas amigas o sus líos amorosos. En nuestro grupo de amigas siempre hay una (o dos) Carrie Bradshaw, o puede que seas tú quien ha de desenvolver ese papel, y en algún momento del día se la nombra por alguna frase, acción o vivencia. La protagonista de Sexo en Nueva York sigue inspirando 16 años después y no nos extraña. Icono de estilo y de forma de vivir casi, ese personaje tan entrañable podría hasta fundar una religión para fashionistas. Pero, ¿por qué?
Y con el anuncio de la tercera entrega de su película, la legión de fans de todas las edades que ha ido acarreando con los años vuelve a soñar con Mr. Big, con las conversaciones disparatadas que tenía con sus amigas y con esa vida glamourosa en pleno corazón de Manhattan.
Ella es una marca que triunfa
Carrie Bradshaw es una firma en sí que tiene éxito y no aburre
Carrie Bradshaw vende. Es una firma que tiene su propia legión de fans y su estilo no queda en el olvido. Ella fue quién dio a conocer (más) a Manolo Blahnik, impuso un estilo peculiar y abrió la veda para que jugáramos con la moda. Un simple vestido de cocktail no tiene porqué quedarse en el armario criando malvas: si lo mezclamos con según qué complementos puede triunfar para el día a día. Y aunque su estilo es algo único, y solo ella tenía las narices y las agallas de lucir según qué modelos (todavía recuerdo un look con pantalones de pijama, tacones y abrigo de bisón), lo cierto es que esa moda de mezclar estampados y estilos sin límite enganchó.
Marcar la diferencia gusta
Marcar la diferencia siempre es bien si se hace con usto y estilo. Y al final es lo que ella lograba crear: outfits locos, llamativos pero entrañables.
Un tutú rosa de bailarina sirvió para que muchas fashion victims lo llevaran en su día a día como falda cool, la mezcla de prints ya no era símbolo de hortera si no de estilo y todas podíamos tener unos Manolos si recostábamos el sueldo por otro lado (aunque su estilo de vida era imposible de llevar). Sus grandes amores así como su personalidad única hicieron que poco a poco nos fuéramos simpatizando con ella y que eso que al principio lo veíamos imposible de llevar al final acababa teniendo su gracia.
Y quizás ese es el aspecto que más gusta de su personaje y que la ha llevado hasta donde está ahora. En el mundo de la moda no hay modas ni tendencias suficientes que te guíen por un camino sólido y consistente. Al final una hace lo que quiere y se pone lo que en ese momento le apetece si se lleva con determinación y seguridad. Y está claro que nuestra sociedad no está preparada para una Carrie Bradshaw pero, ¿cuándo lo estará algún día? Así que si tenemos un día Carrie (la de moda, no la de miedo) nuestro armario y nuestra república independiente nos permiten jugar con la ropa hasta que nos cansemos.
Todas llevamos una Carrie dentro
En todo grupo de amigas existen distintas versiones de los personajes
Desde sus problemas amorosos, pasando por sus financieros o los dilemas a la hora de vestir. En algún momento de nuestra vida (o del día) el fantasma de Carrie aparece en nuestra memoria para recordar la escena de un capítulo o alguna de sus maravillosas frases. Todas tenemos una Carrie Bradshaw en nuestro interior que sale con mayor facilidad o no. Aunque también tenemos al resto del elenco: hay días que nos sentimos más Miranda, otras en que Samantha no deja títere con cabeza y otras donde tenemos el Charlotte subido. Y nosotras, junto a nuestras amigas, creamos nuestro propio Sex and the city en pleno centro de Madrid, Barcelona, Sevilla o cualquier otro punto.
Y aunque al final todos nos quedamos con las ganas de una tercera entrega de la película y todo resultó ser un malentendido, seguiremos soñando con esa vida tan estupenda. ¡Larga vida a Carrie Bradshaw!
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