Cartier guarda los registros de sus joyas en un archivo que se remonta al siglo XIX

Me gustaría poder husmear en los archivos Cartier y ver las anotaciones de los registros de las joyas que han ido saliendo de sus tiendas a lo largo de su vida comercial. Datos de conocidos hombres que han querido honrar a una dama, encargos de princesas o mujeres modernas que han querido darse el capricho de una joya Cartier.

Existir, existen aunque son privados: la confidencialidad para cualquier joyero que se precie es una virtud y una obligación. Cartier tiene sus archivos privados repartidos entre los tres centros de París, Londres y Nueva York. Tiene la suerte y el privilegio de poseer datos desde que la marca joyera empezó su actividad a finales del siglo XIX, sin daños significativos a este archivo histórico.

Los registros de las piezas vendidas en el siglo XX son completos: datos desde su creación, pasando por su fabricación hasta que es vendida y entregada a su propietario. El archivo más interesante está en París donde existe un fondo fotográfico, que se creó en 1906, con unos 40.000 negativos, de los cuales 30.000 son placas de vidrio al gelatinobromuro.

Ahora se pueden guardar los bocetos de las joyas en el ordenador pero a principios de siglo la forma de conservar los diseños en 3D era realizar una muestra en yeso. Se conservan asimismo una colección de yesos de los años 1905 a 1915. ¿Un museo? Voto por ello.

Es un archivo de recuerdos, croquis, datos personales y una base de datos de incalculabre valor como método de verificación y autentificación de una joya determinada. ¡Lástima que sean tan privados!

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