Cuando en abril la prestigiosa revista británica Granta eligió a los 25 mejores autores jóvenes en español, su nombre estaba en la lista. Sin embargo, ya muchos lectores conocían el de Paulina Flores y esperaban su primera novela tras Qué vergüenza (Seix Barral, 2016), una declaración de intenciones en forma de libro de relatos. La espera terminaba esta rentrée con la publicación de Isla decepción, que deja de ser un lugar geográfico solitario en la Antártida (con permiso de sus 15.000 turistas anuales) para convertirse también en una novela de la escritora chilena en la que la soledad, los errores y la desesperación todavía pueden convertirse en una aventura.
Marcela huye de Santiago de Chile para visitar a su padre en la Patagonia y no se imagina el plot twist que ese intento por escapar de un corazón roto y un trabajo que odia va a dar... Inspirada en casos reales de marineros orientales que ponen en peligro sus vidas saltando de los barcos-factoría que navegan por el estrecho de Magallanes, Isla Decepción y sus personajes giran entorno al misterio de un desconocido que el padre esconde en casa.
Lee es un joven coreano rescatado por un grupo de pescadores en el mar a través del que Flores aborda el estado de explotación actual de los mares y las condiciones de trabajo esclavistas que todavía permanecen en pleno siglo XXI. Hablamos con ella sobre esto, cuán extraño es un lugar tan remoto como la Patagonia y qué se siente al ser una autora Granta.
Se acusa, muchas veces, a los autores jóvenes de abusar de la primera persona y la autorreferencia, sin embargo, tú te has zambullido en una realidad tan opuesta a la tuya como la de Lee, ¿por qué?
Por un lado, me interesaba mucho hablar de huir, de escapar. Además, con todo lo que estaba pasando en aquella época en Estados Unidos con Trump, había algo en el ambiente que hablaba de inmigración y a mí las cuestiones sociales me afectan mucho. Finalmente, tras leer un reportaje del periodista chileno Rodrigo Fluxá en el que hablaba de estos casos misteriosos de tripulantes reales que se tiran de los barcos para escapar de sus condiciones de vida, entró en juego la curiosidad.
¿Cómo te documentaste?
Es un tema del que se sabe muy poco porque muy poca gente sube a los barcos y los marineros no hacen puerto. Tenía los testimonios de estos marineros, de los periodistas y también me entrevisté con prácticos. El Estrecho de Magallanes es un lugar muy difícil de navegar así que a todos los barcos que pasan por allí se les obliga a que los conduzca uno. Son capitanes de barco especializados en navegar por esta zona de Chile, así que los prácticos tienen que subir a los pesqueros. También investigué las condiciones esclavistas en otras industrias como la de la moda, la tecnología... Y, bueno, el mundo no deja de sorprender. Es un lugar horrible.
"El mundo no deja de sorprender. Es un lugar horrible."
¿Qué te impactó más?
Una de las cosas que caracteriza al tema es su no situacionalidad. Los barcos tienen bandera de un país pero, a veces, las van cambiando ilegalmente según conveniencia. Es un tipo de trabajo que no está ligado a un lugar físico en el que haya unas leyes determinadas que protejan a los trabajadores o cuestionen sus condiciones sino que simplemente es alta mar. Así que nadie puede fiscalizar ni ver realmente lo que sucede dentro.
Importante, llegados a este punto, dejar claro que Isla decepción no es una crónica sino novela.
Claro, lo que yo hago es ficción. Es una fantasía y, en ese sentido, investigué para hacerla de manera seria y respetuosa pero no podría haber hecho una crónica. Eso sí, al final del libro comento las fuentes exactas que he consultado para que quien quiera profundizar pueda informarse y leer directamente sobre el tema.
Supongo que ambientar el libro en un lugar tan exótico como La Patagonia más que elección, era obligatorio. ¿Fuiste?
Exacto, los barcos pasan por ahí así que viajé mucho a Punta Arenas y descubrí un lugar superparticular. Las condiciones climáticas son extremas y el viento barre tan fuerte que la gente no puede estar mucho rato en la calle porque te bota. También, las noches duran muy poquito. El sol se esconde sobre las once o doce y vuelve a salir alrededor de las cuatro de la mañana. Como la novela trata mucho sobre huir, me resultó chistoso llegar a un lugar en el que fuera tan difícil vivir pero tan fácil esconderse porque nadie va a ir ahí.
¿Tuviste alguna revelación?
Recuerdo haber conversado con un sepulturero en el cementerio de Punta Arenas, que es muy bonito además, y preguntarle qué significaba para él vivir allí. Me habló de los inviernos con nieve de dos metros de altura pero lo primero que me dijo fue que Punta Arenas es como acostumbrarse: "tienes que acostumbrarte a estar acá". No tiene que ver con un deseo de estar allá sino que tienes que acostumbrarte. Va a ser duro y te va a costar pero terminas acostumbrándote y ese concepto me gustó mucho.
Los personajes hablan en monólogos sin importarles quien escucha o si entiende el idioma, que es un poco lo que hacemos en las redes sociales. Sin embargo, la tecnología queda fuera de esta novela sobre soledad y aislamiento que ahora para muchos van de la mano. ¿Es deliberado?
De cierta forma, en la novela hay una necesidad de tener una aventura real y, en ese sentido, las redes sociales pierden protagonismo. También creo que es paradigmático cómo uno no puede vivir la nueva vida sin las redes sociales pero, al mismo tiempo, es muy fácil dejarlas. Es muy fácil dejar WhatsApp, Instagram, Facebook... es una especie de fake news o de estafa piramidal que no se pueda. Hay gente que lo hace todos los días y viven igual. Suena sorpresivo, pero se puede vivir sin redes y no es ni peor ni mejor. Es lo mismo, la misma soledad que antes.
"Con redes sociales o sin redes sociales, la soledad es la misma"
Imagina un lector que llega a la última página de Isla decepción y cierra el libro. ¿Qué te imaginas que hace después?
Además de quedarse en shock preguntándose qué acaba de leer y de sentirse perdido, me gustaría que escuchara música. Y que viera el mar. O que buscara una imagen en YouTube si no lo tiene cerca pero que experimentara esa abstracción.
Siendo Chile un país con tanta costa, ¿cómo es la relación de los chilenos con el mar?
Por esa cercanía siento yo que nos va nuestro carácter melancólico. Así que, cuando escribía el libro, pensaba que si el resultado era horrible, al menos iba a conectar bien con Chile porque sí, es un país que tiene ese alma marina y melancólica.
De tu estilo escribiendo se dice mucho que es cinematográfico. Aparte de Mad Men, que ya mencionas en la novela, ¿ qué películas y series inspiran tu escritura?
Últimamente, Lucrecia Martel. Es una directora argentina que ha hecho Zama, La ciénaga... y tiene esta teoría anti industria norteamericana del entretenimiento en la que las películas deben tratar no necesariamente de argumentos sino ocupar todos los otros elementos audiovisuales. Algo superatmosférico. Los gringos son muy eficientes y eso es algo que me terminó aburriendo. Su industria cinematográfica es muy hegemónica y ocupa todo el espacio de cultura de países que no son el suyo. También me gusta el director chileno Raúl Ruiz, que es muy denso pero, a la vez, lo que sucede es tan absurdo y ridículo que no hay argumento. Los coreanos también me gustan mucho...
¿Es el cine coreano lo que ha inspirado la nacionalidad de Lee?
Sí, total. Me gusta mucho y también tuve una obsesión con el país. Creo que es muy normal en toda persona nerd tener obsesiones con países y en mi caso fue con Corea. Ser escritora me ha servido para profesionalizar mis obsesiones y con Corea fue así. Primero uno capricho y después estudié mucho para aprender de historia, de chamanismo y no aprendí coreano porque era ya demasiado, demasiado difícil. Pero investigué mucho sobre el idioma coreano también.
¿Qué ha significado para ti aparecer en la lista de los 25 mejores escritores jóvenes en español de Granta?
Mucha alegría. Además, me gusta mucho la lista. Ayer justo estaba con Andrea Abreu y hablábamos de cómo hubiera sido estar con gente machista, en la que hubiera habido pocas mujeres o en la que faltaran autores de Sudamérica pero no es el caso. Supongo que también te sirve para explicarle a otros qué significa ser escritor o escritora. Es un reconocimiento que me sirve para contárselo a mi abuela.
Precisamente en Granta se ha publicado el inicio de tu nueva novela, ¿qué nos puedes adelantar?
Va a ser una novela de episodios inspirada, sobre todo, por el manga y el animé. Tiene mucho también de picaresca, de personajes delincuenciales pero desde la validación de estas figuras. Se centra en une niñe no binarie que tiene aventurillas y el objetivo es realzar y dignificar su figura. No sé si viste Los caballeros del Zodiaco, que son unos niños huérfanos, muy pobres y terminan salvando el mundo. Un poco eso.
"Ser escritora me ha servido para profesionalizar mis obsesiones"
¿Y estará escrita en lenguaje inclusivo?
Sí, pero también me gusta mucho jugar con eso y la novela también tiene mucho de humor al respecto. De reírse y de no tomarse nada muy en serio y tomárselo muy en serio después, de fluir y de ser. El lenguaje inclusivo lo voy a pensar desde ahí porque la novela también habla mucho del lenguaje: de jerga chilena, jerga de Latinoamérica... Entonces se cuestiona qué significa el lenguaje inclusivo, que significa que algo sea inclusivo, etc..
Fotos | Diego Urbina, Daniel Mordzinski y Seix Barral