Ya está, lo suelto sin tapujos: el gesto por parte de los ganadores de una carrera de F1 rociando a sus contrincantes con champagne lo considero una estupidez. No es por la ducha sino con lo que les duchan: desde el año 2000, un Jeroboam Mumm Cordon Rouge.
Ese gesto, marketing puro y duro, de malgastar absurdamente un champagne de calidad que sale de la bodega para acabar en el suelo de un circuito de F1 me revuelve el estómago cada vez que lo veo. Se ha vuelto una tradición pero no me sirve como argumento.
Para los que no sepan cómo empezó este despilfarro que se repite carrera tras carrera en el podio, en realidad no fue en la Fórmula 1 sino en las 24 Horas de Le Mans. En 1967, resultó vencedor Dan Gurney a quien regalaron un Moët Chandon al subir al podio. En un genuíno gesto por parte del piloto estadounidense, sacudió y descorchó la gran botella de champagne rociando a quienes tenía delante, exultante de felicidad (foto superior).
Fue algo auténtico, inesperado y original. Sí, el champagne acabó en cualquier lugar excepto en una copa pero, como anécdota excepcional, tuvo su encanto ya que Gurney sólo hablaba inglés y fue su manera espontánea de celebrar su victoria con todo el mundo. Marcó un precedente en la historia de las carreras y desde entonces el ritual se repite en la F1 cada vez que el ganador sube al podio: botella Jeroboam de champagne, sacudir, descorchar, mojar a todos. Pues ya les vale.
Mira, voy a inventarme otro ritual: cuando entreguen un Porsche o un Ferrari a su feliz propietario, que lo estrenen pasando por encima de un Jabugo pata negra. Quedará destrozado y parcialmente incomible pero bueno: ¿es mi jamón y hago con él lo que quiero?. Pues no, el derroche caprichoso no tiene sentido para mí ni es mucho menos un lujo.
En la foto superior, Alonso (Brasil, 2006) bebe a morro (o por la oreja, no lo tengo muy claro) de la botella de 3 litros que, seguramente, pasará al resto del equipo. ¿Botellón de Mumm? Pues vale, pero por lo menos que lo beban a pequeños sorbos y con la botella en un ángulo más vertical porque así lo único que degustan es un montón de burbujas sin sabor.
Que alguien invente algo distinto y con un mínimo de clase para celebrar victorias, por favor. A ser posible, sin derrochar ni estropear nada de una forma tan poco respetuosa por el producto, aunque sea con el consentimiento de la marca que así sale en todos los telenotícias y periódicos.
Fotos | The Cahier Archive
En Embelezzia | Jeroboam mejor que Magnum
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