Estás en plena conversación con tu interlocutor, el tema del que tratáis está en su punto más interesante y sin comerlo ni beberlo te encuentras que una tercera persona entra en tu película descaradamente: ¡Hola, bla bla bla!. No te está hablando a tí y lo peor es que no se da ni cuenta de que ha interrumpido. ¿Te habrás vuelto invisible de pronto? Es para preocuparse.
Entrar en una conversación ajena es una intrusión de la intimidad de las personas. Si quieres participar en ella porque el tema te interesa o tienes algo que compartir, con una modesta disculpa y un sencillo ¿puedo? es más que suficiente. Lo que no puedes hacer es abordarlos interrumpiendo el hilo de la historia sin una buena excusa: están hablando y es privado. ¡Tan difícil es de entender!
Me váis a perdonar que me desahogue pero me volvió a pasar de nuevo hace un par de días. Una señorita que ni siquiera me miró, le dió un porrazo con el bolso a la persona que estaba al lado esperando su turno y no le importó cortar por lo sano la información que me estaba proporcionando un caballero. Esa urgencia no era más que saludarlo efusivamente, hablar de cómo fué el fin de semana y pretendía saber si podía contar con su presencia a un evento social. ¿Hola, estoy todavía aquí o me he esfumado sin querer?.
Con la vida acelerada que llevamos, la paciencia no es una virtud que abunde. En cambio la mala educación y la inconsciencia crecen y crecen. Las tres cabezas a un palmo de distancia la una de la otra, me quedé con cara de póker esperando a que la señorita se fuera, desistiendo ya a que fuera a disculparse.
El caballero reaccionó cuando vio mi cara de enfado controlado pero de pocos amigos. Le dijo que esperase un segundo, que me daba su tarjeta y los últimos detalles: se había acortado la explicación por arte de magia. Le agradecí su atención y me fuí, mosqueada por la situación.
Si de verdad tenemos algo que decir a una persona que está en plena conversación con otra, hay que acercarse discretamente y no al abordaje como si todavía viviéramos en la época de los piratas. Si no tenemos confianza con los interlocutores, no hay que tocarlos en el brazo aunque es una buena forma de llamar la atención suavemente a quien conocemos mientras nos disculpamos por la interrupción.
¿Tan difícil es? Otra opción es esperar pacientemente cerca de ambos de manera que nos vean pero respetando su cerco de intimidad, y sin escuchar de lo que están hablando. ¡Fuera las antenas parabólicas! Eso no se hace y tampoco te gusta cuando te lo hacen a ti. Esperar cinco minutos de reloj parace una eternidad pero ... sólo son cinco minutos.
Mientras y por parte de los conversadores, si ven que a esa persona le urge decirle algo, debe disculparse ella misma con su interlocutor, acudir a quien está esperando y ver si es algo urgente o un comentario corto que resuelva un apuro. Pero hay que volver a la conversación hasta terminarla o posponerla. Nunca dejar a alguien olvidado o ignorado.
Foto | Alio., Fran Castelblanco En Embelezzia | La conversación en una reunión social