Quince años le llevó a Edward Carey acabar Little (Blackie Books, 2021), las memorias ficcionadas de la criada que, más tarde, se convertiría en Madame Tussaud. Es decir, la madre de los museos de cera. Una artista excéntrica e incomprendida que fue contemporánea de María Antonieta, Rousseau y la Revolución francesa. Aunque su vida, ya de por sí, no necesita de ningún añadido extra para parecer escrita a cuatro manos por Dickens y Tim Burton, el autor británico la ha elevado a la categoría de novelón (con todas las letras y más de 500 páginas). Se ha publicado ya en 20 países, es éxito de crítica y ventas y hasta Margaret Atwood ha llamado a que nadie se pierda, en sus propias palabras, este libro "excéntrico y encantador".
Historia y desventuras de una pequeña criada
Muchos de los datos de la vida de Marie Grosholtz no se sabe a ciencia cierta si son verdad o mentira. La mayoría de lo que se conoce proviene de las memorias que ella le dictó a una amiga cuando tenía casi 80 años y que fueron publicadas cuatro décadas después. Sin embargo, sí se tiene conocimiento de que se inventó muchas cosas, como haber nacido en Berna (lo hizo en Estrasburgo) y haber vivido con la familia real en el palacio de Versalles, donde aseguraba haber asistido en el parto a la reina de Francia.
Sobre la base de lo narrado en su momento por Tussaud, Edward Carey añade en Little otra capa de ficción, moldeando libremente en palabras lo afirmado por aquella figura histórica como si de cera se tratase y creando un mundo en el que lo que menos importa es la veracidad de lo sucedido sino reimaginarlo para entenderlo mejor. El autor hace encajar las piezas de un puzzle que ha perdido para siempre muchas de ellas y así entendemos la mirada observadora de su protagonista, su forma de concebir y aproximarse al cuerpo y su capacidad de supervivencia y superación en un periodo histórico tan adverso como la Francia revolucionaria.
Titulada así por el apodo que recibió Marie del escritor Louis Sebastién-Mercier, debido a su pequeña envergadura, es una novela bella a pesar de lo crudo de su contenido, a ratos surrealista y rara, pero que gustará tanto a los amantes de los tochos clásicos de tapa dura, como a los lectores con gustos más darks y modernos. Un trabajo minucioso de mezclar la ficción con la historia que, a pesar de su extensión, es siempre una lectura ligera y de las que enganchan sin remedio.
Lo que dicen los historiadores
Eso sí, quien quiera acercarse a la vida de esta mujer extraordinaria desde un punto de vista histórico tendrá que buscar en otras fuentes. Si, tras la lectura de Little, investigamos pronto nos daremos cuenta de que muchos datos no casan.
Sí coinciden vida y libro en que a la protagonista no le tocaron muy buenas cartas para empezar a jugar en la vida. Su padre era militar y murió durante la guerra de los Siete Años, dos meses antes de que ella naciera, así que realmente no llegó a conocerlo. Su madre, al enviudar, es cierto que trabajó como ama de llaves para el médico anatomista Philippe Curtius, a quien la pequeña Marie consideraba un tío y de quien aprendió la técnica para la escultura estando bajo su tutela. Sin embargo, su madre no se suicidó ni falleció siendo ella una niña.
Este médico de origen alemán se había trasladado de Berna, donde hacía modelos en cera que se utilizaban para enseñar anatomía a los estudiantes, al París del siglo XVII para dedicarse a esculpir bustos de personas. Era, recordemos, un tiempo anterior a la fotografía.
Corría 1977 cuando la joven realizó a los 16 años su primera escultura de cera, ni más ni menos que la del filósofo Voltaire, que forma parte de una larga lista de figuras ilustres como Benjamin Franklin o Russeau. Antes de que estallara la Revolución su maestro ya había organizado con éxito un par de exposiciones, precursoras de lo que Tussaud convertiría después en museo.
Aunque, según contó ella misma en su biografía, todo lo que vendría más tarde estuvo a punto de no suceder ya que, monárquica convencida, fue arrestada y salvada de la guillotina para realizar bustos de los ejecutados. Su historia toma en este punto un tinte macabro, dedicada a hacer moldes de las cabezas ensangrentadas de, entre otros, Luis XVI, María Antonieta y Robespierre.
Cuando su mentor murió, heredó su casa en Versalles y el salón de exposiciones Boulevard du Temple. Un año más tarde, a la edad de 34, Marie se casó con el ingeniero François Tussaud y se convertió así en Madame Tussaud. Después metería su colección de bustos en un carruaje y empezaría una exitosa gira por Inglaterra, Escocia e Irlanda que atrajo a la clase media adinerada.
En 1835, Marie y sus hijos decidieron instalar su colección de forma permanente en Londres, cuya popularidad se disparó después de que una joven reina Victoria permitiera que la esculpiesen vestida con una réplica exacta de su atuendo de coronación.
Tussaud murió a los 88 años siendo una mujer separada e independiente que sé antepuso siempre a los obstáculos de la pobreza y la violencia de la vida y supo, además, hacer historia. Tras su muerte, su nieto trasladó la exposición a un edificio de la calle Marylebone, donde continúa a día de hoy convertido en uno de los lugares más visitados de Londres y donde se conservan todavía algunas de sus figuras originales.
Little: Historia y desventuras de una criada llamada Little que más tarde se convirtió en Madame Tussaud
Fotos | @madametussauds