Después del éxito de sus Mise en Dior, Camille Miceli vuelve a Louis Vuiton

Yo soy de la opinión de que las casualidades no existen. Esta mañana os comentaba que la diseñadora de joyas Camille Miceli había creado unos pendientes para Dior que estaban causando estragos entre las fashionistas, y acaba de hacerse público que Camilla Miceli vuelve a partir de enero a Louis Vuitton para hacerse cargo de la creación de joyas y bisutería.

Después de haberse ocupado de la comunicación del prêt-à-porter en Louis Vuitton en el 2004, y de haber ayudado a Marc Jacobs a lanzar la primera línea de bisutería de la marca, Camille Miceli fue requerida por Victoire de Castellane para que trabajase en su equipo para Dior en el 2009.

Después de lo cual, trabajó, codo con codo, con el diseñador belga Raf Simmons, antes de volver a Louis Vuitton, sólo que esta vez como directora creativa del departamento de joyería.

El haber sido capaz de restituir los códigos con los que siempre se había asociado a la firma Dior, inyectándoles un acercamiento a la moda y al arte sin complejos, se ha traducido en el cambio que esta gran firma de larga tradición necesitaba. Camille ha sabido despertar los códigos de la maison, pero dejando su propio sello.

Camille forma parte de esa nueva casta de directoras artísticas que consideran su trabajo de manera global: creación, producción, comunicación, comercialización. Reconoce estar muy interesada por Internet, ya que, en su opinión, es una plataforma que anima a la creatividad y al diálogo.

Miceli asegura que es importante encontrar un equilibrio perfecto entre el savoir-faire artesanal, y el coste de fabricación de una joya o de una pieza de bisutería, porque de nada sirve diseñar colección, y fotografiarlas o hacerlas desfilar por una pasarela si luego nadie las compra.

Camille Miceli ha comentado en alguna ocasión que es fundamental alejarse y adquirir un poco de perspectiva de lo que se hace. Que ella no diseña joyas para ella, sino para la firma que la contrata. Que la estrella no es ella, sino la firma.

¡No está mal como filosofía de vida! ¿verdad?

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