Los diseños de Christopher Kane se aman o se odian, no hay término medio. Aunque l oque normalmente pasa es que uno los ve y no sabe bien a bien que decidir. Yo normalmente necesito una segunda mirada para saber que es lo que adoro de cada una de sus prendas. Pero finalmente, logra conquistarme. No pude hacerme con uno de sus diseños para Topshop. Supongo que con estas cosas o peleas a muerte por ellas o simplemente encuentras lo que nadie más quiso.
Así que, ahora me conformo con ver los grandiosos vestidos que creó para su colección de Otoño-Invierno 2010/2011. En ellos se ve una clara evolución del escocés que comenzó con minivestidos y vestidos de cocktail ajustados en tonos neón a una experimentación con sus raíces escocesas que vimos en la misma temporada de este año y a cosas más sutiles después.
El regalo viene de una inspiración directamente oriental en cuellos y flores. Tal vez tomada del Kaiser y su colección París-Shangai o de Anna Sui y sus innolvidables estampados floreados. Pero el punt oes que los diseños de Kane en esta colección también tienen un aire rocker, de niña mla portada que pone su cara más inocente. Una Lolita entre china y entre londinense. Y el resultado es perfecto.
Cuero, brocado, transparencias, encajes y volantes. Todo se mezcla en esta colección que nos muestra porque Kane ya está entre uno de los nombres más buscados por las jovenes it del momento y porque lo seguirá siendo. El punto es lo recargado pero con un fondo monocromático para no parecer esferita navideña.
La colección viene casi en su totalidad en negro. El color lo imponen los bordados de flores que me recuerdan los vestidos de las matriuskas, pero también los bordados florales de los kimonos y vestidos chinos.
Las faldas son ultracortas como buena herencia de la moda británica de los 60's y 70's. Vemos abrigos de corte recto y un tanto boyfriend que cubren perfectamente los minivestidos de cuello y hombros rectos.
El detalle de mangas de vampiro con aberturas por debaj odel brazo me remiten directamente a los trajes típicos tiroleses, mientras que las sandalias gladiador me recuerdan al Imperio Romano o en su defecto a Balenciaga, quien las rescató hace un par de años.
Jamás habría pensado que el cuero con bordado se pudiera ver así. Ni que el charol pudiera ser tan femenino y no femme fatale cuando aparece en negro. El añadido de joyería es otro detalle a tomar en cuenta.
No cabe duda que Christopher Kane mezclo varias culturas, influencias y texturas que no se pensarían que es posible y el resultado lo veremos en eventos y galas seguramente. Me imagino perfectamente a Leighton Meester o a Rachel Bilson con sus minivestidos campiranos en algún evento.
Foto | Coutorture
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