Teodora, emperatriz bizantina esposa de Justiniano I, probablemente fuese la mujer más influyente y poderosa en la historia del Imperio Romano. Esta mujer - que fue nombrada santa por la iglesia Ortodoxa -, era hija de un domador de osos y de una bailarina, y antes de conocer a Justiniano se ganaba la vida mediante una combinación de sus habilidades teatrales y sexuales.
De Teodora es esa famosa frase que asegura que "la púrpura es una excelente mortaja" (lo que traducido, viene a decir que es mejor morir defendiendo tu estatus antes que huir asustado y vivir en el exilio). No nos extraña pues que tanto Domenico Dolce como Stefano Gabbana se sintieran absolutamente fascinados por el halo de esta poderosa mujer a quien, sobre todo, conocemos por los mosaicos que, todavía hoy, se conservan de ella en la iglesia de San Vital en Rávena.
Domenico Dolce y Stefano Gabbana han sabido reflejar toda la riqueza del oro esculpido en los retablos de estilo barroco de los altares sobre corsés y vestidos, cortos y largos, hechos de mosaicos y engastados con piedras de colores. No es extraño que una Anna dello Russo, instalada en el frontrow y absolutamente entusiasmada, no parase de fotografiar con su móvil todos y cada uno de los modelos que iban apareciendo en escena.
Los dos diseñadores explicaron más tarde, en rueda de prensa, que la inspiración para su colección otoño-invierno 2013-2014 surgió de
"una absoluta devoción por el arte del tailleur, del corte, pero también de las telas y de los detalles".
Y que, para plasmarla, utilizaron la técnica del mosaico - una obra pictórica elaborada, con paciencia y mimo, con pequeñas teselas de piedra, cerámica o vidrió. Todo un arte que requiere tiempo y una extremada precisión, para rinterpretar ciertos iconos como los que todavía hoy se pueden ver en algunas iglesias o en catedrales como la de Monreale en Sicilia.
Los rostros sagrados han sido impresos o reproducidos gracias a bordados de pedrería sobre terciopelo. Los dos diseñadores realizaron los tops en tela príncipe de Gales, en blanco y negro, y los trajes de chaqueta con faldas retro en tweed (dos telas tradicionalmente usadas para los trajes masculinos).
Asociadas con camisas blancas de algodón, con mangas bordadas también en blanco - que evocan los vestidos de las primicomulgantes (estas camisas representan la parte más comercial de esta colección).
Los accesorios son también elementos muy importantes en esta colección, que toca a las modelos con diademas y pequeñas peinetas adornadas con piedras y flores al estilo de las de Capodimonte, y con zapatos de salón y bolsos como el modelo Miss Sicily y el Dolce Bag con bordados inspirados también en los mosaicos.
Os confieso que la colección me ha rechiflado. Quizá resulte excesiva, pero eleva la moda a Arte con mayúsculas. ¡Y, nunca mejor dicho!
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